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Erich von Däniken: Viaje a Kiribati - extraterrestres
1. Detecciones en las islas de Kiribati
1.7. Pisadas de los gigantes en el atolón de Tarawa en Banreaba
Pisada de un gigante según Däniken 01 (p.75)
de: Erich von Däniken: Viaje a Kiribati; Ediciones Martínex Roca, S.A.; Gran Vía, 774, 7º; 08013 Barcelona; ISBN: 84-270-0684-5
[1.7. Pisadas de los gigantes en el atolón de Tarawa en Banreaba]
Mapa del atolón de Tarawa con Bikenibeu (donde es el hotel Otintai) y Banreaba (donde son las pisadas de gigantes) [1]
Balance de Kiribati
[La indicación del padre "cristiano" Scarborough sobre pisadas de los gigantes]
Mi curiosidad aún no estaba saciada, pues quedaba pendiente un punto de la búsqueda. Le mostré a Teeta la carta del reverendo Scarborough:
<He mencionado las pisadas de gigantes, de las que se dice son huellas de los dioses que en otro tiempo andaban por las islas. Se trata de impresiones casi perfectas en la roca, y las hay en casi todas las islas. Encontrará algunas de estas huellas directamente en las afueras del pueblo de Antebuka, en el lado de la isla que da al océano, pero en otras islas hay muestras mejores. Camine usted unas (p.71)
300 yardas (275 metros) desde la salida de Antebuka hacia el grupo de cabañas más próximo, y hallará las pisadas en una roca plana, a cincuenta yardas de la costa. A lo mejor se le ocurrirá pensar que esas huellas podrían haber sido grabadas por los nativos en la piedra, en cuyo caso le ruego que se haga esta pregunta: ¿por qué y para qué? ¿Qué razón podrían tener los aborígenes de dieciséis islas distintas para esculpir en las rocas unos modelados de pies? Piense usted que antiguamente poseían pocas herramientas y hechas de material poco duro. Creo que esta suposición es absurda. Verifique las leyendas locales, donde dicen que se trata de huellas de los dioses que vinieron del cielo.>
[Se puede suponer que el nivel del mar no fue tan alto como hoy y por eso las islas no fueron islas pero un pequeño continente. Por eso hay pisadas en todas las islas].
Poco significaba el que hasta ese momento no hubiéramos visto ninguna de las huellas descritas por el padre Scarborough, puesto que no habíamos preguntado por ellas. Más asombrosa era la expresión de extrañeza con que nos miró Teeta. Pero nuestros espíritus ya estaban dominados por la fiebre de la investigación. Provistos de aquellas indicaciones tan exactas, los cuatro nos pusimos en marcha.
[Condiciones en el atolón]
La zona estrechamente delimitada por las descripciones de la carta era un lugar que, si lo hubieran escogido por horrible no habrían podido hallar otro mejor. Si hasta aquí mis descripciones pueden hacer pensar que toda Tarawa sea un paraíso de belleza perfecta, lleno de deliciosos aromas, allí encontramos la nota de contraste. Toda la línea de cincuenta yardas hasta la costa es una sola cloaca.
Los isleños no tienen servicios dentro ni cerca de sus cabañas. Desde los tiempos de sus antepasados, hacían las necesidades en la playa. Para no exponer los traseros de sus bellos cuerpos a las ventosas de los calamares y a los mordiscos y pinchazos del resto de la fauna marina, en fin, para no verse molestados en el negocio urgente, han construido sobre el agua unas chozas montadas sobre pilotes. A ellas se llega deprisa y corriendo por una pasarela hecha con dos troncos, que se bambolea más que un puente de cuerdas. Al flujo de la marea, los embriagados con TODDY agrio pueden darse una chapuzón en el agua; al reflujo, descrismarse contra las rocas. Estas chozas-WC [baños] son centros de la comunicación insular. Los kiribati se pasan horas acuclillados al borde de la plancha mientras charlan e intercambian las novedades, en comunidad bien avenida y (p.72)
relacionada por una ocupación común. Aquí sí reina una igualdad de necesidades y de aspiraciones. ¡Chaf!
[Reciclaje falta en Kiribati - basura en la playa de Tarawa]
La centenaria costumbre de entregar al mar los desperdicios humanos halló su continuación lógica cuando las bendiciones de la civilización se desparramaron sobre Kiribati. Latas de conserva y botellas de Cola, embalajes de plástico y herramientas inservibles, a diferencia de los desperdicios naturales, no se descomponen, y en muchos casos tampoco son arrastrados por el flujo de esa gran planta de tratamiento de basuras que es el mar. Así pues, quedan amontonados en la playa para siempre, o casi.
Tal era el aspecto de la "zona de exploración" donde teníamos que encontrar las huellas tan precisamente localizadas por el reverendo Scarborough. De acuerdo con lo visto hasta entonces, también esa indicación había de ser tomada en serio. Pero, sea que a falta de máscaras antigás nuestra observación fuese demasiado superficial, o que nos intranquilizase la posible paralización del tráfico aéreo si se prolongaba la huelga, el caso es que nos fuimos de la playa de Antebuka sin hallar pisadas de gigantes.
[El viaje a Banreaba - pisadas de los gigantes en la "aldea de Banreaba"]
Poco después del almuerzo, Teeta se presentó mostrando todos los dientes en radiante sonrisa. Dijo que había aprovechado el descanso para hacer averiguaciones, y que debíamos ir a la aldea de Banreaba. Allí, en unas tierras de una pariente suya, había huellas como las que buscábamos. El solar [territorio] tenía el nombre de "Te aba-n-anti", "lugar de los espíritus", y también le llamaban "Te kanan-rabo", "lugar sagrado".
En efecto, esta información nos permitió ver pisadas de diferentes tamaños. El gigante que más número calzaba era uno cuyas huellas medían 1,37 metros desde la punta de los dedos hasta el talón y 1,14 metros de ancho. Ahí estaban, estampadas en la roca como un saludo del remoto pasado. Una huella de pie izquierdo mostraba doce dedos, y en medio de la misma se alzaba hacia el cielo el tronco de una palmera. Cosa extraña.
Pisadas de gigantes en Tarawa en Kiribati, mapas
Pisadas gigantes en Banreaba en el atolón de Tarawa (mapa B) [2]
Pisadas de gigantes en Bikenibeu en el atolón de Tarawa (mapa C) [3]
Por lo visto el padre gigante de los pies grandes había venido acompañado de toda su tribu, pues aparecían huellas más pequeñas, incluso de tamaño normal y de niño. La mayor parte de las impresiones muestran seis dedos en cada pie, y miden al menos un centímetro de profundidad.
Pisada de un gigante según Däniken 01 (p.75)
Pisada de un gigante según Däniken 02 (p.75)
Se encuentra la confirmación en el Internet. Esas pisadas de gigantes en el pueblo de Banreaba en el atolón de Tarawa son confirmados por otros turistas, p.e. aquí:
Pisada de un gigante de 6 dedos en Banreaba en el atolón de Tarawa de Kiribati [1]
<Not a statue, but footprints - on Tarawa, the main atoll of Kiribati. I found footprints after a giant, his wife and children in a schoolyard in the village Banreaba. They all had six toes. Erik Von Däniken found one untouched 5,3 meter long grave in Kiribati, where a giant is said to buried, but were unable to examine it. The people are very afraid of ghosts.> [web01]
<No es una estatua, pero son pisadas - en Tarawa, el atolón principal de Kiribati. He encontrado pisadas de un gigante, de su esposa y de sus niños en un patio de un colegio en el pueblo de Banreaba.Todos fueron con 6 dedos. La tumba de un gigante que indica Däniken no pudo ser encontrado.> (traducción de Michael Palomino)
[Biblioteca con libro sobre las pisadas de los gigantes en la isla de Tarawa en Kiribati]
En la biblioteca encontré una publicación "The Footprints of Tarawa" [las pisadas de Tarawa]
(nota 11: Turbott, I.G.: The Footprints of Tarawa; Journal of the Polynesian Society; Extract from Vol. 58, no. 4; diciembre 1949; Wellington, Nueva Zelanda)
[y ese artículo está en el Internet: The Footprints of Tarawa (2011) y de ese artículo son los mapas de arriba].
editada por la "Polynesian Society" [sociedad polinesiana], con estimables notas (p.73)
sobre el pie gigantesco: según la leyenda, se trata de una huella del gigante Tabuariki, que era tan alto que podía coger cocos sin necesidad de estirarse. Este personaje tiene su lugar en la leyenda "Tebongi-ro" (la tiniebla negra), pues según ella era de la segunda remesa de celestiales que aterrizó primero en la isla de Baanaba. Y ¿cómo se explicaba lo de la palmera? Pues la hizo plantar, en los años cuarenta del siglo actual, un ministro de Dios que deseaba echar tierra, en todos los sentidos de la expresión, sobre las leyendas idólatras acerca de Tabuariki. Este método para salvar almas, que podríamos denominar botánico, es más suave que otros.
Según investigaciones recientes, las Kiribati están habitadas desde hace al menos tres mil años. Son muchos tres mil años sin documentación escrita. Los "dioses" obraron con acierto confiando sus huellas a la piedra, donde iban a ser imborrables y anunciarían su presencia a los hombres del más remoto futuro.
<THE FOOTPRINTS OF TARAWA
<Las pisadas de Tarawa
de I.G. Turbott, servicio administrativo colonial>
(traducción de Michael Palomino)
of / de: http://www.jps.auckland.ac.nz/document//Volume_58_1949/Volume_58,_No._4/The_footprints_of_Tarawa,_by_I._G._Turbott,_p_193-197/p1#
WITH the passing of the present generation of “old men” of the Gilberts, many of the legends and customs of these people are also dying out; and there is growing up a generation of young men who are ignorant of all the wisdom and stories of their ancestors.This short account is a factual report, without any personal comments or interpretations of the position, of two series of footprints appearing on Tarawa Atoll in the Gilbert Islands, as shown to me and explained by some of the unimane (old men) of Tarawa, the location of the present capital of the Gilbert and Ellice Islands Colony.
The exact location of the first series of footprints is on a piece of grey stone in a clearing in the bush on Eita Island, near Banreaba Village, Tarawa Island, on land called Te Aba n Anti (the Place of Ghosts) or Te Kananrabo (the Holy Place—see Map B). The stone clearing itself bears the local Gilbertese name Te Aba Ni Maneka (the Rock of Footprints) and is situated about 400 yards from the lagoon side of the island and some 100 yards from the reef side, the island being not much over a quarter of a mile in width at that particular point.
Los "viejos hombres" de las islas de Gilberts han muerto, y con ellos también muchas leyendas y costumbres de esa población han desaparecido; y sigue una generación de hombres jóvenes que no saben de todo ese saber y de esas historias de sus antepasados.
Ese cuento corto es un reporte de hechos, sin ningún comentario personal o interpretación de posiciones, sobre dos series de pisadas que hay en el atolón de Tarawa en las islas de Gilbert que fueron mostradas a mi personalmente por unos de los unimane (hombres viejos) de Tarawa, la capital de la colonia de las islas Gilbert y de Ellice.
El lugar exacto de la primera serie de pisadas está en una piedra gris en un claro en la selva en la isla de Eita cerca del pueblo de Banreaba en la isla de Tarawa. Es un territorio llamado como Te Aba n Anti (el lugar de los dioses) o Te Kananrabo (el lugar santo - ver mapa B). El claro de piedras mismo tiene el nombre local de Te Aba Ni Maneka (la roca de pisadas) y se encuentra apr. 400 yardas del lado de la laguna de la isla y apr. 100 yardas del lado del arrecife. La isla de aquí no tiene más ancho que un cuarto de una legua.
[Giant Tabuariki]
The largest footprint (A on Map B) is said to be that of Tabuariki, a giant who, according to the old men of Tarawa, was born and grew up on Tarawa. He was one of the original inhabitants and stories of his exploits are well known and often told in local circles. They also appear in the local vernacular in a London Missionary Society publication Rongorongo i Tungaru. He could pick the nuts from the coconut trees without climbing and was renowned as a fisherman, being particularly noted for his exploits in roaming Tarawa Lagoon on foot, fishing as he went, especially in the vicinity of tiny Bikeman Island (see Map A). Later in his varied life he seems to have settled down and selected Beru in the Southern Gilberts as his home island; Beru Lagoon being claimed by many to be Tabuariki's personal property.
[The giant footprint]
This particular footprint is said to be his left foot—it sinks a good inch into the solid rock, a coral limestone, has 12 toes and measures 3 ft. 9 in. across the toes and 4 ft. 6 in. from the toe to heel—its counterpart, the right foot, is reported to be near the village of Tekanranga on Maiana, a separate island in the Gilberts some 20 miles to the southwest of Tarawa. There were various attempts by Hawaiian missionaries in the early stages of the Colony's history to try and disprove this locally accepted theory of giants' imprints. One Hawaiian missionary, Rutera, in about 1889, just before the Flag [?], tried to chip out a copy in the rock nearby but his attempt was a failure. The obvious resulted—the story of the giants' footprints became even more conclusive in the minds of the local Gilbertese.
It would certainly be difficult without careful workmanship and the necessary tools, plus considerable weathering of the sun and wind, to make a print so smooth and perfect as these appear today. A more recent attempt at “sabotage” has been reasonably successful. Some years ago the owner of this land, “the Place of Ghosts,” planted a young coconut tree in the centre of Tabuariki's footprint.
Today the tree is a good eight feet high but is growing cleanly into the rock so that the outer perimeter and shape of the toes, etc. still remain intact. It does, however, point out one fact, that the rock must be fairly hard but thin layer and that under it is the sandy soil, typical of the low-lying atolls of the Gilberts, on which the coconut thrives.
Close alongside the large indentation presumed to have been made by Tabuariki is a smaller one attributed to Nei Teiti, the wife of Tabuariki. This is her right foot and is shown at A in Map B. She had six toes, the size of the imprint being 1 ft. 3 in. across the toes by 1 ft. 6 in. in length. Exactly where the print of her left foot is recorded was not known.
The print above D in Map B is also supposed to be that belonging to Nei Teiti's right foot. Both these indentations sink about one inch into the rock and are exceedingly clear in outline and shape.
[El gigante Tabuariki]
La pisada más grande (A en el mapa B) es dicho ser de Tabuariki, un gigante que - según el viejo hombre de Tarawa - fue nacido y creció en Tarawa. Él fue uno de los habitantes originales y las historias de sus acciones son bien conocidas y contadas muchas veces en los grupos locales. También son publicados en el idioma local en una publicación de la sociedad misionera de Londres (London Missionary Society) con el titulo "Rongorongo i Tungaru". Ese gigante fue capaz recoger los cocos de las palmeras sin subir el cocotero y fue celebro como pescador caminando en la laguna de Tarawa sin la necesidad de nadar pescando como quería, especialmente cerca de las isletas de Bikeman (ver mapa A). Más tarde en su vida variada parece que él había domiciliado y que él había selectado Beru en las islas del sur de Gilberts como su tierra natal; de la laguna de Beru muchos dijeron que fue la propiedad personal de Tabuariki.
[La pisada grande]
Se dice que esa pisada particular es de su pie izquierda - pisado una buena pulgada (2,54 cm [web02]) en la roca dura. Es una piedra caliza de coral. La pisada tiene 12 dedos y mide 3 pies 9 pulgadas (ancho de los dedos) y 4 pies y 6 pulgadas del dedo al talón. El complemento, el pie derecho, es dicho ser cerca del pueblo de Tekanranga en Maiana, otra isla separada de las islas Gilbert apr. 20 leguas en el suroeste de Tarawa. Durante los tiempos primeros de la colonización fueron varias pruebas de misionarios de Hawai indicando pruebas contra esa teoría de las pisadas de los gigantes. Un misionero de Hawai, Rutera en apr. 1889, justamente antes de la Bandera [?], probó hacer una copia de la pisada, pero sus pruebas no tenían éxito. El resultado fue que la historia de las pisadas de los gigantes fue más y más concluyente en la mente de la población local de las islas Gilbert.
Sería de verdad difícil sin formación buena de artesanía y sin instrumentos, y depende también del tiempo y del sol y del viento para producir una pisada perfecta como son hoy. Otro experimento tenía más éxito. Unos años antes, el dueño de ese terreno, el "Lugar de los Espíritus", plantó un joven árbol de cocos en el centro de la pisada de Tabuariki.
Hoy el árbol tiene buenos ocho pies de altura y sigue creciendo precisamente en la roca, así el perímetro exterior y la forma de los dedos etc. todavía están intactos. Pero hay un hecho con eso: que la roca tiene que ser bien dura, pero solo una capa floja es así, y bajo de esa capa hay tierra arenosa, típica para los atolones de Gilbert donde crece el coco.
Cerca al lado de la depresión grande que supestamente es dicho ser de Tabuaraki, hay una pisada más pequeña que es atribuido a Nei Teiti, la esposa de Tabuariki. Eso es su pie derecho y es mostrado como A en el mapa B. Ella tenía seis dedos, el tamaño de la impresión es 1 pie 3 pulgadas medido por sus desos, y tiene un largo de 1 pie 6 pulgadas. No se sabe donde está la impresión de su pie izquierdo.
La pisada sobre D en mapa B también es dicho ser del pie derecho de Nei Teiti. Ambos marcaciones tiene una profundidad de apr. una pulgada en la roca y tienen una forma muy precisa.
[Domesticated lizards]
E on Map B represents a basket carried by Nei Teiti in her many and varied travels with her venturesome husband. The unimane [old men] were very definite as to the contents of this particular basket and pointed out the pet lizards whose imprints appear around it—see E, Map B.
Nei Teiti was never known to have travelled without these lizards and they are now automatically associated with her property. The basket also contained small hardened nuts of the coconut filled with oil from the same tree. This she rubbed, or had rubbed, all over her body, a habit not uncommon amongst the indigenous Gilbertese today.D on Map B shows some smaller, yet complete, footprints. These indentations are said to have been made by the giant children of Tabuariki and Nei Teiti. They do not have any regular pattern because, like the children of mortals, they would run here and there at their whim and fancy. It is not certain how many children there were, or whether they in their turn grew up into the majestic figures that their father and mother appear in legends and myths. But the footprints certainly are clearly set into the stone: others are scattered more lightly at various places over the clearing but have not been specificially marked on this map.
[Lagartos domesticos]
E en el mapa B representa una cesta traída por Nei Teiti en sus muchos viajes con su esposo venturoso. Los unimane [hombres viejos] son firmamente convencidos del contenido de esa cesta indicando lagartos como animales domesticos - y existen pisadas también de esos lagartos - ver E, mapa B.
Nei Teiti jamás fue conocido haber viajado sin esos lagartos y siempre son asociados con ella automáticamente. La cesta contenía también pequeñas nueces de cocos endurecidas, rellenas con olio del mismo árbol. Con eso ella se frotó en todo su cuerpo. Eso es un costumbre bien común con los indígenas de las islas Gilbert de hoy.
D en el mapa B muestra unas pisadas más pequeñas, pero completas. Se dice que esas pisadas son del niño del gigante Tabuariki y de Nei Teiti. No tienen ningún diseño regular porque - como es con los niños de los hombres - corren allí y allá como quieren. No es seguro cuantos niños fueron, o si ellos han criado con las leyendas y con los mitos con padre y madre. Pero las pisadas seguramente son bien puestas en la roca: hay más pero solo puestas ligeramente en diversos lugares en todo el claro, pero no son especialmente marcadas en ese mapa.
[Drawing with a sailing canoe]
C on Map B represents a small drawing in the stone of a canoe, complete with sail and outrigger as is the case with normal Gilbertese canoes. The size per scale in comparison with Tabuariki's footprint gives some indication of its minuteness. But again no imagination is needed to see exactly what it is meant to represent.
The canoe is said to belong to Nareau, the chief of Ghosts, a clever wizard who lived at Bonriki Village [near the airport of today], some ten odd miles further north along the Tarawa atoll from Banreaba. He was a relation of Tabuariki and was capable of making himself as small as a midget or as large as a giant at will.
He was in the habit of appearing as a small man and if by chance a mortal was unfortunate enough to insult him or in any way upset him he would forthwith fill out to giant stature and punish, in an extremely forceful manner, the terrified human. He also made a habit of leaving his mark in some form or other on all the places he visited, so that this canoe, said to be the one in which Nareau voyaged, is his sign that he visited this land, “the Place of Ghosts”—probably, judging by the canoe's size, as a midget. B and F on Map B are a series of well-formed footprints slightly larger than those of human beings. Some have six toes and some five but all, including F, which are prints of a person walking, represent the indentations made by the ghosts of the owners of this land. It was the playground of the late landowners and all other prints on the clearing are attributed to this source. Some are lighter and less clearly marked and these have not been shown on the map. These prints certainly look more like those of a human and are embedded about one inch into the rock, although the toes clearly sink in and are shaped while the instep is raised and the heel set slightly deeper.The location of the second series of footprints is some five miles further north along Tarawa Atoll, near the village of Bikenibeu (see Map C). The imprints are on the lagoon side of the island, in fact in a low mud area which is covered each high tide. Mangrove trees grow profusely all around and except for the particular rock area on which the impressions are, the environment is typically that of the bottom of a swampy, muddy, crabholed lagoon reef. The actual rock itself, a lime-cemented coral sand, in which the footprints are embedded, is slightly raised above the level of the surroundings. Unfortunately, U.S. Military personnel engaged in the occupation of Tarawa during the war ran a tractor or some heavy vehicle over this area and many footprints were thus destroyed. As in the case of the stone in which the first series of imprints were found, so here the actual rock was found to be only a few inches in thickness, set over the top of sand beds.
The raised rock area on which the imprints are found is called Te Kabinimaribo, “the keel of the canoe of Maribo.” Maribo is a ghostly island supposed to exist “somewhere over the sea to the north” of Tarawa. From here came this canoe containing people from that island. One of the ghosts—exactly which is not known—from Tarawa, when he saw the canoe arrive, went striding towards it and seized it, killing the occupants ... It is his footprints which are embedded on the land “Te Kabinimaribo.” It measures over one foot across the toes and two feet in length, sunk about one inch into the rock.
There is still one smaller footprint remaining: B in Map C, complete and perfect in shape with five toes. This is said to be the imprint of one of the young giants of the Uma-n-Roronga (The House of Youths). It is said that before the area was damaged many similar imprints could be seen in the rock, made by the young giants as they
watched and learnt their lesson as the elder giant seized the canoe from Maribo and killed its occupants. The imprint is well sunk into the rock with the instep and heel very definitely formed. In size it is approximately 9 in. across the toes and 1 ft. in length.
Other reports of similar imprints in rock come from various parts, not only on Tarawa, but also on other islands in the Gilbert Group. Near Noto Village (see Map A) is an imprint in rock said to be a Tabuariki relic. Others appear at Buariki on the extremity of Tarawa (see Map A). As earlier mentioned the other footprint corresponding to that described on the land known as Te Aba n Anti, near Banreaba, Tarawa, is found near Tekanranga Village, Maiana, twenty miles south-west.
Reports also indicate that footprints of either Tabuariki or another legendary giant, Teweia, occur on Beru in the Southern Gilberts.
It is more than likely that on a more exhaustive and wider investigation of the islands in the Group, numerous similar indentations, each with their particular and peculiar story, could be unearthed.
The accounts, myths and descriptions of such imprints would undoubtedly vary a little in the telling, for each raconteur has his own conclusions and his own particular explanations of each mark in question.>
[Dibujo con un canoe con vela]
C en el mapa B representa un dibujo pequeño en la roca, es un dibujo de un canoe, completo con una vela y con un brazo como es normal para los canoes de Gilbert. El tamaño comparado con las pisadas de Tabuariki es una indicación de su pequeñez. Pero no se nesecita ninguna imaginación para ver precisamente lo que es mostrado.
El canoe es dicho ser parte de Nareau, el jefe de los espíritus, un brujo vivo que vivió en el pueblo de Bonriki [cerca del aeropuerto de hoy], unas diez leguas más al norte del atolón de Tarawa de Banreaba. Él fue un familiar de Tabuariki y fue capaz convertirse en una persona muy pequeña o convertirse en un hombre tan grande como un gigante, como lo quería.
Respecto a su costumbre para mostrarse como hombre pequeño él fue
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[Pisadas en roca - ¿como es posible? - "las patas de un módulo de desembarco espacial" - o fue arcilla antes]
Hemos de preguntarnos cómo pudieron producirse tales impresiones de pisadas sobre roca. Lo más inmediato es pensar que debieron esculpirlas en cualquier época. Pero las muestras de la colección isleña que nosotros vimos y fotografiamos no corresponden a esa impresión; los talones y los dedos están redondeados de una manera "natural". Hay que desechar [rechazar] la posibilidad de que fuesen debidas a un peso corporal enorme. ¡Cuántas toneladas habrían tenido que soportar aquellas plantas! En comparación con esta idea parece aceptable la sugerencia, de por sí algo absurda, de que lo estampado [la presión] allí fuesen las patas de un módulo de desembarco espacial. La suposición más plausible es que las huellas fueron impresas cuando la piedra estaba aún moldeable o caliente... o no existía todavía en su forma actual. Las huellas de unas pisadas sobre una capa de fina ceniza volcánica, convertida más tarde en toba por la acción de los elementos, pudieron perpetuarse. También un suelo arcilloso, al ser pisado, conservaría la forma de los pies hasta convertirse en roca al cabo de muchos siglos. Ignoro cuándo se encontrará explicación científica convincente para las huellas de pies gigantes, de las que hay muchas (p.74)
en muy distintos puntos del planeta, en tanto no se quiera aceptar la visita de extraterrestres en épocas pretéritas.
[Resumen se los hallazgos en Kiribati]
Adiós a Kiribati
Por Gil Butler supimos que a la mañana siguiente salía para Nauru un vuelo de la AIR NAURU, posiblemente el último en los próximos días, dado que la huelga dificultaba cada vez más el servicio. A nosotros nos habría gustado añadir algunos días más a aquella semana tan excitante. Y estábamos a punto de hacerlo, contagiados de la despreocupación intemporal de los isleños. Pero la noche antes del vuelo nos venció el "instinto de la prisa" occidental. La cena se desarrolló en un ambiente fúnebre. Nos preguntábamos si el viaje a Kiribati había valido la pena.
Habíamos visto una de las dos tumbas de gigantes prometidas por el reverendo Scarborough, así como el círculo mágico. Sabíamos ahora que era cierta la existencia de aquellos testimonios de un remoto pasado, y que todavía eran tabú para los isleños actuales, incluso los "convertidos" a una religión importada. No pudimos averiguar los motivos del temor que inspiraba el círculo. y allí estaban también los indicadores de piedra, cuyos rumbos habíamos verificado con los mapas y la brújula. ¿Cuánto tiempo durarán todavía esos mudos testigos de una antigua excelencia en el arte de la navegación? Expuestos al aire y a la lluvia, esos enigmas de piedra también acabarán por quedar reducidos a polvo. Estaban también las huellas de los pies gigantescos. El reverendo Scarborough, que había vivido tres años y medio en las islas, hablaba de realidades.
Son excelentes pruebas de la presencia de extraterrestres las antiguas tradiciones:
-- Nareau, que volaba dormido por el espacio y despertó al escuchar su nombre;
-- el pájaro Rupe, que volaba con estruendo y evacuó a la población de una isla;
-- invocaciones a personajes del espacio cuyos nombres son sinónimos de los dioses primordiales.
Entre los que acudieron a despedirnos estuvo también Bwere, que nos trajo un saludo de la alegre y generosa madre de Teeta. Luego nos sonrió, condescendiente:
-- En poco tiempo habéis visto lugares enigmáticos de nuestras (p.76)
islas que yo, con treinta y cinco años que llevo aquí, ni siquiera conocía. Habéis conseguido mucho, pero no os envidio. No me gustaría ser europeo. ¿Cuándo conseguiréis serenaros y volver a ser vosotros mismos? ¿De dónde sacáis las energías para esta vida tan agitada? ¡Alcanzáis todo lo que os proponéis, pero vuestra propia vida se os escapa!
[La salida de Kiribati]
Al borde de la pista, entre el rugido de los motores, no podía yo explicarle a Bwere cuál es la inquietud que me mueve y de dónde saco la energía. Es el impulso que me domina hasta en sueños, la necesidad de seguir la pista a los "dioses", por apartado que sea el rincón del mundo en donde se hayan manifestado.
Teeta, nuestro ángel negro, se había quedado aparte y me miraba confiadamente con sus grandes ojos negros.
-- "¿Volverán alguna vez los antiguos dioses?" - preguntó.
-- "Sí, volverán, Teeta. Estoy seguro de que sí."
Al poco, Tarawa desaparecía bajo nosotros cual verdadero paraíso perdido en el océano (p.77).
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