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Erich von Däniken: Profeta del pasado

Capítulo 2: El hombre burla a la naturaleza

[o: ¿cómo fueron creados los hombres?]





Lucas Cranach, Adam
                        con Eva
Lucas Cranach, Adam con Eva [1]
Muñeco en una
                        probeta como un feto
Muñeco en una probeta como un feto [2]
Hay razas diversas,
                        aquí en el maratón en Boston en 2006, ¿por qué
                        hay razas diversas?
Hay razas diversas, aquí en el maratón en Boston en 2006 [3], pero ¿por qué hay razas diversas?


de: Erich von Däniken: Profeta del pasado. ¡Los extraterrestres están en todas partes! Pruebas demoledoras de las más recientes investigaciones; Ediciones Martínez Roca, S.A., Barcelona 1979, ISBN: 84-270-0535-0; In memoriam Rolf R. Bigler, crítico y amistoso compañero de viaje.

presentado por Michael Palomino (2011)

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Cómo se hizo Luise Brown - Del cuchitril del alquimista al laboratorio moderno - ¿De dónde salió Eva? - ¿Cuál era la raza del primer hombre? - Afinidades electivas - ¿Cuál fue el motor de la evolución? - La mutación artificial - ¿Cómo se obtuvo una nueva especie? - ¿Por qué somos como somos? - ¿Hubo "pueblos elegidos"? - La clonación - Copias del original - ¿Visión de horror o bendición del futuro? - ¿Apareció por clonación el HOMO SAPIENS? (p.57)

Que los humanos procrean humanos, es cosa sabida y la más insuperable de las diversiones. Que los robots procreen humanos, es cosa que aún está por venir. Que los dioses crearon a los humanos, es lo que yo afirmo. Que los humanos ya son capaces de crear por vía artificial a otros humanos - como los dioses -, es lo que voy a demostrar.


Procreación en el invernadero

Gracias a la amable colaboración de Leslie Brown, de treinta y dos años de edad, residente en Oldham, cerca de Londres, la prensa mundial pudo superar sin problemas la época de vacas flacas del verano de 1978. (p.57)

La señora Brown es estéril; tiene bloqueadas las trompas que conducen a la matriz.

Sin embargo, el ginecólogo doctor Patrick C. Steptoe consiguió que Leslie Brown diese a luz la criatura que deseaba. Tomó un óvulo de su ovario y lo fecundó - IN VITRO, como dicen los médicos, lo que significa literalmente "en un vaso", esto es, en el tubo de ensayo - con un espermatozoide de su marido. El embrión fue creciendo en una solución nutritiva, bajo la mirada del médico; al llegar al instante adecuado, éste lo implantó en la matriz de la señora Brown. Y Louise, nacida en verano de 1978, se encuentra estupendamente tras pasar sólo un par de semanas en incubadora. Lo mismo que cualquier bebé procreado IN VIVO (por lo natural. Sólo una cosas la diferencia de los bebés de su misma edad: la enorme publicidad que acompañó su venida al mundo. Ningún bebé habrá merecido tantos titulares, tantos comentarios sobre el método seguido en su procreación - ¿desde cuándo se procrean los niños como las plantas de invernadero? - ni tantas fotografías en primera página; seguramente no existe tampoco ninguno que haya recibido una propuesta de matrimonio en la cuna, como ocurrió con la pequeña Louise.

El bebé de probeta de verano del 1978 causó sensación únicamente porque los padres y el médico no temieron dar publicidad a la historia de aquella concepción. Nadie podrá demostrar, porque está clasificado bajo la sigla de SECRETO, que la niña Brown, de Oldham, Londres, tiene cientos, o quizá miles de "hermanos" de la misma procedencia. Que crecen sanos y felices, después de haber sido concebidos en secreto porque los médicos que los "procrearon" tuvieron miedo de la difamación que podía venirles por parte de la clase médica y de la eclesiástica (aunque no faltan en ambos frentes voces dispuestas a declarar, con las debidas reservas, que la fecundación IN VITRO es compatible con los dogmas religiosos y las normas de la ética profesional).


Bebés-probeta en edad de merecer

En otro tiempo, a mediados de la década de 1950, hundieron al investigador Daniele Petrucci, de Bolonia, cuando éste anunció, guardando toda la corrección de las comunicaciones académicas, que había conseguido obtener más de medio millar (p.58)

de embriones humanos en el tubo de ensayo y mantenerlos con vida un mínimo de tres meses. Por lo menos uno de los embriones de Petrucci vive aún en la actualidad, habiendo alcanzado la edad adulta perfectamente sano de mente y cuerpo. Esperemos que ese joven varón, como es probable, no se prive de la satisfacción de perpetuar la especie IN VIVO.

En todo caso su "padre" Petrucci se vio obligado a abandonar sus experimentos, cuando el papa Pío XII, sin referirse a él por su nombre, pero aludiéndole claramente, pronunció una severa advertencia contra los que se atreviesen a suplantar el oficio del Creador.

El peligro de las intervenciones en la reproducción de la vida humana ya preocupó a la Iglesia en el siglo XVI, cuando el médico y naturalista Paracelso (1493-1541) enunció la idea, entonces inaudita, del cultivo de un embrión fuera del vientre materno (nota 20: Sudhoff, K.: "Paracelsus"; Obras completas, tomos 4-6, 1923). Paracelso postuló que se obtendría un HOMUNCULUS, un hombre en miniatura, calentando la semilla humana en un recipiente hasta la temperatura del cuerpo, junto con las esencias constitutivas de la sangre humana.

La audaz visión de Paracelso inspiró a Goethe, cuyo FAUSTO, en la segunda parte de la obra, crea un homúnculo en su "laboratorio" de acuerdo con la fórmula de aquél. Su ayudante Wagner acompaña el experimento con exclamaciones de asombro:

Es wird ein Mensch gemacht!
...
Ein grosser Vorsatz scheint im Anfang toll;
Doch wollen wir des Zufalles künftig lachen,
Und so ein Hirn, das trefflich denken soll,
Wird künftig auch ein Denker machen.
...
Das Glas erklingt von lieblicher Gewalt,
Es trübt und klärt sich: also muss es werden!
Ich seh' in zierlicher Gestalt
Ein artig Männlein sich gebärden.
Was sollen wir, was will die Welt nun mehr?

(¡Se ve a crear un hombre! / .../ Al principio parece locura todo gran designio; / pero vamos a reírnos del azar en adelante, / y tal cerebro que tan bien ha de pensar, / en adelante pensadores habrá de dar / .../ Vibra de suave violencia el cristal / que tan pronto se empaña como se aclara: ¡la empresa ha de culminar! / Veo en diminuta figura / un lindo (p.59) homúnculo que gesticula. / ¿Qué más vamos a pedir, qué más el mundo pedirá?)

Trescientos años después, lo único que nos resta del cuchitril alquimista es que también en los laboratorios supermodernos se trabaja en condiciones de máximo secreto. Y también en que, como entonces, muchos milagros pierden su aureola de milagro.


La célula, ese microcosmos

Con el vertiginoso progreso de la biología genético-molecular desde mediados de nuestro siglo, ha llegado a ser posible la manipulación de la masa hereditaria. Hablamos aquí, sobre todo, de la genética molecular, que es la que estudia a nivel molecular los fenómenos de la herencia, la mutación, el intercambio de los caracteres hereditarios, etcétera. Por consiguiente, estudia los secretos de la célula, que es el elemento constitutivo de todo organismo.

Para dar una idea, aunque sólo sea aproximada, de las dificultades que supone la investigación de ese "microcosmos" hay que considerar que el hombre, por ejemplo, posee unos cincuenta billones de células. Para ilustrar sus dimensiones, podemos mencionar que mientras un espermatozoo mide 0,05 mm de longitud, y la más grande de todas las células humanas, el óvulo, tiene un diámetro de 0,1 mm, en cambio una neurona del tejido nervioso sólo mide 0,008 mm. Pero en TODAS las células está programado el código secreto, el plan de construcción (ADN) que preside a la formación de TODA la planta, de TODO el animal, de TODO el ser humano. El que cada célula "descienda" de una predecesora es una previsión muy lógica de la naturaleza. Para decirlo del modo más lapidario: basta con que sobreviva sólo una entre los cincuenta billones de células, para que a partir de la misma sea posible reconstruir a TODO el ser humano. Trasladado este hecho a un símil artesanal, es como si cada uno de los sillares de la catedral de Colonia incluyese los planos de planta y alzado de toda la edificación (p.60)


Falsa moral

Sería de esperar que se hubiese alzado al unísono un coro de voces para felicitar al doctor Steptoe por el éxito de su fecundación IN VITRO. Pues ¡no señor! Verdad es que no lo pasó tan mal como su colega norteamericano L.B. Shettles, quien logró también, a encarecidas instancias de una pareja de Florida, la misma fecundación IN VITRO, siendo expulsado de la Universidad antes de haber procedido a la implantación (nota 21: Rorvik, D.M.: Nach seinem Ebenbild; Frankfurt 1978); Pero también el doctor Steptoe fue acusado de "atentar a la dignidad humana"; se habló de "inmoralidad" y recibió salpicaduras de veneno de todas partes.


La Orden de los pesimistas

No entiendo en qué consiste aquí la inmoralidad. El médico que ayuda a una pareja deseosa de tener descendencia no hace sino traer felicidad. Pero ahí está la "Orden de los pesimistas" (nota 22: Pauwels, Louis: Manifest eines Optimisten; Berna 1972), la de los que miran con desconfianza CUALQUIER progreso, cualquier éxito técnico-científico - bien se trate de la explotación pacífica de la energía nuclear o de una empresa de navegación especial -, alzando su griterío de negros presagios contra todo y contra todos. Como quiera que en Occidente hay libertad de expresión, aquí la "Orden de los pesimistas" tiene un buen polígono de tiro. Cualquier centro de investigación puede ser blanco de sus ataques, y digo "blanco de ataques" en todos los sentidos de la frase.

La visión negativa del futuro que es peculiar de la "Orden de los pesimistas" supone, desde luego, una mentalidad muy malintencionada, pues no imaginan que los resultados del progreso vayan a tener otras aplicaciones sino las más nefastas. Para ellos, progreso es sinónimo de aniquilación de la humanidad y fin del mundo. En cuanto a mí, la inteligencia y las responsabilidad del hombre me merecen mejor opinión que a esos pesimistas profesionales. Como ha venido ocurriendo a lo largo de tantos milenios de historia de la civilización, NOSOTROS seguiremos siendo dueños de lo que una inteligencia humana haya sido capaz de producir. Y continuaremos pase lo que pase.

La replicación de seres humanos SIN fecundación natural es (p.61)

algo que ha de venir inmediatamente, estando los estudios mucho más avanzados que los relativos a la reimplantación de bebés de probeta en la matriz.

Lo que yo anuncié hace exactamente diez años - a decir verdad, me asombro ante mi propia audacia - acaba de conseguirse IN VITRO.


Cómo nació Eva

En aquel entonces citaba yo estas palabras:

<En el día en que Dios crió al hombre, a semejanza de Dios le crió. Los crió varón y hembra, y echóles su bendición: y al tiempo que fueron criados les puso por nombre Adán.> (Génesis 5,1y2)

y estas otras:

<Por lo tanto, el Señor Dios hizo caer sobre Adán un profundo sueño, y mientras estaba dormido le quitó una de las costillas y llenó de carne aquel vacío, y de la costilla aquella que había sacado de Adán formó el Señor Dios una mujer: la cual puso delante de Adán.

Y dijo Adán: Esto es hueso de mis huesos, y carne de mi carne: llamarse ha, pues, varona, porque del varón ha sido sacada.> (Génesis 2,21 a 23)

Preguntaba yo entonces si provocando una mutación artificial del código genético no habría sido posible programar un ser inteligente, y agregaba que tal vez nuestra seductora madre del género humano, Eva, hubiera sido creada a partir de un espermatozoide masculino, sin fecundación.


"ti" = costilla = fuerza vital = ¡célula!

Es plausible. El signo cuneiforme sumerio que significa costilla es "ti", lo cual significa al mismo tiempo "fuerza vital". Una traducción moderna de la Biblia, ¿no debería decir (p.62)

que Dios tomó de la fuerza vital de Adán? Pero la fuerza vital por antonomasia es la CÉLULA. Sin ella no hay vida, ni siquiera en el Paraíso.

Ese es precisamente el principio básico en que se fundan las investigaciones de la biología molecular.

Sin embargo, ya dicen que la experiencia es un grado.

Mis preguntas de entonces no sondeaban a bastante profundidad. Debí preguntarme además: ¡cómo es posible que el propio Adán apareciese así, sin más ni más? ¿Qué fue primero, el huevo, el gallo o la gallina? Cierto que Adán incluso pudo ser un bebé de probeta, pero también cabe la posibilidad de que fuese producido como CLON. Ese primer clon es lo que ahora nos importa, sin que, hoy por hoy, la idea sea ya demasiado atrevida.

¿De qué raza era la niña de probeta de Oldham, Londres?

De raza blanca, naturalmente, puesto que sus padres lo eran.

Ahora bien, ¿de qué raza eran nuestros remotos antepasados, a los que podemos seguir llamando Adán y Eva, si así lo preferimos? ¿Tenían la piel de color blanco, negro o amarillo? ¿O quizá la tenían de un color que ahora ya ni siquiera existe?

Los teóricos de la evolución aseguran que el hombre desciende del mono. Pero, ¿quién ha visto nunca un mono blanco? ¿O un mono negro con el pelo ensortijado, como el que adorna a los espléndidos representantes de la raza africana?

Nadie niega que la anatomía de nuestro cuerpo nos sitúa en parentesco con la familia de los monos, atendidas semejanzas tales como el uso de las manos para sujetar los objetos, o los ojos grandes y dirigidos hacia delante permitiendo la visión en relieve.


Cuestiones raciales

Todo eso es indiscutible, pero nos falta un elemento. Que en mi opinión fue extraterrestre. Un cruce entre el planeta Tierra (el animal) y el Cosmos (la inteligencia)..., pues el primate inteligente, tal como es, no puede descender de ninguna especie de simios primitivos: el hecho de la raza basta para demostrarlo.

¿A qué raza pertenecieron los primeros seres humanos? (p.63)

¿Por qué hay diferentes razas?

La etnología o estudio de las razas es una rama de la antropología biológica, geográfica y cultural. Se entiende por raza todo subgrupo DENTRO DE UNA ESPECIE, que se distingue de los demás DE LA MISMA especie gracias a determinados caracteres exteriores. Esas características diferenciales pueden ser: las proporciones, la forma del rostro, el color de la piel (debido a los pigmentos, que son sustancias coloreadas contenidas en las células epiteliales), el cabello, la forma y color de los ojos, la forma de los labios, los grupos sanguíneos, etcétera.

Según la definición establecida en 1951 por la UNESCO, las tres razas principales - caucásica, mongoloide y negroide - se distinguen por una serie de "características bien definidas y predominantemente debidas a factores hereditarios".

Pero todos los grupos raciales humanos pertenecen a la misma ESPECIE; es decir, que las tres razas fundamentales con sus diferentes variedades esparcidas por todo el mundo corresponden a una misma especie biológica. En tal sentido son ESPECIES las poblaciones cuyos individuos pueden cruzarse entre sí. Puesto que no hay barreras fisiológicas ni morfológicas que impidan el apareamiento, es posible el cruce mencionado, como se ha demostrado y se sigue demostrando a diario en toda la Tierra...

... Lo cual no contesta a la pregunta de cómo aparecieron las diferentes razas. Teorías hay muchas, pero falta la certeza científicamente asentada. Lo seguro es que las razas no han aparecido en época histórica, sino que existen desde los tiempos más remotos, de los que no queda testimonio cultural.

Las antiguas civilizaciones de Sumer, Babilonia y Egipto consideraban las diferencias raciales como cosa establecida desde toda la eternidad. Herodoto, Hipócrates y Aristóteles mencionan diversas razas con la mayor naturalidad. A través de milenios de tradición oral y escrita discurren como un hilo rojo - rojo de sangre - las polémicas sobre cuestiones raciales, las noticias de guerras entre razas y los recuerdos de repugnantes pogromos. Una y otra vez, en diferentes épocas, sucede que una raza se siente superior a otra, que los individuos de una raza se irritan ante la mera diferencia que contemplan en los de otra.

La locura de los individuos DE UNA ESPECIE culminó en nuestro siglo a través del delirio racista hitleriano. Ese rastro de sangre y muerte permanecerá como el infierno de toda la (p.64)

historia humana, como un aviso para todas las generaciones venideras. Esos hechos horribles deben quedar como una singularidad en la memoria de la especie. Los medios por los cuales se comunican en nuestra época los países, los continentes, las naciones, las razas y las tribus traerán a la conciencia general la realidad de que todos pertenecemos A LA MISMA ESPECIE. Esperémoslo así.


Características genéticas

Dicho esto para que nadie se llame a engaño, nos queda la cuestión del porqué de las diferencias humanas. La genética humana, esa rama moderna de la etnobiología, busca las clasificaciones objetivas que hagan referencia a caracteres GENÉTICOS. Se han investigado los grupos sanguíneos, las seroproteínas, el factor Rh, al objeto de hallar criterios de clasificación que puedan tabularse para dar los fenotipos comparativos de las razas.

Así, por ejemplo, sabemos que el 89,3% de todos los indios pertenecen al grupo sanguíneo 0, mientras sólo un 0,8% de la población india presenta el grupo B. Este resultado difiere sensiblemente del hallado entre los mongoloides, entre quienes la proporción correspondiente al grupo B es del 18,3%, frente al 55,7% de los que tienen el grupo 0.

Ahora bien, estas comparaciones entre grupos sanguíneos son, sin duda, del mayor interés para los etnobiólogos, pero me pregunto si pueden conducirnos a algún resultado significativo. ¡Pues la clasificación que averigüemos hoy sólo será aplicable a la actualidad! ¿Cómo podemos estar seguros de que la proporción entre los grupos sanguíneos no ha cambiado a lo largo de los milenios... ni de cuál llegará a ser en un futuro distante?

Por otra parte, el método seguido no suprime de raíz el prejuicio racial. Pues lo mismo que antes el yanqui decía: "¡Bah, no es más que un negro!", y el negro: "¡Bah, no es más que un indio!", en adelante será posible decir con la misma estolidez: "¡Bah, no es más que un del grupo A factor Rh+ (positivo)!" Y se resultase que una determinada combinación genética tiene, efectivamente, ventajas sensibles sobre cualquier otra, tendríamos abonado el terreno para un nuevo tipo de discriminación racial; ahora, eso sí, fundada en bases científicas. (p.65)

Que la clasificación se oriente por los caracteres visibles o por criterios genéticos, en ninguno de ambos casos queda contestada mi pregunta. Es decir, que la comparación entre razas no nos dice de qué raza eran los primeros hombres, ni por qué difieren entre sí tan radicalmente las tres razas principales.


Negroides, mongoloides, caucásicos

Los negroides (uno de cuyos tipos más marcados se da entre los habitantes de Jamaica) tienen la piel negra, labios abultados, cabello (generalmente) ensortijado y nariz achatada. Nada de esto hallamos entre los caucásicos. Pues bien, dentro de la raza negroide hay dieciocho subgrupos, con diferencias bien marcadas. En cuanto a los mongoloides, ha sido preciso desglosarlos en no menos de veinte variedades. La causa de ello es clara y evidente: debido a mutaciones - modificaciones de los factores hereditarios - ocurridas a lo largo de la historia evolutiva, se han presentado variaciones en el esquema racial. Pero lo que a mí me interesa no son las diferenciaciones DENTRO de la raza principal, sino sólo el dilucidar la cuestión de cómo pudieron llegar a existir los tres grupos mayores.


Todos los humanos tienen la misma estructura albuminoide

El punto de partida de todas las consideraciones es la unicidad de la estructura anatómica de todas las razas, así como la viabilidad del apareamiento de individuos de todas las razas entre sí. TODAS tienen LOS MISMOS antepasados. TODOS los hombres de TODAS las razas tienen en sus células LA MISMA ESTRUCTURA DE AMINOÁCIDOS. Mas, al considerar la cuestión así, nos sale otro parentesco inesperado con nuestros parientes los simios: ¡también el chimpancé tiene nuestra estructura de aminoácidos!

¿Cómo es eso?

Desde los tiempos de Charles Robert Darwin (1809-1892) se considera aceptable que las especies han surgido de un proceso de selección natural, y que los simios y el hombre siguieron caminos divergentes, a partir de UN tronco común y desde un determinado momento X de la evolución. Es decir, de un (p.66)

proceso que abarcó millones de años. Es posible. Según eso, hemos progresado hasta la coronación de la Creación a través de millones de mutaciones ocurridas a lo largo de millones de años. No está mal.

Pero habremos de acudir al milagro si queremos explicar cómo, a través de la serie ininterrumpida de mutaciones causantes de cientos de particularidades específicas. las estructuras de los aminoácidos del hombre y del chimpancé han atravesado todo el proceso del supuesto mejoramiento sin experimentar ninguna modificación.

Resulta, por ejemplo, que las ciento cuarenta y seis macromoléculas albuminoides de la hemoglobina (que es el pigmento de los glóbulos rojos) son idénticas en el chimpancé y el hombre, con excepción de uno solo de los aminoácidos componentes. Ante tal semejanza, podemos perdonarle al naturalista sueco Carl von Linné (1707-1778) que diese al chimpancé la denominación de "Homo troglodytes", es decir, hombre de las cuevas.

La igual estructura de los albuminoides del hombre y el chimpancé demuestra que el hombre NO PUDO SURGIR SÓLO a través de la mutación y la evolución naturales. ¿Por qué?


Las afinidades electivas

Si se comparan las estructuras albuminoides de dos ranas, resultan diferencias cincuenta veces más grandes que las existentes entre chimpancé y hombre, ¡y eso con lo que llega a parecerse una rana a otra! Conclusión: dado que las ranas están más emparentadas entre sí que el hombre y el chimpancé, las estructuras de los albuminoides de las ranas deberían ser más parecidas, y las del hombre y el chimpancé completamente diferentes. Sin embargo, ocurre exactamente lo contrario.

Cuando el profesor Alan C. Wilson y su colega Mary-Claire King, ambos bioquímicos de la universidad de California, tuvieron ante sí los asombrosos resultados de sus estudios sobre los albuminoides, quedaron convencidos de que "DEBE EXISTIR UN MOTOR DE LA EVOLUCIÓN NO DESCUBIERTO HASTA EL PRESENTE, Y MUCHO MÁS EFICAZ" (nota 23: "Durch Gen-Rutsch zum nackten Affen"; In: Der Spiegel, 18/1975, Hamburgo) de lo que se suponía hasta entonces.


Desconocido motor de la evolución

¿Cuál pudo ser ese motor de la evolución? El antropólogo profesor Loren Eiseley, de la universidad de Pennsylvania, no ha vacilado en manifestar sin rodeos que los teóricos de la evolución deben haber descuidado un factor esencial, el mismo que produjo las aptitudes intelectuales al formarse los grupos humanos.

Eso creo yo también, pero ¿cómo se explica el fenómeno de que (al parecer) el hombre y el chimpancé estén más emparentados entre sí que los batracios de protuberantes ojos, cuyas estructuras albuminoides son tan diferentes? Y ello, a pesar de que - según Darwin y la teoría de la evolución -, el paso del chimpancé al hombre debe haber necesitado más millones de años y millones de mutaciones que los que supone el salto relativamente breve de los batracios a través de la historia del mundo.

Mi respuesta:


La mutación artificial

Hubo una mutación artificial del mono al hombre. No hace tantos años como querríamos creer; la familia se separó hace sólo algunas decenas de milenios. POR ESO todavía son idénticas las estructuras de aminoácidos entre nosotros y nuestro primo el chimpancé. Si entre los primitivos homínidos, es decir unos monos más o menos semejantes al hombre, y el HOMO SAPIENS (con cuyo honorífico título nos distinguimos a nosotros mismos) mediaran millones de años y muchos miles de mutaciones positivas, en tal caso, como puede confirmar cualquier genetista, las estructuras albuminoides de ambas especies de seres deberían ser muy diferentes. Invirtiendo el argumento: puesto que no lo son, puesto que salvo mínimas diferencias son idénticas, es forzoso que nuestro antepasado el primer HOMO SAPIENS se diferenciase de los monos primates sólo "recientemente", es decir, hace escasas decenas de milenios.

Ahora bien, el hombre no puede cruzarse con los monos, ya que el primate inteligente es, en todos los conceptos, una especie totalmente distinta de todas las especies de monos.

¿Cómo es posible que la especie humana haya progresado de manera tan positiva en lo que, medido a la escala de la historia (p.68)

planetaria, apenas representa escasos "minutos"? ¿Cómo perdió el vello, quienquiera que fuese, todavía mono o ya hombre? ¿De dónde sacó el don del habla? ¿Cómo se le ocurrió "civilizarse", de buenas a primeras, creando culturas? ¿"Quién le insinuó la gloriosa idea de cazar los animales que hasta entonces habían sido sus compañeros? ¿De dónde le vino la luminosa idea de encender fuego para poner a calentar la sopa?

Sí, por cierto, y ¿con QUIÉN se apareó el primer ser humano, puesto que, como individuo mutante recién separado del tronco simio, debió encontrarse completamente solito en el mundo y sin pareja compatible para él? No pudo hacerlo con ninguna de sus parientes las monas, pues éstas y él tendrían diferente número de cromosomas.

¡Qué sandeces!, oigo que replica el partido de los antropólogos. Todo lo descrito y muchas cosas más no ocurrieron "de pronto", sino que necesitaron millones de años de una evolución gradual. El carácter "súbito" de la racionalidad del HOMO SAPIENS, según ellos, sería un invento mío, no sustentado por hecho alguno. Lo malo es que ahora este último argumento no cuela, al haberse demostrado fehacientemente que el hombre y el chimpancé tienen el privilegio de compartir la misma y muy complicada estructura de albuminoides.

¿Dónde habrá que buscar el ansiado, pero todavía desconocido motor de la evolución (Wilson)? ¿Cuál es el factor olvidado por los teóricos de la evolución, y que trajo las facultades intelectuales a los primeros grupos humanos (Eiseley)?

Para contestar a todas estas preguntas nos bastará tener la audacia de pensar lo que sólo aparentemente es impensable:

Los extraterrestres separaron al HOMO SAPIENS de los monos por medio de una mutación artificial, y le hicieron inteligente. A su imagen y semejanza. ESA manipulación programada es el motor de la evolución. Y funciona perfectamente, como vamos a ver.

Sobre el postulado de aquella primera "intervención", voy a exponer una serie de ideas especulativas.


¿De qué raza era el primer hombre?

En efecto, ¿de qué raza eran los primeros hombres?

Por su anatomía, indiscutiblemente el hombre deriva de una (p.69)

especie de simios. Según esto, los primeros hombres serían negros, de raza negroide, como lo son sus parientes los monos. Pudo haber sido así, pero, en tal caso, ¿por qué no se extendieron por todo el planeta estos primeros "dueños de la tierra"? Y además, ¿de dónde surgieron luego los mongoloides y los caucásicos, es decir los "amarillos" y los "blancos"?

¿Es que los extraterrestres programaron diferentes razas desde el primer momento? ¿Se trataba de dotar a los diferentes grupos humanos de aptitudes distintas, para que se adaptasen mejor a las condiciones climáticas y geográficas de los distintos continentes? ¿Quizá se dispuso genéticamente la pigmentación de la piel negra para que esta raza pudiera habitar las zonas cálidas? En tal caso, y por el razonamiento contrario, ¿qué ventajas presentaría la piel blanca? ¿Acaso es más favorable para la supervivencia en las regiones con escasa luz diurna?

Actualmente se supone que los primeros hombres que poblaron nuestro planeta eran de piel oscura. La permanencia en diversas regiones del mundo, y la diferente irradiación ultravioleta recibida, habría modificado luego el color de la piel, dando lugar a distintas tonalidades. Aunque se quiera hacer responsable de este "mimetismo" a la vitamina D producida por los rayos ultravioleta, la teoría no me parece muy consistente. Los esquimales, que como todos saben viven en estepas de hielo donde el sol suele brillar por su ausencia, tienen la piel oscura. Y no me digan que ese color les viene de consumir mucho aceite de pescado. ¿Y de qué les sirve a los mongoloides su color amarillo? En cuanto a los negros que han pasado a vivir en regiones de escasa insolación, ¿no tendrían que mudar su piel por otra de tonalidad más clara?


La estrategia extraterrestre para la creación de razas

La superior y avanzada inteligencia de los extraterrestres, que es uno de mis postulados de base, sin duda debió tener sus motivos para producir, deliberadamente, varios tipos raciales fundamentales. Sus primeras exploraciones del planeta azul debieron mostrarles la gran variedad de los influjos ambientales a que estarían expuestas sus creaciones. Tal vez había diferentes razas también entre ellos. Y puesto que mutaron y dieron razón a los homínidos "a su imagen y semejanza", verían en esa diferenciación un indicio para las futuras generaciones (p.70),

una pista que señalaría el hecho de su presencia en el pasado y para el futuro.

Como, en mi opinión, una elevada inteligencia presupone también un grado elevado de responsabilidad ética, la fundación genética de distintos colores de piel (con las demás características que les acompañan) podría tener una intención eminentemente educativa: ¡Miraos los unos a los otros! Cualquiera que sea el color de vuestra piel, pertenecéis a la misma especie, conque ¡vivid en paz!

¿Es posible que la tripulación de la primera nave prehistórica estuviese formada por individuos de diferentes razas?

¿Será verdad que se unieron con las hijas de los hombres, como atestiguan las grandes leyendas de la tradición en todo el mundo, dando lugar a una descendencia? Esas relaciones sexuales prohibidas, en principio, por los "dioses", ¿habrían dado lugar a las diferentes razas a "imagen", es decir, con arreglo a la dotación genética de los progenitores extraterrestres?

O bien, sigo preguntándome, ¿hubo visitas de naves del espacio en DIFERENTES épocas y sin que estos diferentes visitantes tuvieran noticias los unos de los otros? Puede que el primer grupo derivase al HOMO SAPIENS del primitivo tronco primate, dejando una raza negra que posteriormente recibiría la visita de otras expediciones a cargo de viajeros del espacio blancos o amarillos; y tal vez éstos, no satisfechos con la raza negra que hallaron, volvieron a practicar la cirugía genética para programar el código de una raza blanca o amarilla.

Estoy seguro de que los etnobiólogos archivarán estas consideraciones mías sin concederles ningún valor. Se consideran satisfechos con las explicaciones convencionales imaginadas hasta ahora. Pero, en realidad, ¿qué es lo que saben? Bastará un ejemplo para ilustrar la insuficiencia de las doctrinas vigentes:


Una familia negra emigra. ¿Qué pasa entonces?

Una familia negra abandona sus habituales regiones cálidas y se establece en una zona más fría. A lo largo de las generaciones, los pigmentos se modifican y la piel negra se vuelve más clara, quizá tan clara que los negroides se convierten en blancos. No siendo ya necesaria la piel oscura, dicen los especialistas en tales cuestiones, la adaptación se orienta en el sentido (p.71)

de prescindir de la pigmentación protectora. Muy bien. Pero ahora el negro, en su nuevo ambiente, tendría que perder también su cabello ensortijado, sus labios abultados y sus ojos oscuros protuberantes, pues sin ello el negro nunca llegaría a ser un blanco.

Me dicen que es bien sencillo. Que entonces el negro se aparea con una blanca, y que así poco a poco...

¡Un momento, señores míos! ¡Estoy hablando de aquellos tiempos en que sólo había UNA RAZA! Pues al principio, si hemos de estar de acuerdo con los etnobiólogos, sólo había una raza, la negra, la que tomó su tinte de los monos.


Cero. No saben nada

El paso del negro al blanco habría exigido más de UNA mutación. Hay que proponer una interminable cadena de mutaciones. ¿Cómo surge una especie nueva partiendo de otra ya existente? O lo que viene a ser parecido, ¿cómo un negro de pura raza puede llegar a ser blanco sin cruzamientos entre razas?

Las actuales razas "intermedias" - el tipo arábigo, el esquimal, el isleño de los mares del Sur, por ejemplo - provienen de cruces interraciales. Evidente.

Pero tal posibilidad no existía al principio de los tiempos. La ciencia dice que sólo había UNA raza, y que ésta - ¡auxíliame, Santa Rita! - dio lugar a las demás. Fijémonos bien: ¡no a una, sino a todas las demás!

Que quede bien claro: es la ciencia quien asegura que al principio sólo había UNA raza, a saber, la NEGRA. No había blancos ni mestizos que pudieran servir para cruzamientos. Cero. Sólo una raza. Quedo bien enterado.

De lo que infiero que la raza blanca no pudo aparecer al cabo de muchas generaciones - según se aduce - de apareamientos entre negros y blancos. La única manera en que nosotros podríamos estar presentes es que los ex negros lo hicieran única y exclusivamente con blancas, o viceversa, durante equis milenios. No digo que no sea posible, sólo que, ¿de dónde salieron esos blancos? (p.72)


Una leyenda sobre el origen de las tres razas principales

Los árabes cuentan una instructiva leyenda sobre el origen de su propia raza:

Un bello día, el buen Dios tomó una pella de barro y con ella formó al primer hombre; luego metió su obra en el horno para cocerla. Pero entonces llovió y el agua apagó el fuego antes de tiempo. Cuando el buen Dios acudió a echar una ojeada por la mirilla del horno, vio que su trabajo tenía un aspecto blanquecino y desagradable. Para no desperdiciar el material, sacó la obra, le dio vida con un soplo y dejó en libertad al hombre blanco, pese a su defectuosa calidad.

Seguidamente, Dios echó nuevamente mano de la cubeta para formar otro hombre; encendió el horno y aguardó a tenerlo muy caliente antes de introducir en el mismo su segundo ensayo. Luego se unió a la alegre danza de los dioses y se olvidó de su trabajo. Cuando volvió para sacarlo del horno, se había ennegrecido la figura y no presentaba un aspecto muy satisfactorio, pero también a ella le dio el soplo vitalizante; luego envió lejos al hombre así creado, porque no le gustaba. Entonces se propuso Dios hacer su obra maestra, un hombre más hermoso que el blanco y el negro. Después de dar buena forma al barro, lo metió en el horno y se sentó al lado del mismo, disfrutando del calorcillo, mientras vigilaba para no descuidar el momento apropiado. Cuando el hombre adquirió un agradable color tostado, lo sacó del fuego, lo vivificó con su aliento y, en vista de que le había salido tan bien, hizo con él un pacto de amistad. Así fue creado el hombre moreno, el árabe.

No es difícil deducir de esta leyenda que los árabes se consideran la raza preferida. Esta vanidad no es un carácter específico de los árabes, sino que - por desgracia - es común en los individuos de otras razas.


Un tema candente: la cuestión racial

Ninguna cuestión tan llena de peligros como la candente problemática racial: hablar o escribir sobre ella es pillarse la lengua o los dedos. Ello es así por numerosas razones: seguramente las diferencias físicas no son las únicas que impiden dejar enfriar la cuestión para tratarla con calma y objetividad (p.73).

¿Qué hay en la cabeza, "en el corazón", de quien pertenece a una raza diferente de la nuestra? Las diferencias de mentalidad, los encadenamientos de ideas que uno no es capaz de reproducir, dificultan extraordinariamente la comprensión. El caucásico menea la cabeza, incomprensivo, cuando ve en la televisión un grupo de color que entierra a sus muertos al son del "tam-tam"..., uno cree que en semejantes situaciones hay que exhibir una actitud reservada, solemne y triste. Por las descripciones de los grandes exploradores del Oriente sabemos que allí se soportan con estoica serenidad los golpes y contrariedades que a nosotros nos sacarían de nuestras casillas. Las características raciales no son más que exterioridades, en el verdadero sentido de la palabra. Las auténticas barreras se sitúan a un nivel mucho más profundo. Sin embargo, para poder progresar hacia ellas hemos de ocuparnos en primer lugar de las particularidades, digamos, medibles y sensibles, que son las orgánicas. Sólo después podremos pasar a un sondeo más profundo, susceptible de despejar los últimos prejuicios (y las ficciones de nuestra vanidad).


¿Caracteres específicos?

Los etnólogos se deslizan por una pendiente balizada con banderitas que son otros tantos interrogantes. A mí me interesaría saber si existen razas con aptitudes específicas que las capaciten, por su mera existencia, para misiones especiales. Hablando en general, los negros están mejor dotados para la música, llevan "el ritmo en la sangre". ¿Por qué? ¿Es únicamente la piel lo que hace más resistente al sol de alta montaña a los SHERPAS, en comparación con los blancos? ¿Por qué los negros resisten mejor que los mongoles la exposición a los grandes calores? ¿Por qué no les sale vello en el pecho a los auténticos indígenas de los mares del Sur? ¿Por qué no encanece el cabello de los indios de América Central, descendientes de los mayas, por muy ancianos que sean? ¿Por qué no hay ningún negro que tenga los ojos azules? ¿Se puede demostrar que una raza tenga más inteligencia que otra?

Sería fácil alargar esta lista de preguntas.

No se me oculta que estoy tocando materia explosiva cuando me pregunto si las diferentes razas no habrán sido "programadas" desde el principio por los extraterrestres para cumplir (p.74)

diferentes misiones, a cuyo objeto habrían sido dotadas de diferentes aptitudes.


¿Por qué somos como somos?

No soy racista. No concedo que ninguna raza terrestre esté dotada de ventajas o desventajas. Pero mi afán de saber es más fuerte que el tabú según el cual no se debe hablar de problemas raciales, porque es inoportuno y peligroso. En mi opinión, los etnólogos negros, amarillos y blancos deberían echar sus trabajos en el crisol común para llegar al fondo de esta cuestión: ¿Por qué somos como somos?

Aceptada esta pregunta fundamental, no se puede ni se debe eludir la espinosa averiguación siguiente: ¿Existe una raza privilegiada?

Si tomamos la Biblia como el compendio de la sabiduría occidental, es decir, si seguimos la relación del Antiguo Testamento, veremos que los judíos se consideraban "pueblo elegido". A lo cual es forzoso preguntar: ¿elegido por quién y para qué? ¿Estaban predispuestos para una misión especial? La milenaria pretensión de ser el pueblo elegido, ¿no guardará alguna relación causal con las terribles y repetidas persecucionse que ha padecido el pueblo judío? ¿Se oponen otras naciones a este postulado, o consideran que deben defenderse frente a la pretendida superioridad? ¿Por qué, cuando los judíos nunca han hecho nada CONTRA ellas?


Casi todos los años, un premio Nobel judío

Al contemplar la historia de las ciencias naturales a lo largo de los siglos XIX y XX, compruebo que más del cincuenta por ciento de todos los descubrimientos e innovaciones en el terreno científico se deben a individuos de origen judío, de la NACIÓN JUDÍA. Entre astrónomos, bioquímicos, matemáticos, botánicos, físicos, médicos, zoólogos y biólogos destacaron siempre los judíos (nota 24: Oppenheimer, J.F.: Lexikon des Judentums; Gütersloh 1967). Entre 1901 y 1975, recibieron el premio Nobel sesenta y seis judíos.

¿Será verdad que el "pueblo elegido" es realmente una "raza elegida"? Por supuesto que no, porque los judíos no son una "raza". En su mayoría pertenecen biológicamente - lo mismo que sus vecinos los árabes - al subgrupo semita u orientaloide (p.75)

de la raza caucásica. Por eso no debemos decir "la raza judía", sino "el PUEBLO JUDÍO". Por consiguiente, los méritos destacados de los científicos judíos no pueden motivarse en el aspecto racial.

Y sin embargo:

Vaya de acuerdo o no con el paisaje intelectual de nuestra época, moleste o no a los oídos sensibles, puedo afirmar y afirmo que los extraterrestres eligieron a una raza en concreto. Las mitologías no cuentan cómo determinados "dioses" dirigieron las acciones de su "raza" y la protegieron frente a las influencias extranjeras o enemigas, prometiendo a los individuos de aquéllas posiciones de predominio en nuestro planeta. Lo que no dicen las antiguas fuentes es cuál era la raza que gozaba de la predilección de los dioses. Lo que sí nos dice el Antiguo Testamento es que a los elegidos no les estaba permitido confundirse con los demás.


Cuarentena para una nueva generación

Mientras Moisés conducía a los israelitas durante cuarenta años a través del desierto, desde Egipto hasta la tierra de promisión, les prohibió por indicación de su Dios toda clase de contactos con miembros de otras razas. Y Dios estaba sobre ellos y protegía a los israelitas; les acompañaba y guiaba con su signo, la columna de nubes que durante el día era blanca y de noche resplandecía como el fuego. Así mantuvo alejados a extraños y enemigos aquel dios celoso, mientras alimentaba a los suyos con el maná, el milagroso alimento del cielo.

Al final de la peregrinación, al cabo de cuarenta años, los israelitas entraron en la tierra prometida. Pero, ¡atención!, sólo pudieron entrar los de la NUEVA generación. A los mayores, incluso a Moisés, se les prohibió severamente la entrada en aquella tierra donde "corría la leche y la miel".

Pues, ¿qué había ocurrido?

Esa disposición aparentemente absurda no puede justificarse por más que los glosadores teólogos o historiadores traten de hilar fino.

Teniendo en cuenta que llevo ya diez años presentando mis ofertas intelectuales, no sé si será mercancía vieja o última moda decir que mi interpretación de la cuarentena impuesta a los elegidos es la siguiente: Que los "dioses" o los "extraterrestres" (p.76)

 - lo cual viene a ser lo mismo - durante los cuarenta años de peregrinación (que implicaron forzosamente un aislamiento respecto de los demás grupos humanos) formaron una nueva generación con nuevas características genéticas, una generación con dotes que no poseían los demás pueblos circundantes. ¿Será por ese aislamiento "legalmente impuesto" del material genético que sigue vigente la regla, según la cual los judíos han de matrimoniar únicamente con judías? ¿Quizás el cumplimiento de esta máxima mosaica ha conducido, si no a una "raza" judía, sí a un "tipo" especial humano, que se distingue del resto de la humanidad por una serie de ventajas y defectos específicos?

Precisamente en nuestra época, cuando se trata de luchar contra los prejuicios raciales, mis consideraciones pueden parecer fuera de propósito. En efecto, se les podría buscar un matiz de racismo. Soy consciente de la responsabilidad que implica el plantear si hay razas privilegiadas, pero considero que el ocultar un problema no puede contribuir de ningún modo a su solución.


Especificaciones raciales a través de la genética humana

Las investigaciones de la genética humana dan lugar, entre otras cosas, a especificaciones de razas; por tanto, pisan el mismo tejado de hojalata caliente que yo. Algún día conseguirán determinar (si es que no lo han determinado ya sin que nosotros lo sepamos) cuáles son las combinaciones genéticas que aventajan a una raza o especie, y cuáles conviene descartar, Para decirlo de una manera gráfica: si un defecto de nuestro ADN provocase el nacimiento de personas con sólo tres dedos y una oreja, todos nos alegraríamos mucho de que tal defecto fuese rápidamente suprimido. Lo que se obtiene en el reino vegetal, digamos por hibridación - que no deja de ser otro sistema para programar las células -, cuando se cría una variedad de trigo más resistente y de tallo corto, o en el reino animal, al lograr vacas con mayor producción de leche, son intervenciones en el "cariotipo" celular natural.

¿Serán posibles, en un próximo futuro, las manipulaciones de la masa hereditaria humana? Esta perspectiva se abre ante nosotros de manera terrible, incluso diría espectral.

¿Qué les parece la lectura de esta fría noticia? (p.77)


Animales de tubo de ensayo

<John Gurdon, biólogo de la universidad inglesa de Cambridge, tomó células embrionarias de una rana albino. Separando de estas células el núcleo con los genes, lo trasplantó a las células de otra rana, cuyo núcleo propio había sido extirpado previamente. De dichos óvulos resultaron renacuajos, y de éstos, a su vez, ranas albino que no guardaban el menor parentesco genético con su rana madre.> (nota 25: Speicher, Günter: Mensch und Tier aus der Retorte; In: Welt am Sonntag; 23 de julio de 1978, Hamburgo)

El método empleado en este experimento recibió el nombre de "cloning", derivado de la palabra griega CLON que significa "rama". Günther Speicher lo ha explicado de una manera simplificada:

<El esqueje de una planta que, puesto en la tierra, da lugar a una nueva planta, permite obtener un vegetal idéntico a la planta originaria.> (nota 25, cit).

No olvidemos que TODO organismo está constituido por células, CADA UNA  de las cuales contiene todas las informaciones necesarias para reconstruir el organismo completo.


Copias exactas del original

De aquí dedujeron los microbiólogos y los microcirujanos la posibilidad de reconstruir el todo a partir de una sola célula - ¡sin necesidad de fecundación! -, siempre que fuese posible tomar el núcleo de esa célula e implantarlo completo en un óvulo previamente desprovisto de núcleo. Si eso se consiguiera, aventuraron los científicos, podría multiplicarse cualquier organismo vegetal, animal o humano siguiendo exactamente el modelo del donante de aquel núcleo. El nuevo producto no podría distinguirse del original. Ese juego que a veces hace la naturaleza con los gemelos univitelinos "que no pueden distinguirse el uno del otro", porque se parecen "como un huevo a otro", podría reproducirse artificialmente y en ediciones de ilimitado número de ejemplares.

Tal fue, precisamente, el método de que se sirvió el profesor Gurdon para obtener su colonia de batracios. Y cada una de las (p.78)

ranas se parecía tanto a las demás, como de todos modos suelen parecerse las ranas bajo nuestras superficiales miradas. Pero en este caso, cada una de las muchas ranas era una copia "fiel" del original. Sin ningún defecto.


¡Viven los primeros ratones obtenidos por clonación!

Los ratones SON mamíferos, ¡y los primeros clones de esta especie ya existen! El óvulo de la ratona, fecundado IN VITRO, fue manipulado en seguida: mediante una cánula del grosor de un cabello, se le extrajo el núcleo del espermatozoide masculino. De este modo se consiguió que el embrión de ratón dejase de contener la información hereditaria de ambos progenitores, quedándole únicamente la de la madre, cuya copia exacta se trataba de obtener. Por este sistema, pues, únicamente pueden obtenerse clones hembras. ¡Qué felicidad! ¿Y que hay de la clonación de machos? ¡Muy fácil! Oigan al profesor Illmensee de la universidad de Ginebra:

<Si se intercambia toda la dotación hereditaria de un óvulo fecundado por el núcleo de una célula somática, naturalmente sería también posible obtener copias de individuos masculinos.> (nota 26: Schultze, H.: Die ersten geclonten Müase leben schon; In: Frankfurter Rundschau, 26 de agosto de 1978)

El fisiólogo inglés Alan S. Parker casi logró una profecía cuando, mucho antes de que se hubiera demostrado experimentalmente la viabilidad de la clonación, consideró posible aislar un núcleo celular humano y conseguir su gestación en un útero cualquiera; dando un paso más, exigió también que se dedicase más atención a la investigación de medios para almacenar el semen humano. Sin duda pensaba en la reproducción de los ejemplares especialmente valiosos.

Con estas ideas, Parker se hallaba muy bien acompañado, pues también el profesor Marshall W. Nierenberg, autor de trabajos fundamentales para el desentrañamiento del código genético, opinaba que algún día sería posible superar todas las dificultades, planteándose sólo la cuestión del cuándo. Nierenberg predijo que antes de veinticinco años se lograría programar las informaciones genéticas celulares. optimismo compartido por el profesor Joshua Lederberg, geneticista de la universidad Stanford de California, quien está convencido de (p.79)

que la masa genética humana podrá ser manipulada antes del fin de siglo actual.

Parece que los plazos señalados por estos conocedores de la materia son prudentes en exceso. La cosas se nos viene encima mucho más pronto.


¿Burlará el hombre a la naturaleza?

¿Estamos empezando a jugar con nuestro destino?

¿Puede el hombre actuar de manera diferente a lo que está haciendo?

¿No estaremos encerrados en una carcasa de procesos mentales que hemos de continuar POR FUERZA, obedeciendo a una voluntad superior que los programó en nosotros? ¿Porque nuestros creadores nos hicieron inteligentes "a su imagen y semejanza"?

¿Por qué sabían que algún día lejano nosotros REPETIRÍAMOS lo mismo que ellos hicieron CON NOSOTROS?

¿No lo predijeron los mismos dioses en el Génesis?

<Éste no ha sido sino el comienzo de su quehacer; a partir de ahora, nada de lo que se propongan les será imposible.> (Génesis 11,6)


A partir de ahora, nada les será imposible

¿Se llegará alguna vez a obtener seres humanos por clonación, a "fabricar" cualquier número de reproducciones de un prototipo cualquiera? Los experimentos llevados a cabo con éxito en los mamíferos suelen ensayarse (casi) siempre, al cabo de algún tiempo, en los humanos. Que el primer hombre creado por clonación viva ya de incógnito en los Estados Unidos, según informó el periodista científico David Rorvik (nota 21: Rorvik, D.M.: Nach seinem Ebenbild; Francfort 1978) en un minucioso reportaje, documentado con toda clase de detalles, es una cuestión secundaria. El caso aislado, por bien probado que esté, palidece ante la convicción de que los clones humanos estarán aquí dentro de un plazo previsible.

toda investigación obedece a un motivo y a una finalidad, que son los móviles que la impulsan. Pero, ¿qué utilidad puede (p.80)

tener la terrorífica visión de un ejército de hombres idénticos, tomados de una misma célula (sanguínea, epitelial u orgánica, poco importa)?

Cuando el método sea practicable, ¿vamos a dedicarnos a producir en serie a nuestros políticos, soldados, científicos, pilotos del espacio, obreros, sacerdotes, adivinos y cómicos? ¿Estaremos cerca de los abismos predichos por Orwell y Huxley? ¿Crearemos nuevas "categorías raciales" para que éstas se enfrenten luego en otras luchas causadas por sus diferencias? ¿Nos someteremos a modas pasajeras, a ideales de belleza para la temporada, haciendo salir de la cadena de producción series de maniquíes masculinos y femeninos obtenidos por clonación? ¿Crearemos determinados tipos humanos en masa, para que sirvan a este o aquel objeto de investigación? ¿Pedirá la mujer al hombre amado, o el hombre a la mujer amada, un par de células que guardar por si una muerte súbita les arrebatase el original? ¿Se crearán "bancos de células" para atesorar minúsculas muestras de tejidos tomadas a los héroes del espíritu, a los genios de todas las ramas, para que después de su desaparición sus pasos puedan ser seguidos por un ejemplar humano nuevo, pero idéntico al difunto?


¿Desperdiciar la gran oportunidad?

Creo que sería para la humanidad un gran paso el que no se perdiera con la muerte el saber de los grandes genios del siglo. ¿Cuál habría sido la marcha futura del mundo, si se hubiera podido contar con la práctica inmortalidad de Einstein? Quiero decir gracias al procedimiento de clonación. El gran pensador dispuso que se quemase su cuerpo y se pusiera su cerebro a disposición de la ciencia, a fines de investigación (nota 27: Was die Welt bewegte, schwappt im Reagenzglas; In: Der Spiegel, 36/1978, Hamburgo).

Da vergüenza enterarse de que ese legado para la ciencia se halla actualmente sumergido en un frasco de formaldehido, puesto en una caja de cartón de la oficina de un laboratorio de investigación biológica de Wichita, Kansas (EE.UU.). Algunas partes del cerebro fueron facilitadas a especialistas, pero el cerebelo y gran parte de la corteza cerebral no han sido examinados. El formaldehido es un poderoso desinfectante; no es probable que célula alguna haya logrado sobrevivir los treinta y cuatro años transcurridos desde la muerte de Einstein.

Nunca se sabrá si el gran sabio, cuando hizo su testamento (p.81)

tenía en mente algo más que una simple autopsia. ¿Tal vez había previsto oportunidades que nadie más adivinaba en 1955? ¿Habrá desperdiciado la ciencia lo que en un día pudo haber sido su gran ocasión?


El Homo sapiens, ¿fue creado por clonación?

Mi propuesta, desde luego especulativa pero fundada en los hechos citobiológicos y microquirúrgicos actualmente conocidos, es que los extraterrestres crearon al HOMO SAPIENS, gracias a su perfecto dominio de las técnicas de clonación. La misma superioridad técnica que les permitió realizar la navegación especial puede atribuírseles fundadamente en el dominio de la genética, en cuyas manipulaciones debían ser maestros. Así "implantaron" el ADN de su raza y nos lo transmitieron íntegramente. Y desde entonces funcionan en nuestro organismo los designios "divinos". Este saber ancestral es lo que nosotros perseguimos: lo llevamos dentro de nosotros mismos, y "sólo" es cuestión de encontrarlo.

En los próximos decenios emprenderemos la salida al espacio interestelar. TENDREMOS que hacerlo, porque las reservas de materias primas de nuestro planeta se están agotando. La necesidad será un móvil más poderoso que el afán de saber, de establecer contacto con las poblaciones desconocidas o incluso las civilizaciones que existen en el Cosmos. Pero no importa el motivo que nos impulse; la expansión hacia el Cosmos nos será impuesta por ley de supervivencia.


Problemas de la colonización del universo

Si en las lejanías del espacio se halla un planeta semejante a la Tierra y que no esté habitado, lo más lógico será tratar de colonizarlo. En el ramillete de los argumentos tradicionales contra la exploración espacial y las posibilidades que implica se ocultaba hasta ahora un arma contundente de verdad: cómo transportar a miles de hombres y mujeres hasta el objetivo. Ello necesitaría vehículos descomunales y los costes serían gigantescos frente a un éxito más que dudoso; además sería muy difícil abordar un planeta realmente parecido a la Tierra, y nuestros colonos perecerían miserablemente; la posible presencia (p.82)

de gases nobles o de otro modo perjudicales, o de bacterias desconocidas, dañaría a nuestra "raza"; en tales condiciones, ¿cómo podrían aclimatarse nuestros representantes?, pues en el planeta hipotéticamente localizado tal vez habría variaciones térmicas desde más ochenta hasta menos ochenta grados centígrados; y cómo podrían resistir eso los humanos sin el uso de complicados trajes protectores (que dificultarían todo esfuerzo corporal), etcétera.


Una raza cósmica de clones

A las discusiones sobre estos y otros aspectos, llevadas a puerta bien cerrada, se les ha puesto un grueso y definitivo punto final: ¡cloning! Si el planeta está deshabitado, se programará una "raza" adaptada a las condiciones del nuevo medio ambiente; si hay vida no inteligente, se tomará un óvulo de la especie más avanzada y se le implantará una dotación genética humana. La historia se repite: ¡nosotros haremos lo mismo que hicieron los extraterrestres con los primates de nuestro planeta azul!

Estas audaces ideas mías, ¿tienen en la Tierra indicios análogos y relevantes, confirmaciones o puntos de apoyo?

-- En muchas mitologías y tradiciones religiosas antiguas se asegura que los "dioses" crearon al hombre a su imagen y semejanza, y que practicaron varios intentos antes de culminar la obra con éxito (nota 28: Lexikon der Prä-Astronautik; Düsseldorf 1979)

-- Diferentes pueblos afirman, en algunos casos incluso en nuestra época, que los soberanos de sus casas reales descienden directamente de los "dioses"... lo mismo que los faraones egipcios, los reyes sumerios, los emperadores etíopes y persas, la casa real japonesa, etcétera.

-- Los toracha, una tribu indígena de los mares del Sur, hasta hoy siguen jurando que vinieron del cielo... y que sus antepasados los puang tenían al principio sangre blanca en las venas, que luego se fue volviendo roja debido a los cruzamientos con los terrestres (nota 29: Tichy, Herbert: Tau-Tau, Bei Göttern und Nomaden der Sulu-See; Viena 1973)

-- En las islas de juncos del lago Titicaca vivía hasta 1962 la tribu de los uros, que tenían la sangre negra. Los uros no se apareaban con los indios de las tribus vecinas, porque según sus convicciones procedían del Cosmos y querían (p.83)

reservarse la exclusividad de tal estirpe. Vivían solitarios y retirados, siempre a la defensiva, huyendo de contactos con otras tribus.

En principio, los uros vivían a orillas del lago Titicaca. Pero cuando hace más de 1.400 años, cayeron sobre el altiplano de Bolivia los belicosos indios aymará, como ma´s tarde hicieron también las hordas del conquistador español Francisco Pizarro (1478-1541), los uros construyeron las islas de juncos en las que se recluirían en adelante. Se mostraban orgullosos frente a otras tribus, pero procurando evitar conflictos. Esta actitud, que podríamos calificar de arrogancia, estaba motivada por sus aptitudes especiales; según afirmaban, no se hundían en el agua ni sentían los rigores de las heladas. Las tormentas no podían nada contra ellos, y las nieblas húmedas y frías que hacían enfermar a otros indios no les afectaban a ellos, como tampoco el "fuego del cielo" (los rayos). Los uros conversaban en un idioma desconocido. Mantenían obstinadamente la creencia de que ellos no eran humanos.

En 1960 sobrevivían aún ocho uros auténticos en las islas del Titicaca. En 1962 murió el último.

¿A qué raza pertenecían esos pretenciosos ermitaños? Desde los comienzos de su existencia velaron por no "bastardearse" con los terrestres; por tanto, es posible que conservasen características raciales constantes desde el principio hasta el fin. ¿Quién creó a estos uros, y para qué fines los creó? ¿Tal vez les estaba reservada una misión especial, y no estuvieron a la altura de la misma?


¿Conviene la nivelación racial?

Si las razas principales de la especie humana tienen algo que ver con "mis" extraterrestres, cabe discutir la cuestión de sí los "dioses" deseaban los cruzamientos entre razas o, por el contrario, entraba en sus planes una separación estricta.

Si merecen algún crédito las leyendas, los mitos y las primitivas tradiciones religiosas, los dioses eran muy celosos y serían muy enemigos de cualquier mezcla de razas. Para no repetir los que tantas veces he dicho y escrito, me remitiré sólo (p.84)

al aislamiento, más parecido a una cuarentena, de la nueva generación israelita nacida durante los cuarenta años de viaje a través del desierto, así como al severo apartamiento de los puang y los uros. Recordemos también que las familias reales de los faraones egipcios preferían el incesto para que todo "quedase en casa".


¿Cuarenta y seis cromosomas y autosomas = inteligencia?

Sabemos que todas las razas de una misma especie pueden aparearse entre sí. Si los "extraterrestres" hubieran querido excluir de una vez por todas esta miscegenación, les habría sido posible incorporar barreras genéticas. Por ejemplo, instalando aparatos genitales incompatibles para el cruce... o diferentes números de cromosomas. ¡A menos que el número de cromosomas humanos, común a todas las razas, sea el código secreto de la inteligencia! ¿Será por eso que desde la mutación prehistórica TODOS los seres inteligentes tienen cuarenta y seis cromosomas y autosomas contados?

Con los medios que proporciona la clonación sería posible reproducir la inteligencia (o cualquier otra característica específica que convenga), fabricada en serie como quien produce longanizas.

La evolución que se inicia es peligrosa, porque es tentadora. Así por ejemplo, los cirujanos pueden señalar que entre los individuos clones serían posibles los trasplantes de órganos sin dificultad alguna, al desaparecer las reacciones de rechazo. También se podría afirmar que un clan de clones representaría la endogamia perfecta. Aunque ésta sería una consideración errónea, basada en el supuesto de que se reprodujese sólo un tipo o un número muy reducido de tipos humanos. Pues, tan pronto como los prototipos sometidos a clonación fuesen varios, los individuos correspondientes podrían aparearse entre sí... la procreación "normal" continuaría.

Ingenuidad sería creer que tales adelantos fuesen a aplicarse sólo en sentido positivo. Además del caso absurdo, es decir, que se eligiese a dictadores y asesinos para clonarlos, no es difícil imaginar que fracasara una producción, que se produjeran monstruos; al fin y al cabo, la "materia prima" es de tal naturaleza que su manipulación resulta dificilísima. ¿Qué hacer con los ejemplares defectuosos? Al fin y al cabo, estamos hablando (p.85)

de seres humanos. La ética y los sentimientos religiosos exigen el respeto a la vida ya formada. Todo progreso tiene sus servidumbres inevitables.

Las oportunidades y los riesgos no están demasiado alejados. ¿A qué lado se inclinará la balanza? ¿Es conveniente un alto, una prohibición estricta de las investigaciones en el campo de la biología molecular y la cirugía genética? Aparte de que, según mi opinión, estamos programados de tal manera que no podemos dejar de investigar, sería preciso que la prohibición fuese cumplida en todos los países y hasta en el último rincón de la Tierra.

Para la investigación genética basta un pequeño gabinete; no precisa naves con cientos de miles de trabajadores. ¿Quién va a poder controlarla? ¿Quién sabe si la prohibición sería respetada en todas partes? La historia nos enseña que JAMÁS ha sido posible apartar a la investigación de un objetivo, cuando éste se hallaba "maduro" para ser descubierto.

Indudablemente, además de los problemas biológicos y éticos se plantearán también los jurídicos. ¿Quién es el progenitor de una serie de clones? ¿Quiénes pueden ser sus herederos? ¿Cómo definir los límites de la "consanguinidad" cuando TODOS procedan de una misma cepa celular?

Nos parece estar oyendo el tic tac de una bomba de relojería biológica.


¡La investigación debe seguir!

Sin embargo, soy partidario de continuar el estudio del "cloning", de que se lleven a madurez los procedimientos, de que se guarden en cajas fuertes y severamente vigiladas los reglamentos de la manipulación. Que se conserven en sustancias adecuadas y a las temperaturas más favorables unas colecciones de núcleos femeninos y masculinos de la mejor calidad, con todos los productos necesarios para la gestación ectogenética. Por si hubiera una catástrofe. Puede ser una catástrofe cósmica, pongamos por caso el acercamiento de un meteorito que acarrease gases tóxicos a nuestra atmósfera. Podría ser también una conflagración atómica que destruyese grandes zonas de nuestro planeta, dañando además de manera irreparable el material genético humano. Entonces se podrían repoblar por clonación las razas humanas... en un regreso a los orígenes (p.86)

El día que la humanidad se vea enfrentada a semejantes catástrofes, ya no estaremos a tiempo para perfeccionar y poner a punto la clonación. Lo que necesitaremos será un procedimiento completa e inmediatamente aplicable.

No se crea que la clonación dará lugar a grandes tiradas de individuos totalmente uniformes. No dejan de ser individuos humanos, similares en todo a los producidos IN VIVO por el viejo y nunca bien ponderado sistema, si bien hechos a imagen de un modelo único. Es decir, que se parecerán físicamente y compartirán las características de su dotación hereditaria, pero no por eso dejarán de ser capaces de pensar y actuar independientemente, ni de recibir diferentes influjos educacionales y ambientales. Al fin y al cabo, nada se detiene. Los clones adquirirán nuevas informaciones hereditarias y las pasarán a las nuevas generaciones. Sufrirán mutaciones, y al cabo de una docena de generaciones la descendencia ya no será tan parecida como un huevo a otro.

nos hemos referido a las catástrofes, pero también para la conquista del espacio es fundamental el llegar a dominar la clonación. Por eso me parece correcta la idea del fisiólogo lord Rothschild, quien propuso la fundación internacional de una "Comisión para el control genético", a fin de coordinar la investigación y sus aplicaciones. Sería muy deseable que tal comisión tuviese más eficacia de la que suelen tener esta clase de instituciones internacionales.

En alemán "LEBEN" (vida) leído al revés da "NEBEL" (niebla): es preciso descorrer el velo de niebla para comprender la realidad de nuestra existencia (p.87).

Fin del texto.

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Fuentes de fotos
[1] Adam con Eva de Lucas Cranach: www.pharma-art.de
[2] muñeco en la probeta: http://www.mitteldeutsche-kirchenzeitungen.de/2009/07/13/gezeugt-und-selektiert-die-rettungsgeschwister/
[3] maratón en Boston 2006 con diversas razas: http://www.boston.com/sports/marathon/gallery/04_17_06_race_photos?pg=5


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