Erich von Däniken:
Viaje a Kiribati - extraterrestres
6. El crepúsculo de
los dioses
[6.8. México: templo de
Monte Albán con persona con cabeza de elefante]
México, templo de Monte Alban con personaje con una cabeza
de elefante (p.240)
de: Erich von Däniken: Viaje
a Kiribati: 6. El crepúsculo de los dioses; Ediciones
Martínex Roca, S.A.; Gran Vía, 774, 7º; 08013 Barcelona;
ISBN: 84-270-0684-5
presentado por Michael
Palomino (2011)
[6.8. México:
templo de Monte Albán con persona con cabeza de
elefante]
[Templo de Monte Albán:
persona con cabeza como un elefante - ¿en "América"
central?]
Ideas de otra parte
Desde la pared de un templo en Monte Albán, México, nos saluda
un personaje con cabeza de elefante sobre cuerpo humano;
México, templo de Monte Alban con personaje con una cabeza
de elefante (p.240)
Däniken indica:
<Desde la pared de un templo de Monte Albán, México, nos
saluda este personaje con cabeza de elefante y cuerpo
humano.> (p.240)
[Dioses así también existen en Asia].
los pantalones cubren las piernas y caen sobre pies calzados
con zapatos; las manos se sirven de un aparato. Me
estará permitido suponer que ningún hombre tuvo jamás cabeza
de elefante, y menos rodeada además de una corona (p.239).
Monte Albán, capital y centro de culto de los zapotecas, está
datada entre el 600 y el 100 a.d.C. En esa época, ¿cómo podían
los zapotecas conocer la existencia de elefantes? Éstos, lo
dice santa Ciencia, sólo existen en África y Asia. Y si
alguien me dice - porque uno está acostumbrado a oír necedades
- que los elefantes o los mamuts pudieron pasar desde América
por el estrecho de Behring, hará doce mil o quince mil años,
le contastaré que muy bien, y que haga el favor de corregir la
antigüedad de Monte Albán y ponerla en esos doce mil años
a.d.C. Pero ambas cosas a la vez, elefantes y cien años
a.d.C., no estoy dispuesto a concederlas. De acuerdo (p.240):
no hubo elefantes. Visto que son cabezas de elefante las que
hay en los muros de Monte Albán, habremos de convenir en que
los escultores representaron una cosa que no habían visto
nunca.
¡Cuando uno ha leído - os lo juro - que el faraón egipcio
Ramsés III (1195-1164 a.c.C.) envió una flota a México, y que
así cruzaron el charco las representaciones de los
proboscídeos! Incluso hay arqueólogos que no quieren ver
elefantes en esas figuras centroamericanas, y hablan de una
especie de pájaros con trompa,
(nota 2: Wuthenau, Alexander
von: Unexpected Faces in Ancient America [caras inesperadas
en América])
ya extinguida. ¡Tampoco está mal! A ver cuándo se compran unas
gafas esos señores.
Sospecho por mi parte que esos seres con trompa no son ni
pájaros ni elefantes. He tenido ocasión de contemplar en el
Museo Antropológico de México D.F. una tosca figura
arrodillada, de cráneo ancho y plano, y ojos grandes muy
separados. El que quiera definir a ese monstruo como un
elefante, habrá de aceptar una importación extraterrestre. Los
proboscídeos de la Tierra no tienen ese aspecto (p.242).
México, museo antropológico, figura con una cabeza de
elefante (p.241)
Däniken:
<En el museo antropológico de México D.F. se encuentra
esta figura arrodillada, de cabeza ancha y plana. ¿Un
elefante? ¡No me hagan reír!> (p.240)