Cómo se hizo Luise Brown - Del cuchitril del alquimista al
laboratorio moderno - ¿De dónde salió Eva? - ¿Cuál era la raza
del primer hombre? - Afinidades electivas - ¿Cuál fue el motor
de la evolución? - La mutación artificial - ¿Cómo se obtuvo
una nueva especie? - ¿Por qué somos como somos? - ¿Hubo
"pueblos elegidos"? - La clonación - Copias del original -
¿Visión de horror o bendición del futuro? - ¿Apareció por
clonación el HOMO SAPIENS? (p.57)
Que los humanos procrean humanos, es cosa sabida y la más
insuperable de las diversiones. Que los robots procreen
humanos, es cosa que aún está por venir. Que los dioses
crearon a los humanos, es lo que yo afirmo. Que los humanos ya
son capaces de crear por vía artificial a otros humanos - como
los dioses -, es lo que voy a demostrar.
Procreación en el invernadero
Gracias a la amable colaboración de Leslie Brown, de treinta y
dos años de edad, residente en Oldham, cerca de Londres, la
prensa mundial pudo superar sin problemas la época de vacas
flacas del verano de 1978. (p.57)
La señora Brown es estéril; tiene bloqueadas las trompas que
conducen a la matriz.
Sin embargo, el ginecólogo doctor Patrick C. Steptoe consiguió
que Leslie Brown diese a luz la criatura que deseaba. Tomó un
óvulo de su ovario y lo fecundó - IN VITRO, como dicen los
médicos, lo que significa literalmente "en un vaso", esto es,
en el tubo de ensayo - con un espermatozoide de su marido. El
embrión fue creciendo en una solución nutritiva, bajo la
mirada del médico; al llegar al instante adecuado, éste lo
implantó en la matriz de la señora Brown. Y Louise, nacida en
verano de 1978, se encuentra estupendamente tras pasar sólo un
par de semanas en incubadora. Lo mismo que cualquier bebé
procreado IN VIVO (por lo natural. Sólo una cosas la
diferencia de los bebés de su misma edad: la enorme publicidad
que acompañó su venida al mundo. Ningún bebé habrá merecido
tantos titulares, tantos comentarios sobre el método seguido
en su procreación - ¿desde cuándo se procrean los niños como
las plantas de invernadero? - ni tantas fotografías en primera
página; seguramente no existe tampoco ninguno que haya
recibido una propuesta de matrimonio en la cuna, como ocurrió
con la pequeña Louise.
El bebé de probeta de verano del 1978 causó sensación
únicamente porque los padres y el médico no temieron dar
publicidad a la historia de aquella concepción. Nadie podrá
demostrar, porque está clasificado bajo la sigla de SECRETO,
que la niña Brown, de Oldham, Londres, tiene cientos, o quizá
miles de "hermanos" de la misma procedencia. Que crecen sanos
y felices, después de haber sido concebidos en secreto porque
los médicos que los "procrearon" tuvieron miedo de la
difamación que podía venirles por parte de la clase médica y
de la eclesiástica (aunque no faltan en ambos frentes voces
dispuestas a declarar, con las debidas reservas, que la
fecundación IN VITRO es compatible con los dogmas religiosos y
las normas de la ética profesional).
Bebés-probeta en edad de
merecer
En otro tiempo, a mediados de la década de 1950, hundieron al
investigador Daniele Petrucci, de Bolonia, cuando éste
anunció, guardando toda la corrección de las comunicaciones
académicas, que había conseguido obtener más de medio millar
(p.58)
de embriones humanos en el tubo de ensayo y mantenerlos con
vida un mínimo de tres meses. Por lo menos uno de los
embriones de Petrucci vive aún en la actualidad, habiendo
alcanzado la edad adulta perfectamente sano de mente y cuerpo.
Esperemos que ese joven varón, como es probable, no se prive
de la satisfacción de perpetuar la especie IN VIVO.
En todo caso su "padre" Petrucci se vio obligado a abandonar
sus experimentos, cuando el papa Pío XII, sin referirse a él
por su nombre, pero aludiéndole claramente, pronunció una
severa advertencia contra los que se atreviesen a suplantar el
oficio del Creador.
El peligro de las intervenciones en la reproducción de la vida
humana ya preocupó a la Iglesia en el siglo XVI, cuando el
médico y naturalista Paracelso (1493-1541) enunció la idea,
entonces inaudita, del cultivo de un embrión fuera del vientre
materno (nota 20: Sudhoff, K.: "Paracelsus"; Obras completas,
tomos 4-6, 1923). Paracelso postuló que se obtendría un
HOMUNCULUS, un hombre en miniatura, calentando la semilla
humana en un recipiente hasta la temperatura del cuerpo, junto
con las esencias constitutivas de la sangre humana.
La audaz visión de Paracelso inspiró a Goethe, cuyo FAUSTO, en
la segunda parte de la obra, crea un homúnculo en su
"laboratorio" de acuerdo con la fórmula de aquél. Su ayudante
Wagner acompaña el experimento con exclamaciones de asombro:
Es wird ein Mensch gemacht!
...
Ein grosser Vorsatz scheint im Anfang toll;
Doch wollen wir des Zufalles künftig lachen,
Und so ein Hirn, das trefflich denken soll,
Wird künftig auch ein Denker machen.
...
Das Glas erklingt von lieblicher Gewalt,
Es trübt und klärt sich: also muss es werden!
Ich seh' in zierlicher Gestalt
Ein artig Männlein sich gebärden.
Was sollen wir, was will die Welt nun mehr?
(¡Se ve a crear un hombre! / .../ Al principio parece locura
todo gran designio; / pero vamos a reírnos del azar en
adelante, / y tal cerebro que tan bien ha de pensar, / en
adelante pensadores habrá de dar / .../ Vibra de suave
violencia el cristal / que tan pronto se empaña como se
aclara: ¡la empresa ha de culminar! / Veo en diminuta figura /
un lindo (p.59) homúnculo que gesticula. / ¿Qué más vamos a
pedir, qué más el mundo pedirá?)
Trescientos años después, lo único que nos resta del cuchitril
alquimista es que también en los laboratorios supermodernos se
trabaja en condiciones de máximo secreto. Y también en que,
como entonces, muchos milagros pierden su aureola de milagro.
La célula, ese microcosmos
Con el vertiginoso progreso de la biología genético-molecular
desde mediados de nuestro siglo, ha llegado a ser posible la
manipulación de la masa hereditaria. Hablamos aquí, sobre
todo, de la genética molecular, que es la que estudia a nivel
molecular los fenómenos de la herencia, la mutación, el
intercambio de los caracteres hereditarios, etcétera. Por
consiguiente, estudia los secretos de la célula, que es el
elemento constitutivo de todo organismo.
Para dar una idea, aunque sólo sea aproximada, de las
dificultades que supone la investigación de ese "microcosmos"
hay que considerar que el hombre, por ejemplo, posee unos
cincuenta billones de células. Para ilustrar sus dimensiones,
podemos mencionar que mientras un espermatozoo mide 0,05 mm de
longitud, y la más grande de todas las células humanas, el
óvulo, tiene un diámetro de 0,1 mm, en cambio una neurona del
tejido nervioso sólo mide 0,008 mm. Pero en TODAS las células
está programado el código secreto, el plan de construcción
(ADN) que preside a la formación de TODA la planta, de TODO el
animal, de TODO el ser humano. El que cada célula "descienda"
de una predecesora es una previsión muy lógica de la
naturaleza. Para decirlo del modo más lapidario: basta con que
sobreviva sólo una entre los cincuenta billones de células,
para que a partir de la misma sea posible reconstruir a TODO
el ser humano. Trasladado este hecho a un símil artesanal, es
como si cada uno de los sillares de la catedral de Colonia
incluyese los planos de planta y alzado de toda la edificación
(p.60)
Falsa moral
Sería de esperar que se hubiese alzado al unísono un coro de
voces para felicitar al doctor Steptoe por el éxito de su
fecundación IN VITRO. Pues ¡no señor! Verdad es que no lo pasó
tan mal como su colega norteamericano L.B. Shettles, quien
logró también, a encarecidas instancias de una pareja de
Florida, la misma fecundación IN VITRO, siendo expulsado de la
Universidad antes de haber procedido a la implantación (nota
21: Rorvik, D.M.: Nach seinem Ebenbild; Frankfurt 1978); Pero
también el doctor Steptoe fue acusado de "atentar a la
dignidad humana"; se habló de "inmoralidad" y recibió
salpicaduras de veneno de todas partes.
La Orden de los pesimistas
No entiendo en qué consiste aquí la inmoralidad. El médico que
ayuda a una pareja deseosa de tener descendencia no hace sino
traer felicidad. Pero ahí está la "Orden de los pesimistas"
(nota 22: Pauwels, Louis: Manifest eines Optimisten; Berna
1972), la de los que miran con desconfianza CUALQUIER
progreso, cualquier éxito técnico-científico - bien se trate
de la explotación pacífica de la energía nuclear o de una
empresa de navegación especial -, alzando su griterío de
negros presagios contra todo y contra todos. Como quiera que
en Occidente hay libertad de expresión, aquí la "Orden de los
pesimistas" tiene un buen polígono de tiro. Cualquier centro
de investigación puede ser blanco de sus ataques, y digo
"blanco de ataques" en todos los sentidos de la frase.
La visión negativa del futuro que es peculiar de la "Orden de
los pesimistas" supone, desde luego, una mentalidad muy
malintencionada, pues no imaginan que los resultados del
progreso vayan a tener otras aplicaciones sino las más
nefastas. Para ellos, progreso es sinónimo de aniquilación de
la humanidad y fin del mundo. En cuanto a mí, la inteligencia
y las responsabilidad del hombre me merecen mejor opinión que
a esos pesimistas profesionales. Como ha venido ocurriendo a
lo largo de tantos milenios de historia de la civilización,
NOSOTROS seguiremos siendo dueños de lo que una inteligencia
humana haya sido capaz de producir. Y continuaremos pase lo
que pase.
La replicación de seres humanos SIN fecundación natural es
(p.61)
algo que ha de venir inmediatamente, estando los estudios
mucho más avanzados que los relativos a la reimplantación de
bebés de probeta en la matriz.
Lo que yo anuncié hace exactamente diez años - a decir verdad,
me asombro ante mi propia audacia - acaba de conseguirse IN
VITRO.
Cómo nació Eva
En aquel entonces citaba yo estas palabras:
<En el día en que Dios crió al hombre, a semejanza de Dios
le crió. Los crió varón y hembra, y echóles su bendición: y al
tiempo que fueron criados les puso por nombre Adán.>
(Génesis 5,1y2)
y estas otras:
<Por lo tanto, el Señor Dios hizo caer sobre Adán un
profundo sueño, y mientras estaba dormido le quitó una de las
costillas y llenó de carne aquel vacío, y de la costilla
aquella que había sacado de Adán formó el Señor Dios una
mujer: la cual puso delante de Adán.
Y dijo Adán: Esto es hueso de mis huesos, y carne de mi carne:
llamarse ha, pues, varona, porque del varón ha sido
sacada.> (Génesis 2,21 a 23)
Preguntaba yo entonces si provocando una mutación artificial
del código genético no habría sido posible programar un ser
inteligente, y agregaba que tal vez nuestra seductora madre
del género humano, Eva, hubiera sido creada a partir de un
espermatozoide masculino, sin fecundación.
"ti" = costilla = fuerza
vital = ¡célula!
Es plausible. El signo cuneiforme sumerio que significa
costilla es "ti", lo cual significa al mismo tiempo "fuerza
vital". Una traducción moderna de la Biblia, ¿no debería decir
(p.62)
que Dios tomó de la fuerza vital de Adán? Pero la fuerza vital
por antonomasia es la CÉLULA. Sin ella no hay vida, ni
siquiera en el Paraíso.
Ese es precisamente el principio básico en que se fundan las
investigaciones de la biología molecular.
Sin embargo, ya dicen que la experiencia es un grado.
Mis preguntas de entonces no sondeaban a bastante profundidad.
Debí preguntarme además: ¡cómo es posible que el propio Adán
apareciese así, sin más ni más? ¿Qué fue primero, el huevo, el
gallo o la gallina? Cierto que Adán incluso pudo ser un bebé
de probeta, pero también cabe la posibilidad de que fuese
producido como CLON. Ese primer clon es lo que ahora nos
importa, sin que, hoy por hoy, la idea sea ya demasiado
atrevida.
¿De qué raza era la niña de probeta de Oldham, Londres?
De raza blanca, naturalmente, puesto que sus padres lo eran.
Ahora bien, ¿de qué raza eran nuestros remotos antepasados, a
los que podemos seguir llamando Adán y Eva, si así lo
preferimos? ¿Tenían la piel de color blanco, negro o amarillo?
¿O quizá la tenían de un color que ahora ya ni siquiera
existe?
Los teóricos de la evolución aseguran que el hombre desciende
del mono. Pero, ¿quién ha visto nunca un mono blanco? ¿O un
mono negro con el pelo ensortijado, como el que adorna a los
espléndidos representantes de la raza africana?
Nadie niega que la anatomía de nuestro cuerpo nos sitúa en
parentesco con la familia de los monos, atendidas semejanzas
tales como el uso de las manos para sujetar los objetos, o los
ojos grandes y dirigidos hacia delante permitiendo la visión
en relieve.
Cuestiones raciales
Todo eso es indiscutible, pero nos falta un elemento. Que en
mi opinión fue extraterrestre. Un cruce entre el planeta
Tierra (el animal) y el Cosmos (la inteligencia)..., pues el
primate inteligente, tal como es, no puede descender de
ninguna especie de simios primitivos: el hecho de la raza
basta para demostrarlo.
¿A qué raza pertenecieron los primeros seres humanos? (p.63)
¿Por qué hay diferentes razas?
La etnología o estudio de las razas es una rama de la
antropología biológica, geográfica y cultural. Se entiende por
raza todo subgrupo DENTRO DE UNA ESPECIE, que se distingue de
los demás DE LA MISMA especie gracias a determinados
caracteres exteriores. Esas características diferenciales
pueden ser: las proporciones, la forma del rostro, el color de
la piel (debido a los pigmentos, que son sustancias coloreadas
contenidas en las células epiteliales), el cabello, la forma y
color de los ojos, la forma de los labios, los grupos
sanguíneos, etcétera.
Según la definición establecida en 1951 por la UNESCO, las
tres razas principales - caucásica, mongoloide y negroide - se
distinguen por una serie de "características bien definidas y
predominantemente debidas a factores hereditarios".
Pero todos los grupos raciales humanos pertenecen a la misma
ESPECIE; es decir, que las tres razas fundamentales con sus
diferentes variedades esparcidas por todo el mundo
corresponden a una misma especie biológica. En tal sentido son
ESPECIES las poblaciones cuyos individuos pueden cruzarse
entre sí. Puesto que no hay barreras fisiológicas ni
morfológicas que impidan el apareamiento, es posible el cruce
mencionado, como se ha demostrado y se sigue demostrando a
diario en toda la Tierra...
... Lo cual no contesta a la pregunta de cómo aparecieron las
diferentes razas. Teorías hay muchas, pero falta la certeza
científicamente asentada. Lo seguro es que las razas no han
aparecido en época histórica, sino que existen desde los
tiempos más remotos, de los que no queda testimonio cultural.
Las antiguas civilizaciones de Sumer, Babilonia y Egipto
consideraban las diferencias raciales como cosa establecida
desde toda la eternidad. Herodoto, Hipócrates y Aristóteles
mencionan diversas razas con la mayor naturalidad. A través de
milenios de tradición oral y escrita discurren como un hilo
rojo - rojo de sangre - las polémicas sobre cuestiones
raciales, las noticias de guerras entre razas y los recuerdos
de repugnantes pogromos. Una y otra vez, en diferentes épocas,
sucede que una raza se siente superior a otra, que los
individuos de una raza se irritan ante la mera diferencia que
contemplan en los de otra.
La locura de los individuos DE UNA ESPECIE culminó en nuestro
siglo a través del delirio racista hitleriano. Ese rastro de
sangre y muerte permanecerá como el infierno de toda la (p.64)
historia humana, como un aviso para todas las generaciones
venideras. Esos hechos horribles deben quedar como una
singularidad en la memoria de la especie. Los medios por los
cuales se comunican en nuestra época los países, los
continentes, las naciones, las razas y las tribus traerán a la
conciencia general la realidad de que todos pertenecemos A LA
MISMA ESPECIE. Esperémoslo así.
Características genéticas
Dicho esto para que nadie se llame a engaño, nos queda la
cuestión del porqué de las diferencias humanas. La genética
humana, esa rama moderna de la etnobiología, busca las
clasificaciones objetivas que hagan referencia a caracteres
GENÉTICOS. Se han investigado los grupos sanguíneos, las
seroproteínas, el factor Rh, al objeto de hallar criterios de
clasificación que puedan tabularse para dar los fenotipos
comparativos de las razas.
Así, por ejemplo, sabemos que el 89,3% de todos los indios
pertenecen al grupo sanguíneo 0, mientras sólo un 0,8% de la
población india presenta el grupo B. Este resultado difiere
sensiblemente del hallado entre los mongoloides, entre quienes
la proporción correspondiente al grupo B es del 18,3%, frente
al 55,7% de los que tienen el grupo 0.
Ahora bien, estas comparaciones entre grupos sanguíneos son,
sin duda, del mayor interés para los etnobiólogos, pero me
pregunto si pueden conducirnos a algún resultado
significativo. ¡Pues la clasificación que averigüemos hoy sólo
será aplicable a la actualidad! ¿Cómo podemos estar seguros de
que la proporción entre los grupos sanguíneos no ha cambiado a
lo largo de los milenios... ni de cuál llegará a ser en un
futuro distante?
Por otra parte, el método seguido no suprime de raíz el
prejuicio racial. Pues lo mismo que antes el yanqui decía:
"¡Bah, no es más que un negro!", y el negro: "¡Bah, no es más
que un indio!", en adelante será posible decir con la misma
estolidez: "¡Bah, no es más que un del grupo A factor Rh+
(positivo)!" Y se resultase que una determinada combinación
genética tiene, efectivamente, ventajas sensibles sobre
cualquier otra, tendríamos abonado el terreno para un nuevo
tipo de discriminación racial; ahora, eso sí, fundada en bases
científicas. (p.65)
Que la clasificación se oriente por los caracteres visibles o
por criterios genéticos, en ninguno de ambos casos queda
contestada mi pregunta. Es decir, que la comparación entre
razas no nos dice de qué raza eran los primeros hombres, ni
por qué difieren entre sí tan radicalmente las tres razas
principales.
Negroides, mongoloides,
caucásicos
Los negroides (uno de cuyos tipos más marcados se da entre los
habitantes de Jamaica) tienen la piel negra, labios abultados,
cabello (generalmente) ensortijado y nariz achatada. Nada de
esto hallamos entre los caucásicos. Pues bien, dentro de la
raza negroide hay dieciocho subgrupos, con diferencias bien
marcadas. En cuanto a los mongoloides, ha sido preciso
desglosarlos en no menos de veinte variedades. La causa de
ello es clara y evidente: debido a mutaciones - modificaciones
de los factores hereditarios - ocurridas a lo largo de la
historia evolutiva, se han presentado variaciones en el
esquema racial. Pero lo que a mí me interesa no son las
diferenciaciones DENTRO de la raza principal, sino sólo el
dilucidar la cuestión de cómo pudieron llegar a existir los
tres grupos mayores.
Todos los humanos tienen la
misma estructura albuminoide
El punto de partida de todas las consideraciones es la
unicidad de la estructura anatómica de todas las razas, así
como la viabilidad del apareamiento de individuos de todas las
razas entre sí. TODAS tienen LOS MISMOS antepasados. TODOS los
hombres de TODAS las razas tienen en sus células LA MISMA
ESTRUCTURA DE AMINOÁCIDOS. Mas, al considerar la cuestión así,
nos sale otro parentesco inesperado con nuestros parientes los
simios: ¡también el chimpancé tiene nuestra estructura de
aminoácidos!
¿Cómo es eso?
Desde los tiempos de Charles Robert Darwin (1809-1892) se
considera aceptable que las especies han surgido de un proceso
de selección natural, y que los simios y el hombre siguieron
caminos divergentes, a partir de UN tronco común y desde un
determinado momento X de la evolución. Es decir, de un (p.66)
proceso que abarcó millones de años. Es posible. Según eso,
hemos progresado hasta la coronación de la Creación a través
de millones de mutaciones ocurridas a lo largo de millones de
años. No está mal.
Pero habremos de acudir al milagro si queremos explicar cómo,
a través de la serie ininterrumpida de mutaciones causantes de
cientos de particularidades específicas. las estructuras de
los aminoácidos del hombre y del chimpancé han atravesado todo
el proceso del supuesto mejoramiento sin experimentar ninguna
modificación.
Resulta, por ejemplo, que las ciento cuarenta y seis
macromoléculas albuminoides de la hemoglobina (que es el
pigmento de los glóbulos rojos) son idénticas en el chimpancé
y el hombre, con excepción de uno solo de los aminoácidos
componentes. Ante tal semejanza, podemos perdonarle al
naturalista sueco Carl von Linné (1707-1778) que diese al
chimpancé la denominación de "Homo troglodytes", es decir,
hombre de las cuevas.
La igual estructura de los albuminoides del hombre y el
chimpancé demuestra que el hombre NO PUDO SURGIR SÓLO a través
de la mutación y la evolución naturales. ¿Por qué?
Las afinidades electivas
Si se comparan las estructuras albuminoides de dos ranas,
resultan diferencias cincuenta veces más grandes que las
existentes entre chimpancé y hombre, ¡y eso con lo que llega a
parecerse una rana a otra! Conclusión: dado que las ranas
están más emparentadas entre sí que el hombre y el chimpancé,
las estructuras de los albuminoides de las ranas deberían ser
más parecidas, y las del hombre y el chimpancé completamente
diferentes. Sin embargo, ocurre exactamente lo contrario.
Cuando el profesor Alan C. Wilson y su colega Mary-Claire
King, ambos bioquímicos de la universidad de California,
tuvieron ante sí los asombrosos resultados de sus estudios
sobre los albuminoides, quedaron convencidos de que "DEBE
EXISTIR UN MOTOR DE LA EVOLUCIÓN NO DESCUBIERTO HASTA EL
PRESENTE, Y MUCHO MÁS EFICAZ" (nota 23: "Durch Gen-Rutsch zum
nackten Affen"; In: Der Spiegel, 18/1975, Hamburgo) de lo que
se suponía hasta entonces.
Desconocido motor de la
evolución
¿Cuál pudo ser ese motor de la evolución? El antropólogo
profesor Loren Eiseley, de la universidad de Pennsylvania,
no ha vacilado en manifestar sin rodeos que los teóricos de
la evolución deben haber descuidado un factor esencial, el
mismo que produjo las aptitudes intelectuales al formarse
los grupos humanos.
Eso creo yo también, pero ¿cómo se explica el fenómeno de
que (al parecer) el hombre y el chimpancé estén más
emparentados entre sí que los batracios de protuberantes
ojos, cuyas estructuras albuminoides son tan diferentes? Y
ello, a pesar de que - según Darwin y la teoría de la
evolución -, el paso del chimpancé al hombre debe haber
necesitado más millones de años y millones de mutaciones que
los que supone el salto relativamente breve de los batracios
a través de la historia del mundo.
Mi respuesta:
La mutación artificial
Hubo una mutación artificial del mono al hombre. No hace
tantos años como querríamos creer; la familia se separó hace
sólo algunas decenas de milenios. POR ESO todavía son
idénticas las estructuras de aminoácidos entre nosotros y
nuestro primo el chimpancé. Si entre los primitivos
homínidos, es decir unos monos más o menos semejantes al
hombre, y el HOMO SAPIENS (con cuyo honorífico título nos
distinguimos a nosotros mismos) mediaran millones de años y
muchos miles de mutaciones positivas, en tal caso, como
puede confirmar cualquier genetista, las estructuras
albuminoides de ambas especies de seres deberían ser muy
diferentes. Invirtiendo el argumento: puesto que no lo son,
puesto que salvo mínimas diferencias son idénticas, es
forzoso que nuestro antepasado el primer HOMO SAPIENS se
diferenciase de los monos primates sólo "recientemente", es
decir, hace escasas decenas de milenios.
Ahora bien, el hombre no puede cruzarse con los monos, ya
que el primate inteligente es, en todos los conceptos, una
especie totalmente distinta de todas las especies de monos.
¿Cómo es posible que la especie humana haya progresado de
manera tan positiva en lo que, medido a la escala de la
historia (p.68)
planetaria, apenas representa escasos "minutos"? ¿Cómo
perdió el vello, quienquiera que fuese, todavía mono o ya
hombre? ¿De dónde sacó el don del habla? ¿Cómo se le ocurrió
"civilizarse", de buenas a primeras, creando culturas?
¿"Quién le insinuó la gloriosa idea de cazar los animales
que hasta entonces habían sido sus compañeros? ¿De dónde le
vino la luminosa idea de encender fuego para poner a
calentar la sopa?
Sí, por cierto, y ¿con QUIÉN se apareó el primer ser humano,
puesto que, como individuo mutante recién separado del
tronco simio, debió encontrarse completamente solito en el
mundo y sin pareja compatible para él? No pudo hacerlo con
ninguna de sus parientes las monas, pues éstas y él tendrían
diferente número de cromosomas.
¡Qué sandeces!, oigo que replica el partido de los
antropólogos. Todo lo descrito y muchas cosas más no
ocurrieron "de pronto", sino que necesitaron millones de
años de una evolución gradual. El carácter "súbito" de la
racionalidad del HOMO SAPIENS, según ellos, sería un invento
mío, no sustentado por hecho alguno. Lo malo es que ahora
este último argumento no cuela, al haberse demostrado
fehacientemente que el hombre y el chimpancé tienen el
privilegio de compartir la misma y muy complicada estructura
de albuminoides.
¿Dónde habrá que buscar el ansiado, pero todavía desconocido
motor de la evolución (Wilson)? ¿Cuál es el factor olvidado
por los teóricos de la evolución, y que trajo las facultades
intelectuales a los primeros grupos humanos (Eiseley)?
Para contestar a todas estas preguntas nos bastará tener la
audacia de pensar lo que sólo aparentemente es impensable:
Los extraterrestres separaron al HOMO SAPIENS de los monos
por medio de una mutación artificial, y le hicieron
inteligente. A su imagen y semejanza. ESA manipulación
programada es el motor de la evolución. Y funciona
perfectamente, como vamos a ver.
Sobre el postulado de aquella primera "intervención", voy a
exponer una serie de ideas especulativas.
¿De qué raza era el primer
hombre?
En efecto, ¿de qué raza eran los primeros hombres?
Por su anatomía, indiscutiblemente el hombre deriva de una
(p.69)
especie de simios. Según esto, los primeros hombres serían
negros, de raza negroide, como lo son sus parientes los
monos. Pudo haber sido así, pero, en tal caso, ¿por qué no
se extendieron por todo el planeta estos primeros "dueños de
la tierra"? Y además, ¿de dónde surgieron luego los
mongoloides y los caucásicos, es decir los "amarillos" y los
"blancos"?
¿Es que los extraterrestres programaron diferentes razas
desde el primer momento? ¿Se trataba de dotar a los
diferentes grupos humanos de aptitudes distintas, para que
se adaptasen mejor a las condiciones climáticas y
geográficas de los distintos continentes? ¿Quizá se dispuso
genéticamente la pigmentación de la piel negra para que esta
raza pudiera habitar las zonas cálidas? En tal caso, y por
el razonamiento contrario, ¿qué ventajas presentaría la piel
blanca? ¿Acaso es más favorable para la supervivencia en las
regiones con escasa luz diurna?
Actualmente se supone que los primeros hombres que poblaron
nuestro planeta eran de piel oscura. La permanencia en
diversas regiones del mundo, y la diferente irradiación
ultravioleta recibida, habría modificado luego el color de
la piel, dando lugar a distintas tonalidades. Aunque se
quiera hacer responsable de este "mimetismo" a la vitamina D
producida por los rayos ultravioleta, la teoría no me parece
muy consistente. Los esquimales, que como todos saben viven
en estepas de hielo donde el sol suele brillar por su
ausencia, tienen la piel oscura. Y no me digan que ese color
les viene de consumir mucho aceite de pescado. ¿Y de qué les
sirve a los mongoloides su color amarillo? En cuanto a los
negros que han pasado a vivir en regiones de escasa
insolación, ¿no tendrían que mudar su piel por otra de
tonalidad más clara?
La estrategia
extraterrestre para la creación de razas
La superior y avanzada inteligencia de los extraterrestres,
que es uno de mis postulados de base, sin duda debió tener
sus motivos para producir, deliberadamente, varios tipos
raciales fundamentales. Sus primeras exploraciones del
planeta azul debieron mostrarles la gran variedad de los
influjos ambientales a que estarían expuestas sus
creaciones. Tal vez había diferentes razas también entre
ellos. Y puesto que mutaron y dieron razón a los homínidos
"a su imagen y semejanza", verían en esa diferenciación un
indicio para las futuras generaciones (p.70),
una pista que señalaría el hecho de su presencia en el
pasado y para el futuro.
Como, en mi opinión, una elevada inteligencia presupone
también un grado elevado de responsabilidad ética, la
fundación genética de distintos colores de piel (con las
demás características que les acompañan) podría tener una
intención eminentemente educativa: ¡Miraos los unos a los
otros! Cualquiera que sea el color de vuestra piel,
pertenecéis a la misma especie, conque ¡vivid en paz!
¿Es posible que la tripulación de la primera nave
prehistórica estuviese formada por individuos de diferentes
razas?
¿Será verdad que se unieron con las hijas de los hombres,
como atestiguan las grandes leyendas de la tradición en todo
el mundo, dando lugar a una descendencia? Esas relaciones
sexuales prohibidas, en principio, por los "dioses",
¿habrían dado lugar a las diferentes razas a "imagen", es
decir, con arreglo a la dotación genética de los
progenitores extraterrestres?
O bien, sigo preguntándome, ¿hubo visitas de naves del
espacio en DIFERENTES épocas y sin que estos diferentes
visitantes tuvieran noticias los unos de los otros? Puede
que el primer grupo derivase al HOMO SAPIENS del primitivo
tronco primate, dejando una raza negra que posteriormente
recibiría la visita de otras expediciones a cargo de
viajeros del espacio blancos o amarillos; y tal vez éstos,
no satisfechos con la raza negra que hallaron, volvieron a
practicar la cirugía genética para programar el código de
una raza blanca o amarilla.
Estoy seguro de que los etnobiólogos archivarán estas
consideraciones mías sin concederles ningún valor. Se
consideran satisfechos con las explicaciones convencionales
imaginadas hasta ahora. Pero, en realidad, ¿qué es lo que
saben? Bastará un ejemplo para ilustrar la insuficiencia de
las doctrinas vigentes:
Una familia negra emigra.
¿Qué pasa entonces?
Una familia negra abandona sus habituales regiones cálidas y
se establece en una zona más fría. A lo largo de las
generaciones, los pigmentos se modifican y la piel negra se
vuelve más clara, quizá tan clara que los negroides se
convierten en blancos. No siendo ya necesaria la piel
oscura, dicen los especialistas en tales cuestiones, la
adaptación se orienta en el sentido (p.71)
de prescindir de la pigmentación protectora. Muy bien. Pero
ahora el negro, en su nuevo ambiente, tendría que perder
también su cabello ensortijado, sus labios abultados y sus
ojos oscuros protuberantes, pues sin ello el negro nunca
llegaría a ser un blanco.
Me dicen que es bien sencillo. Que entonces el negro se
aparea con una blanca, y que así poco a poco...
¡Un momento, señores míos! ¡Estoy hablando de aquellos
tiempos en que sólo había UNA RAZA! Pues al principio, si
hemos de estar de acuerdo con los etnobiólogos, sólo había
una raza, la negra, la que tomó su tinte de los monos.
Cero. No saben nada
El paso del negro al blanco habría exigido más de UNA
mutación. Hay que proponer una interminable cadena de
mutaciones. ¿Cómo surge una especie nueva partiendo de otra
ya existente? O lo que viene a ser parecido, ¿cómo un negro
de pura raza puede llegar a ser blanco sin cruzamientos
entre razas?
Las actuales razas "intermedias" - el tipo arábigo, el
esquimal, el isleño de los mares del Sur, por ejemplo -
provienen de cruces interraciales. Evidente.
Pero tal posibilidad no existía al principio de los tiempos.
La ciencia dice que sólo había UNA raza, y que ésta -
¡auxíliame, Santa Rita! - dio lugar a las demás. Fijémonos
bien: ¡no a una, sino a todas las demás!
Que quede bien claro: es la ciencia quien asegura que al
principio sólo había UNA raza, a saber, la NEGRA. No había
blancos ni mestizos que pudieran servir para cruzamientos.
Cero. Sólo una raza. Quedo bien enterado.
De lo que infiero que la raza blanca no pudo aparecer al
cabo de muchas generaciones - según se aduce - de
apareamientos entre negros y blancos. La única manera en que
nosotros podríamos estar presentes es que los ex negros lo
hicieran única y exclusivamente con blancas, o viceversa,
durante equis milenios. No digo que no sea posible, sólo
que, ¿de dónde salieron esos blancos? (p.72)
Una leyenda sobre el origen
de las tres razas principales
Los árabes cuentan una instructiva leyenda sobre el origen
de su propia raza:
Un bello día, el buen Dios tomó una pella de barro y con
ella formó al primer hombre; luego metió su obra en el horno
para cocerla. Pero entonces llovió y el agua apagó el fuego
antes de tiempo. Cuando el buen Dios acudió a echar una
ojeada por la mirilla del horno, vio que su trabajo tenía un
aspecto blanquecino y desagradable. Para no desperdiciar el
material, sacó la obra, le dio vida con un soplo y dejó en
libertad al hombre blanco, pese a su defectuosa calidad.
Seguidamente, Dios echó nuevamente mano de la cubeta para
formar otro hombre; encendió el horno y aguardó a tenerlo
muy caliente antes de introducir en el mismo su segundo
ensayo. Luego se unió a la alegre danza de los dioses y se
olvidó de su trabajo. Cuando volvió para sacarlo del horno,
se había ennegrecido la figura y no presentaba un aspecto
muy satisfactorio, pero también a ella le dio el soplo
vitalizante; luego envió lejos al hombre así creado, porque
no le gustaba. Entonces se propuso Dios hacer su obra
maestra, un hombre más hermoso que el blanco y el negro.
Después de dar buena forma al barro, lo metió en el horno y
se sentó al lado del mismo, disfrutando del calorcillo,
mientras vigilaba para no descuidar el momento apropiado.
Cuando el hombre adquirió un agradable color tostado, lo
sacó del fuego, lo vivificó con su aliento y, en vista de
que le había salido tan bien, hizo con él un pacto de
amistad. Así fue creado el hombre moreno, el árabe.
No es difícil deducir de esta leyenda que los árabes se
consideran la raza preferida. Esta vanidad no es un carácter
específico de los árabes, sino que - por desgracia - es
común en los individuos de otras razas.
Un tema candente: la
cuestión racial
Ninguna cuestión tan llena de peligros como la candente
problemática racial: hablar o escribir sobre ella es
pillarse la lengua o los dedos. Ello es así por numerosas
razones: seguramente las diferencias físicas no son las
únicas que impiden dejar enfriar la cuestión para tratarla
con calma y objetividad (p.73).
¿Qué hay en la cabeza, "en el corazón", de quien pertenece a
una raza diferente de la nuestra? Las diferencias de
mentalidad, los encadenamientos de ideas que uno no es capaz
de reproducir, dificultan extraordinariamente la
comprensión. El caucásico menea la cabeza, incomprensivo,
cuando ve en la televisión un grupo de color que entierra a
sus muertos al son del "tam-tam"..., uno cree que en
semejantes situaciones hay que exhibir una actitud
reservada, solemne y triste. Por las descripciones de los
grandes exploradores del Oriente sabemos que allí se
soportan con estoica serenidad los golpes y contrariedades
que a nosotros nos sacarían de nuestras casillas. Las
características raciales no son más que exterioridades, en
el verdadero sentido de la palabra. Las auténticas barreras
se sitúan a un nivel mucho más profundo. Sin embargo, para
poder progresar hacia ellas hemos de ocuparnos en primer
lugar de las particularidades, digamos, medibles y
sensibles, que son las orgánicas. Sólo después podremos
pasar a un sondeo más profundo, susceptible de despejar los
últimos prejuicios (y las ficciones de nuestra vanidad).
¿Caracteres específicos?
Los etnólogos se deslizan por una pendiente balizada con
banderitas que son otros tantos interrogantes. A mí me
interesaría saber si existen razas con aptitudes específicas
que las capaciten, por su mera existencia, para misiones
especiales. Hablando en general, los negros están mejor
dotados para la música, llevan "el ritmo en la sangre". ¿Por
qué? ¿Es únicamente la piel lo que hace más resistente al
sol de alta montaña a los SHERPAS, en comparación con los
blancos? ¿Por qué los negros resisten mejor que los mongoles
la exposición a los grandes calores? ¿Por qué no les sale
vello en el pecho a los auténticos indígenas de los mares
del Sur? ¿Por qué no encanece el cabello de los indios de
América Central, descendientes de los mayas, por muy
ancianos que sean? ¿Por qué no hay ningún negro que tenga
los ojos azules? ¿Se puede demostrar que una raza tenga más
inteligencia que otra?
Sería fácil alargar esta lista de preguntas.
No se me oculta que estoy tocando materia explosiva cuando
me pregunto si las diferentes razas no habrán sido
"programadas" desde el principio por los extraterrestres
para cumplir (p.74)
diferentes misiones, a cuyo objeto habrían sido dotadas de
diferentes aptitudes.
¿Por qué somos como somos?
No soy racista. No concedo que ninguna raza terrestre esté
dotada de ventajas o desventajas. Pero mi afán de saber es
más fuerte que el tabú según el cual no se debe hablar de
problemas raciales, porque es inoportuno y peligroso. En mi
opinión, los etnólogos negros, amarillos y blancos deberían
echar sus trabajos en el crisol común para llegar al fondo
de esta cuestión: ¿Por qué somos como somos?
Aceptada esta pregunta fundamental, no se puede ni se debe
eludir la espinosa averiguación siguiente: ¿Existe una raza
privilegiada?
Si tomamos la Biblia como el compendio de la sabiduría
occidental, es decir, si seguimos la relación del Antiguo
Testamento, veremos que los judíos se consideraban "pueblo
elegido". A lo cual es forzoso preguntar: ¿elegido por quién
y para qué? ¿Estaban predispuestos para una misión especial?
La milenaria pretensión de ser el pueblo elegido, ¿no
guardará alguna relación causal con las terribles y
repetidas persecucionse que ha padecido el pueblo judío? ¿Se
oponen otras naciones a este postulado, o consideran que
deben defenderse frente a la pretendida superioridad? ¿Por
qué, cuando los judíos nunca han hecho nada CONTRA ellas?
Casi todos los años, un
premio Nobel judío
Al contemplar la historia de las ciencias naturales a lo
largo de los siglos XIX y XX, compruebo que más del
cincuenta por ciento de todos los descubrimientos e
innovaciones en el terreno científico se deben a individuos
de origen judío, de la NACIÓN JUDÍA. Entre astrónomos,
bioquímicos, matemáticos, botánicos, físicos, médicos,
zoólogos y biólogos destacaron siempre los judíos (nota 24:
Oppenheimer, J.F.: Lexikon des Judentums; Gütersloh 1967).
Entre 1901 y 1975, recibieron el premio Nobel sesenta y seis
judíos.
¿Será verdad que el "pueblo elegido" es realmente una "raza
elegida"? Por supuesto que no, porque los judíos no son una
"raza". En su mayoría pertenecen biológicamente - lo mismo
que sus vecinos los árabes - al subgrupo semita u
orientaloide (p.75)
de la raza caucásica. Por eso no debemos decir "la raza
judía", sino "el PUEBLO JUDÍO". Por consiguiente, los
méritos destacados de los científicos judíos no pueden
motivarse en el aspecto racial.
Y sin embargo:
Vaya de acuerdo o no con el paisaje intelectual de nuestra
época, moleste o no a los oídos sensibles, puedo afirmar y
afirmo que los extraterrestres eligieron a una raza en
concreto. Las mitologías no cuentan cómo determinados
"dioses" dirigieron las acciones de su "raza" y la
protegieron frente a las influencias extranjeras o enemigas,
prometiendo a los individuos de aquéllas posiciones de
predominio en nuestro planeta. Lo que no dicen las antiguas
fuentes es cuál era la raza que gozaba de la predilección de
los dioses. Lo que sí nos dice el Antiguo Testamento es que
a los elegidos no les estaba permitido confundirse con los
demás.
Cuarentena para una nueva
generación
Mientras Moisés conducía a los israelitas durante cuarenta
años a través del desierto, desde Egipto hasta la tierra de
promisión, les prohibió por indicación de su Dios toda clase
de contactos con miembros de otras razas. Y Dios estaba
sobre ellos y protegía a los israelitas; les acompañaba y
guiaba con su signo, la columna de nubes que durante el día
era blanca y de noche resplandecía como el fuego. Así
mantuvo alejados a extraños y enemigos aquel dios celoso,
mientras alimentaba a los suyos con el maná, el milagroso
alimento del cielo.
Al final de la peregrinación, al cabo de cuarenta años, los
israelitas entraron en la tierra prometida. Pero,
¡atención!, sólo pudieron entrar los de la NUEVA generación.
A los mayores, incluso a Moisés, se les prohibió severamente
la entrada en aquella tierra donde "corría la leche y la
miel".
Pues, ¿qué había ocurrido?
Esa disposición aparentemente absurda no puede justificarse
por más que los glosadores teólogos o historiadores traten
de hilar fino.
Teniendo en cuenta que llevo ya diez años presentando mis
ofertas intelectuales, no sé si será mercancía vieja o
última moda decir que mi interpretación de la cuarentena
impuesta a los elegidos es la siguiente: Que los "dioses" o
los "extraterrestres" (p.76)
- lo cual viene a ser lo mismo - durante los cuarenta
años de peregrinación (que implicaron forzosamente un
aislamiento respecto de los demás grupos humanos) formaron
una nueva generación con nuevas características genéticas,
una generación con dotes que no poseían los demás pueblos
circundantes. ¿Será por ese aislamiento "legalmente
impuesto" del material genético que sigue vigente la regla,
según la cual los judíos han de matrimoniar únicamente con
judías? ¿Quizás el cumplimiento de esta máxima mosaica ha
conducido, si no a una "raza" judía, sí a un "tipo" especial
humano, que se distingue del resto de la humanidad por una
serie de ventajas y defectos específicos?
Precisamente en nuestra época, cuando se trata de luchar
contra los prejuicios raciales, mis consideraciones pueden
parecer fuera de propósito. En efecto, se les podría buscar
un matiz de racismo. Soy consciente de la responsabilidad
que implica el plantear si hay razas privilegiadas, pero
considero que el ocultar un problema no puede contribuir de
ningún modo a su solución.
Especificaciones raciales a
través de la genética humana
Las investigaciones de la genética humana dan lugar, entre
otras cosas, a especificaciones de razas; por tanto, pisan
el mismo tejado de hojalata caliente que yo. Algún día
conseguirán determinar (si es que no lo han determinado ya
sin que nosotros lo sepamos) cuáles son las combinaciones
genéticas que aventajan a una raza o especie, y cuáles
conviene descartar, Para decirlo de una manera gráfica: si
un defecto de nuestro ADN provocase el nacimiento de
personas con sólo tres dedos y una oreja, todos nos
alegraríamos mucho de que tal defecto fuese rápidamente
suprimido. Lo que se obtiene en el reino vegetal, digamos
por hibridación - que no deja de ser otro sistema para
programar las células -, cuando se cría una variedad de
trigo más resistente y de tallo corto, o en el reino animal,
al lograr vacas con mayor producción de leche, son
intervenciones en el "cariotipo" celular natural.
¿Serán posibles, en un próximo futuro, las manipulaciones de
la masa hereditaria humana? Esta perspectiva se abre ante
nosotros de manera terrible, incluso diría espectral.
¿Qué les parece la lectura de esta fría noticia? (p.77)
Animales de tubo de ensayo
<John Gurdon, biólogo de la universidad inglesa de
Cambridge, tomó células embrionarias de una rana albino.
Separando de estas células el núcleo con los genes, lo
trasplantó a las células de otra rana, cuyo núcleo propio
había sido extirpado previamente. De dichos óvulos
resultaron renacuajos, y de éstos, a su vez, ranas albino
que no guardaban el menor parentesco genético con su rana
madre.> (nota 25: Speicher, Günter: Mensch und Tier aus
der Retorte; In: Welt am Sonntag; 23 de julio de 1978,
Hamburgo)
El método empleado en este experimento recibió el nombre de
"cloning", derivado de la palabra griega CLON que significa
"rama". Günther Speicher lo ha explicado de una manera
simplificada:
<El esqueje de una planta que, puesto en la tierra, da
lugar a una nueva planta, permite obtener un vegetal
idéntico a la planta originaria.> (nota 25, cit).
No olvidemos que TODO organismo está constituido por
células, CADA UNA de las cuales contiene todas las
informaciones necesarias para reconstruir el organismo
completo.
Copias exactas del original
De aquí dedujeron los microbiólogos y los microcirujanos la
posibilidad de reconstruir el todo a partir de una sola
célula - ¡sin necesidad de fecundación! -, siempre que fuese
posible tomar el núcleo de esa célula e implantarlo completo
en un óvulo previamente desprovisto de núcleo. Si eso se
consiguiera, aventuraron los científicos, podría
multiplicarse cualquier organismo vegetal, animal o humano
siguiendo exactamente el modelo del donante de aquel núcleo.
El nuevo producto no podría distinguirse del original. Ese
juego que a veces hace la naturaleza con los gemelos
univitelinos "que no pueden distinguirse el uno del otro",
porque se parecen "como un huevo a otro", podría
reproducirse artificialmente y en ediciones de ilimitado
número de ejemplares.
Tal fue, precisamente, el método de que se sirvió el
profesor Gurdon para obtener su colonia de batracios. Y cada
una de las (p.78)
ranas se parecía tanto a las demás, como de todos modos
suelen parecerse las ranas bajo nuestras superficiales
miradas. Pero en este caso, cada una de las muchas ranas era
una copia "fiel" del original. Sin ningún defecto.
¡Viven los primeros ratones
obtenidos por clonación!
Los ratones SON mamíferos, ¡y los primeros clones de esta
especie ya existen! El óvulo de la ratona, fecundado IN
VITRO, fue manipulado en seguida: mediante una cánula del
grosor de un cabello, se le extrajo el núcleo del
espermatozoide masculino. De este modo se consiguió que el
embrión de ratón dejase de contener la información
hereditaria de ambos progenitores, quedándole únicamente la
de la madre, cuya copia exacta se trataba de obtener. Por
este sistema, pues, únicamente pueden obtenerse clones
hembras. ¡Qué felicidad! ¿Y que hay de la clonación de
machos? ¡Muy fácil! Oigan al profesor Illmensee de la
universidad de Ginebra:
<Si se intercambia toda la dotación hereditaria de un
óvulo fecundado por el núcleo de una célula somática,
naturalmente sería también posible obtener copias de
individuos masculinos.> (nota 26: Schultze, H.: Die
ersten geclonten Müase leben schon; In: Frankfurter
Rundschau, 26 de agosto de 1978)
El fisiólogo inglés Alan S. Parker casi logró una profecía
cuando, mucho antes de que se hubiera demostrado
experimentalmente la viabilidad de la clonación, consideró
posible aislar un núcleo celular humano y conseguir su
gestación en un útero cualquiera; dando un paso más, exigió
también que se dedicase más atención a la investigación de
medios para almacenar el semen humano. Sin duda pensaba en
la reproducción de los ejemplares especialmente valiosos.
Con estas ideas, Parker se hallaba muy bien acompañado, pues
también el profesor Marshall W. Nierenberg, autor de
trabajos fundamentales para el desentrañamiento del código
genético, opinaba que algún día sería posible superar todas
las dificultades, planteándose sólo la cuestión del cuándo.
Nierenberg predijo que antes de veinticinco años se lograría
programar las informaciones genéticas celulares. optimismo
compartido por el profesor Joshua Lederberg, geneticista de
la universidad Stanford de California, quien está convencido
de (p.79)
que la masa genética humana podrá ser manipulada antes del
fin de siglo actual.
Parece que los plazos señalados por estos conocedores de la
materia son prudentes en exceso. La cosas se nos viene
encima mucho más pronto.
¿Burlará el hombre a la
naturaleza?
¿Estamos empezando a jugar con nuestro destino?
¿Puede el hombre actuar de manera diferente a lo que está
haciendo?
¿No estaremos encerrados en una carcasa de procesos mentales
que hemos de continuar POR FUERZA, obedeciendo a una
voluntad superior que los programó en nosotros? ¿Porque
nuestros creadores nos hicieron inteligentes "a su imagen y
semejanza"?
¿Por qué sabían que algún día lejano nosotros REPETIRÍAMOS
lo mismo que ellos hicieron CON NOSOTROS?
¿No lo predijeron los mismos dioses en el Génesis?
<Éste no ha sido sino el comienzo de su quehacer; a
partir de ahora, nada de lo que se propongan les será
imposible.> (Génesis 11,6)
A partir de ahora, nada les
será imposible
¿Se llegará alguna vez a obtener seres humanos por
clonación, a "fabricar" cualquier número de reproducciones
de un prototipo cualquiera? Los experimentos llevados a cabo
con éxito en los mamíferos suelen ensayarse (casi) siempre,
al cabo de algún tiempo, en los humanos. Que el primer
hombre creado por clonación viva ya de incógnito en los
Estados Unidos, según informó el periodista científico David
Rorvik (nota 21: Rorvik, D.M.: Nach seinem Ebenbild;
Francfort 1978) en un minucioso reportaje, documentado con
toda clase de detalles, es una cuestión secundaria. El caso
aislado, por bien probado que esté, palidece ante la
convicción de que los clones humanos estarán aquí dentro de
un plazo previsible.
toda investigación obedece a un motivo y a una finalidad,
que son los móviles que la impulsan. Pero, ¿qué utilidad
puede (p.80)
tener la terrorífica visión de un ejército de hombres
idénticos, tomados de una misma célula (sanguínea, epitelial
u orgánica, poco importa)?
Cuando el método sea practicable, ¿vamos a dedicarnos a
producir en serie a nuestros políticos, soldados,
científicos, pilotos del espacio, obreros, sacerdotes,
adivinos y cómicos? ¿Estaremos cerca de los abismos
predichos por Orwell y Huxley? ¿Crearemos nuevas "categorías
raciales" para que éstas se enfrenten luego en otras luchas
causadas por sus diferencias? ¿Nos someteremos a modas
pasajeras, a ideales de belleza para la temporada, haciendo
salir de la cadena de producción series de maniquíes
masculinos y femeninos obtenidos por clonación? ¿Crearemos
determinados tipos humanos en masa, para que sirvan a este o
aquel objeto de investigación? ¿Pedirá la mujer al hombre
amado, o el hombre a la mujer amada, un par de células que
guardar por si una muerte súbita les arrebatase el original?
¿Se crearán "bancos de células" para atesorar minúsculas
muestras de tejidos tomadas a los héroes del espíritu, a los
genios de todas las ramas, para que después de su
desaparición sus pasos puedan ser seguidos por un ejemplar
humano nuevo, pero idéntico al difunto?
¿Desperdiciar la gran
oportunidad?
Creo que sería para la humanidad un gran paso el que no se
perdiera con la muerte el saber de los grandes genios del
siglo. ¿Cuál habría sido la marcha futura del mundo, si se
hubiera podido contar con la práctica inmortalidad de
Einstein? Quiero decir gracias al procedimiento de
clonación. El gran pensador dispuso que se quemase su cuerpo
y se pusiera su cerebro a disposición de la ciencia, a fines
de investigación (nota 27: Was die Welt bewegte, schwappt im
Reagenzglas; In: Der Spiegel, 36/1978, Hamburgo).
Da vergüenza enterarse de que ese legado para la ciencia se
halla actualmente sumergido en un frasco de formaldehido,
puesto en una caja de cartón de la oficina de un laboratorio
de investigación biológica de Wichita, Kansas (EE.UU.).
Algunas partes del cerebro fueron facilitadas a
especialistas, pero el cerebelo y gran parte de la corteza
cerebral no han sido examinados. El formaldehido es un
poderoso desinfectante; no es probable que célula alguna
haya logrado sobrevivir los treinta y cuatro años
transcurridos desde la muerte de Einstein.
Nunca se sabrá si el gran sabio, cuando hizo su testamento
(p.81)
tenía en mente algo más que una simple autopsia. ¿Tal vez
había previsto oportunidades que nadie más adivinaba en
1955? ¿Habrá desperdiciado la ciencia lo que en un día pudo
haber sido su gran ocasión?
El Homo sapiens, ¿fue
creado por clonación?
Mi propuesta, desde luego especulativa pero fundada en los
hechos citobiológicos y microquirúrgicos actualmente
conocidos, es que los extraterrestres crearon al HOMO
SAPIENS, gracias a su perfecto dominio de las técnicas de
clonación. La misma superioridad técnica que les permitió
realizar la navegación especial puede atribuírseles
fundadamente en el dominio de la genética, en cuyas
manipulaciones debían ser maestros. Así "implantaron" el ADN
de su raza y nos lo transmitieron íntegramente. Y desde
entonces funcionan en nuestro organismo los designios
"divinos". Este saber ancestral es lo que nosotros
perseguimos: lo llevamos dentro de nosotros mismos, y "sólo"
es cuestión de encontrarlo.
En los próximos decenios emprenderemos la salida al espacio
interestelar. TENDREMOS que hacerlo, porque las reservas de
materias primas de nuestro planeta se están agotando. La
necesidad será un móvil más poderoso que el afán de saber,
de establecer contacto con las poblaciones desconocidas o
incluso las civilizaciones que existen en el Cosmos. Pero no
importa el motivo que nos impulse; la expansión hacia el
Cosmos nos será impuesta por ley de supervivencia.
Problemas de la
colonización del universo
Si en las lejanías del espacio se halla un planeta semejante
a la Tierra y que no esté habitado, lo más lógico será
tratar de colonizarlo. En el ramillete de los argumentos
tradicionales contra la exploración espacial y las
posibilidades que implica se ocultaba hasta ahora un arma
contundente de verdad: cómo transportar a miles de hombres y
mujeres hasta el objetivo. Ello necesitaría vehículos
descomunales y los costes serían gigantescos frente a un
éxito más que dudoso; además sería muy difícil abordar un
planeta realmente parecido a la Tierra, y nuestros colonos
perecerían miserablemente; la posible presencia (p.82)
de gases nobles o de otro modo perjudicales, o de bacterias
desconocidas, dañaría a nuestra "raza"; en tales
condiciones, ¿cómo podrían aclimatarse nuestros
representantes?, pues en el planeta hipotéticamente
localizado tal vez habría variaciones térmicas desde más
ochenta hasta menos ochenta grados centígrados; y cómo
podrían resistir eso los humanos sin el uso de complicados
trajes protectores (que dificultarían todo esfuerzo
corporal), etcétera.
Una raza cósmica de clones
A las discusiones sobre estos y otros aspectos, llevadas a
puerta bien cerrada, se les ha puesto un grueso y definitivo
punto final: ¡cloning! Si el planeta está deshabitado, se
programará una "raza" adaptada a las condiciones del nuevo
medio ambiente; si hay vida no inteligente, se tomará un
óvulo de la especie más avanzada y se le implantará una
dotación genética humana. La historia se repite: ¡nosotros
haremos lo mismo que hicieron los extraterrestres con los
primates de nuestro planeta azul!
Estas audaces ideas mías, ¿tienen en la Tierra indicios
análogos y relevantes, confirmaciones o puntos de apoyo?
-- En muchas mitologías y tradiciones religiosas antiguas se
asegura que los "dioses" crearon al hombre a su imagen y
semejanza, y que practicaron varios intentos antes de
culminar la obra con éxito (nota 28: Lexikon der
Prä-Astronautik; Düsseldorf 1979)
-- Diferentes pueblos afirman, en algunos casos incluso en
nuestra época, que los soberanos de sus casas reales
descienden directamente de los "dioses"... lo mismo que los
faraones egipcios, los reyes sumerios, los emperadores
etíopes y persas, la casa real japonesa, etcétera.
-- Los toracha, una tribu indígena de los mares del Sur,
hasta hoy siguen jurando que vinieron del cielo... y que sus
antepasados los puang tenían al principio sangre blanca en
las venas, que luego se fue volviendo roja debido a los
cruzamientos con los terrestres (nota 29: Tichy, Herbert:
Tau-Tau, Bei Göttern und Nomaden der Sulu-See; Viena 1973)
-- En las islas de juncos del lago Titicaca vivía hasta 1962
la tribu de los uros, que tenían la sangre negra. Los uros
no se apareaban con los indios de las tribus vecinas, porque
según sus convicciones procedían del Cosmos y querían (p.83)
reservarse la exclusividad de tal estirpe. Vivían solitarios
y retirados, siempre a la defensiva, huyendo de contactos
con otras tribus.
En principio, los uros vivían a orillas del lago Titicaca.
Pero cuando hace más de 1.400 años, cayeron sobre el
altiplano de Bolivia los belicosos indios aymará, como ma´s
tarde hicieron también las hordas del conquistador español
Francisco Pizarro (1478-1541), los uros construyeron las
islas de juncos en las que se recluirían en adelante. Se
mostraban orgullosos frente a otras tribus, pero procurando
evitar conflictos. Esta actitud, que podríamos calificar de
arrogancia, estaba motivada por sus aptitudes especiales;
según afirmaban, no se hundían en el agua ni sentían los
rigores de las heladas. Las tormentas no podían nada contra
ellos, y las nieblas húmedas y frías que hacían enfermar a
otros indios no les afectaban a ellos, como tampoco el
"fuego del cielo" (los rayos). Los uros conversaban en un
idioma desconocido. Mantenían obstinadamente la creencia de
que ellos no eran humanos.
En 1960 sobrevivían aún ocho uros auténticos en las islas
del Titicaca. En 1962 murió el último.
¿A qué raza pertenecían esos pretenciosos ermitaños? Desde
los comienzos de su existencia velaron por no "bastardearse"
con los terrestres; por tanto, es posible que conservasen
características raciales constantes desde el principio hasta
el fin. ¿Quién creó a estos uros, y para qué fines los creó?
¿Tal vez les estaba reservada una misión especial, y no
estuvieron a la altura de la misma?
¿Conviene la nivelación
racial?
Si las razas principales de la especie humana tienen algo
que ver con "mis" extraterrestres, cabe discutir la cuestión
de sí los "dioses" deseaban los cruzamientos entre razas o,
por el contrario, entraba en sus planes una separación
estricta.
Si merecen algún crédito las leyendas, los mitos y las
primitivas tradiciones religiosas, los dioses eran muy
celosos y serían muy enemigos de cualquier mezcla de razas.
Para no repetir los que tantas veces he dicho y escrito, me
remitiré sólo (p.84)
al aislamiento, más parecido a una cuarentena, de la nueva
generación israelita nacida durante los cuarenta años de
viaje a través del desierto, así como al severo apartamiento
de los puang y los uros. Recordemos también que las familias
reales de los faraones egipcios preferían el incesto para
que todo "quedase en casa".
¿Cuarenta y seis cromosomas
y autosomas = inteligencia?
Sabemos que todas las razas de una misma especie pueden
aparearse entre sí. Si los "extraterrestres" hubieran
querido excluir de una vez por todas esta miscegenación, les
habría sido posible incorporar barreras genéticas. Por
ejemplo, instalando aparatos genitales incompatibles para el
cruce... o diferentes números de cromosomas. ¡A menos que el
número de cromosomas humanos, común a todas las razas, sea
el código secreto de la inteligencia! ¿Será por eso que
desde la mutación prehistórica TODOS los seres inteligentes
tienen cuarenta y seis cromosomas y autosomas contados?
Con los medios que proporciona la clonación sería posible
reproducir la inteligencia (o cualquier otra característica
específica que convenga), fabricada en serie como quien
produce longanizas.
La evolución que se inicia es peligrosa, porque es
tentadora. Así por ejemplo, los cirujanos pueden señalar que
entre los individuos clones serían posibles los trasplantes
de órganos sin dificultad alguna, al desaparecer las
reacciones de rechazo. También se podría afirmar que un clan
de clones representaría la endogamia perfecta. Aunque ésta
sería una consideración errónea, basada en el supuesto de
que se reprodujese sólo un tipo o un número muy reducido de
tipos humanos. Pues, tan pronto como los prototipos
sometidos a clonación fuesen varios, los individuos
correspondientes podrían aparearse entre sí... la
procreación "normal" continuaría.
Ingenuidad sería creer que tales adelantos fuesen a
aplicarse sólo en sentido positivo. Además del caso absurdo,
es decir, que se eligiese a dictadores y asesinos para
clonarlos, no es difícil imaginar que fracasara una
producción, que se produjeran monstruos; al fin y al cabo,
la "materia prima" es de tal naturaleza que su manipulación
resulta dificilísima. ¿Qué hacer con los ejemplares
defectuosos? Al fin y al cabo, estamos hablando (p.85)
de seres humanos. La ética y los sentimientos religiosos
exigen el respeto a la vida ya formada. Todo progreso tiene
sus servidumbres inevitables.
Las oportunidades y los riesgos no están demasiado alejados.
¿A qué lado se inclinará la balanza? ¿Es conveniente un
alto, una prohibición estricta de las investigaciones en el
campo de la biología molecular y la cirugía genética? Aparte
de que, según mi opinión, estamos programados de tal manera
que no podemos dejar de investigar, sería preciso que la
prohibición fuese cumplida en todos los países y hasta en el
último rincón de la Tierra.
Para la investigación genética basta un pequeño gabinete; no
precisa naves con cientos de miles de trabajadores. ¿Quién
va a poder controlarla? ¿Quién sabe si la prohibición sería
respetada en todas partes? La historia nos enseña que JAMÁS
ha sido posible apartar a la investigación de un objetivo,
cuando éste se hallaba "maduro" para ser descubierto.
Indudablemente, además de los problemas biológicos y éticos
se plantearán también los jurídicos. ¿Quién es el progenitor
de una serie de clones? ¿Quiénes pueden ser sus herederos?
¿Cómo definir los límites de la "consanguinidad" cuando
TODOS procedan de una misma cepa celular?
Nos parece estar oyendo el tic tac de una bomba de relojería
biológica.
¡La investigación debe
seguir!
Sin embargo, soy partidario de continuar el estudio del
"cloning", de que se lleven a madurez los procedimientos, de
que se guarden en cajas fuertes y severamente vigiladas los
reglamentos de la manipulación. Que se conserven en
sustancias adecuadas y a las temperaturas más favorables
unas colecciones de núcleos femeninos y masculinos de la
mejor calidad, con todos los productos necesarios para la
gestación ectogenética. Por si hubiera una catástrofe. Puede
ser una catástrofe cósmica, pongamos por caso el
acercamiento de un meteorito que acarrease gases tóxicos a
nuestra atmósfera. Podría ser también una conflagración
atómica que destruyese grandes zonas de nuestro planeta,
dañando además de manera irreparable el material genético
humano. Entonces se podrían repoblar por clonación las razas
humanas... en un regreso a los orígenes (p.86)
El día que la humanidad se vea enfrentada a semejantes
catástrofes, ya no estaremos a tiempo para perfeccionar y
poner a punto la clonación. Lo que necesitaremos será un
procedimiento completa e inmediatamente aplicable.
No se crea que la clonación dará lugar a grandes tiradas de
individuos totalmente uniformes. No dejan de ser individuos
humanos, similares en todo a los producidos IN VIVO por el
viejo y nunca bien ponderado sistema, si bien hechos a
imagen de un modelo único. Es decir, que se parecerán
físicamente y compartirán las características de su dotación
hereditaria, pero no por eso dejarán de ser capaces de
pensar y actuar independientemente, ni de recibir diferentes
influjos educacionales y ambientales. Al fin y al cabo, nada
se detiene. Los clones adquirirán nuevas informaciones
hereditarias y las pasarán a las nuevas generaciones.
Sufrirán mutaciones, y al cabo de una docena de generaciones
la descendencia ya no será tan parecida como un huevo a
otro.
nos hemos referido a las catástrofes, pero también para la
conquista del espacio es fundamental el llegar a dominar la
clonación. Por eso me parece correcta la idea del fisiólogo
lord Rothschild, quien propuso la fundación internacional de
una "Comisión para el control genético", a fin de coordinar
la investigación y sus aplicaciones. Sería muy deseable que
tal comisión tuviese más eficacia de la que suelen tener
esta clase de instituciones internacionales.
En alemán "LEBEN" (vida) leído al revés da "NEBEL" (niebla):
es preciso descorrer el velo de niebla para comprender la
realidad de nuestra existencia (p.87).
Fin del texto.