Erich von Däniken:
Viaje a Kiribati - extraterrestres
2. Por alguna razón
[existen los círculos de monolitos en Gran Bretaña]
[2.2.
¿Por qué son construidos los círculos de monolitos?]
de: Erich von Däniken: Viaje
a Kiribati; Ediciones Martínex Roca, S.A.; Gran Vía, 774,
7º; 08013 Barcelona; ISBN: 84-270-0684-5
presentado por Michael
Palomino (2011)
[2.2. ¿Por qué son construidos los círculos de
monolitos?]
[Luchan los astrónomos y los arqueólogos sin ciencia
coordinada - y luchan contra Däniken]
Desbrozando terreno virgen
La astronomía es la rama más antigua de la ciencia, pero la
arqueología-astronomía, en cambio, es una de las más jóvenes.
Existe desde hace pocos años. Es una ciencia
interdisciplinaria; combina las técnicas y las experiencias de
la arqueología moderna con la precisión numérica de la
astronomía práctica. Algunas docenas de investigadores
trabajan en ella, desarrollándola desde sus comienzos,
(nota 9: Krupp, Edwin C.:
Astronomen, Priester, Pyramiden [astrónomos, sacerdotes,
pirámides]; Munich 1980)
aunque ya cuenta con especialistas prestigiosos como los
astrónomos Gerald Hawkins, Alexander Thom, Anthony Aveni, el
físico John A. Eddy, siendo iniciador del grupo Edwin C.
Krupp, director del Griffith Observatory [observatorio de
Griffith] de Los Ángeles.
Me gusta esa joven rama científica. Creo que demuestra que los
autores como yo no estábamos tan equivocados al desbrozar el
terreno del realismo fantástico. Indemostrable, pero atrevido:
¿habremos sido nosotros los que conseguimos que se sentaran a
una misma mesa los arqueólogos y los astrónomos?
Me alegro de que exista la arqueo-astronomía, aunque sus
representantes no se manifiesten muy partidarios de nosotros.
Como cosa humana que es, me hago cargo de que deben
distanciarse de Immanuel Velikovski, Däniken y los demás, a
fin de no arriesgar su reputación en el círculo de los
infalibles semidioses académicos, ambiente donde se nos mira
como a cuentistas y especuladores sin fundamento (o de doble
fondo que es peor). No obstante, los arqueo-astrónomos se ven
obligados a acotar su terreno, por ahora, con especulaciones -
como nosotros -, y a buscar pruebas para sus suposiciones,
como nosotros.
El que se presenta frente a la opinión con una novedad no debe
ser melindroso; ha de saber encajar ataques aunque duelan y
aunque pierda uno las plumas. Pero eso sí, todos los ataques
deben ser objetivamente correctos. La joven ciencia parece
desconocer esta (p.90)
premisa. Edwin C. Krupp juega con cartas marcadas. Dice que yo
"falseo" la información.
Según míster Krupp, yo habría dicho que las pistas de la
llanura de Nazca fueron construidas por extraterrestres. Pese
a las citas de Krupp, no creo que haya leído mis libros... de
lo contrario cabría afirmar que es él quien "falsea" la
información. Mis lectores saben que yo no he sugerido nunca la
explicación que se atribuye a mi pluma; muy al contrario, he
propuesto otra mucho más inteligente. En realidad ese tipo de
juego sucio no es buena entrada para una ciencia que ahora
empieza. Esos modales no están dentro de la corrección
académica. Ya aprenderán. Aún es una ciencia joven...
La tarea planteada es interesante: analizar los hallazgos
arqueológicos que parezcan guardar alguna relación con la
astronomía, para averiguar cómo consiguieron nuestros
antepasados su asombroso conocimiento del cielo estrellado.
Para culminar esa tarea, la joven ciencia tendría que armarse
de valor; ella todavía puede avanzar sin ver el cielo por un
embudo, sin el lastre de las doctrinas de cátedra. Por eso
puede y debe incluir ideas marginales en su programa de
investigación. Pero no lo hace. Me admira el planteamiento de
una arqueo-astronomía que no reserva ningún lugar a la posible
visita de unos extraterrestres. Si fuesen verdaderamente
prudentes tratarían de examinar esa idea, para no verse
arrollados algún día por los hechos. Si lo hubieran hecho, tal
vez. Edwin C. Krupp se habría ahorrado frases tan absurdas
como:
<Asombrosamente, en el primitivo proyecto se incluye un
elevado grado de conocimientos astronómicos.>
(nota 9: Krupp, Edwin C.:
Astronomen, Priester, Pyramiden [astrónomos, sacerdotes,
pirámides]; Munich 1980).
Se ha quebrado la cabeza acerca de Stonehenge, pero todavía no
ha logrado salir de su asombro [enigma].
[¿Por qué son construidos los círculos de
monolitos?]
Por alguna razón
[Matemática de la Edad de
Piedra]
Más honradez intelectual manifiestan el profesor Alexander
Thom y su hijo Alexander - que conocen Stonehenge como su
propia casa - al dejar abierta una posibilidad.
<Es difícil imaginar cómo los constructores megalíticos
pudieron proyectar y realizar sus monumentos sin aquellos
medios auxiliares (astronómicos); y sin embargo, así lo
hicieron... Los constructores megalíticos hicieron
experimentos geométricos y establecieron normas (p.91)
de medida. No sabemos qué relación guardaban estas nociones
con el resto de sus instituciones, pero POR ALGUNA RAZÓN los
principios matemáticos que ellos investigaron les parecieron
tan importantes, que juzgaron preciso confiarlos a la
piedra.>
Así es. Para mí, Stonehenge es un ejemplo realmente clásico de
la necesidad de considerar esta posibilidad: la visita de los
extraterrestres.
¿Dónde está, dónde quedaron esos pensadores que anticiparon la
teoría de las construcciones de Stonehenge y de Rollright?
Todo hay que deducirlo de la sacrosanta doctrina de la
evolución. Así que los constructores de los monumentos
megalíticos tuvieron antecesores que poco a poco, generación
tras generación, acumularon, multiplicaron y transmitieron sus
dosis de saber. Esos monos encaramándose por la escalera de la
sabiduría, ¿dónde están? ¡Nunca hubo tal cosa!
[La medida]
Los arquitectos megalíticos trabajaron sobre un proyecto ya
hecho. Los conocimientos matemáticos y astronómicos de base ya
estaban preparados; incluso tenían una unidad de medida. Desde
el principio, y sin necesidad de cursillos de
perfeccionamiento, dispusieron de excelentes conocimientos de
materiales, puesto que para determinados fines traían
determinados tipos de piedra por más lejos que hubieran de
irlos a buscar. ¿Tal vez porque poseían alguna propiedad
determinada?
¡Ha llegado la hora de contar un cuento seudocientífico!
[¿Tesis de otro clima y de
criadores de ganado?]
Según leo,
(nota 10: Strempel, Fritz: Das
steinerne Rätsel von Stonehenge [el misterio pétreo de
Stonehenge]; revista PM, febrero de 1980)
hacia el 2800 a.d.C. reinaba en la mitad septentrional de
Europa un clima más seco y más caliente que el de ahora. Gran
parte de Inglaterra estaba cubierta de espesos bosques, que
daban sustento a grandes rebaños. La densidad de población era
escasa, y así los ganaderos alcanzaron una gran prosperidad.
Esa tabla de multiplicar del comercio y de la economía no
cuadra. Para el 2500 a.d.C. dan la "densidad demográfica" en
dos habitantes por kilómetro cuadrado. Si no había aldeas ni
villas, ¿cómo podía haber demanda de carne en ausencia de
mercados compradores?
Tranquilos. La fábula económico-pastoral tenía su intención;
se trataba de demostrar que gracias a su riqueza, los
ganaderos disponían de mucho tiempo sobrante, y lo
aprovechaban pariendo ideas creadoras para aligerar la lucha
por la vida (p.92).
<La idea Stonehenge podría
atribuírseles a unos criadores así, aunque las condiciones
de su vida fuesen monótonas y primitivas.> (p.92-93)
¡El ocio es la madre de todos los saberes! En efecto, se llega
a la conclusión de que la cultura del "dolce farniente"
ganadero, en vez de manifestarse en lo material, habría dado
lugar a un gran desarrollo de la memoria. Con lo que aparece
la memoria cual conejo sacado de la chistera de un
prestidigitador. ¿Natural!, puesto que los neolíticos no
sabían leer ni escribir. Y resulta que Stonehenge fue -
¡ilusionistas de todos los países, uníos! - producto de una
novísima cultura, lógicamente llamada "la cultura mnemónica".
¡Caramba! ¡Genios de la Edad de Piedra!
Los criadores de ganado y los campesinos que araban con útiles
de piedra afilada o cuernos de ciervo formaban clanes reunidos
bajo la autoridad de un rey, cómo no; el cual, solo o ayudado
por la casta de astutísimos sacerdotes, lo controlaba todo y
un buen día ordenó que todos abandonasen aquellas ocupaciones
que les daban tanta prosperidad a fin de cubrir inmediatamente
las islas británicas de circos de piedra á la [como]
Stonehenge. ¿Por qué? Pues por alguna razón.
[Tesis de un calendario: no
sale]
Una de las razones más tontas es aquella que dice que los
sacerdotes exigieron la construcción para poder predecir al
fin las estaciones, calcular las mareas y las inundaciones y
pronosticar eclipses de sol y de luna. ¡Así que los sacerdotes
pidieron un calendario! Y como no existían los signos
escritos, hubo que amontonar piedras enormes para poner de
manifiesto lo que cualquiera podía observar con sus propios
ojos: las subidas diarias de la marea, la marea alta repetida
cada dos semanas, los dos solsticios anuales. Más en contacto
con la naturaleza de los que nosotros estamos ahora, los
neolíticos seguían todos estos acontecimientos desde sus
cabañas o sus cuevas. Para fijar lo que de todos modos había
de ocurrir regularmente ¿un monumento gigantesco, en cuya
construcción hubieron de emplearse siglos? Pura necedad
[estupidez].
[Ciencia comparativa con los
indígenas de Nueva México con un calendario de piedras
simple]
La prestigiosa revista norteamericana "Science" [ciencia]
(nota 11: Sofaer / Zinser /
Sinclair: A unique solar marking construct [una construcción
única solar]; Science, 19 de octubre de 1979, vol. 206)
describía en 1979 un milenario y muy sencillo calendario
inventado por los indios de Chaco Canyon, [barranco Chaco, en
los "EUA" en el estado federal de] Nuevo México:
Los indios habían observado que al pasar por una grieta en la
roca, un rayo de sol describía cada año la misma curva.
Siguieron el trazado de la misma sobre la piedra, grabando una
espiral en el punto más alto de la trayectoria del haz de luz.
La espiral mide (p.93)
cuarenta centímetros de alto, y el día que el rayo de sol
tarda exactamente dieciocho minutos en recorrerla nos da la
fecha del solsticio. Otra grieta vecina fue aprovechada para
grabar otra espiral más pequeña bajo el correspondiente rayo
solar; con sus trece centímetros de alto, sirve de referencia
para el comienzo del otoño o el de la primavera. En el
solsticio de invierno, los dos rayos de sol quedan tangentes a
la espiral grande por la derecha y por la izquierda. Así de
sencillo.
Esta comunicación de "Science" demuestra que, por primitiva
que sea, una
sociedad no necesita emprender construcciones ciclópeas para
obtener un calendario. Ahora bien, los arquitectos de
Stonehenge no eran precisamente primitivos, como nos lo
demuestra su legado [sus ruinas]. Si acarrearon [recolectaron]
toneladas de piedras durante siglos, no sería para dar a sus
sacerdotes tan macizo [grueso] calendario. ¡Prehistóricos,
pero no necios!
No por alguna razón, sino por una razón muy importante, los
seres humanos de todas las épocas han abordado empresas
imponentes y extraordinarias: por la religión. Hemos de
preguntarnos, por tanto, a qué dioses se quiso honrar en el
Neolítico mediante tan monstruosas construcciones. Y habremos
de investigar también si determinados lugares parecen
predestinados a tal fin, y por qué se prefiere un material
pesado como la piedra, en vez de otro más trabajable como la
madera; más aún, por qué se prefieren determinados tipos de
piedra. En Stonehenge, la dolerita y la riolita. Un
subproducto científico nos lleva a una pista caliente.
Descubrimientos sobre la
Tabla Redonda
[Profeta Merlín en las viejas
tradiciones de Gran Bretaña]
Las viejas tradiciones nos han hablado del mago y profeta
Merlín. Cuentan que, herido en una batalla el año 573 d.C.,
huyó a los bosques del norte de Escocia, donde vivió medio
siglo entre las fieras. Durante esta época de obligado retorno
a la naturaleza recibió el don de la profecía.
(nota 12: Myles-Chadwick: Die
Kelten [los celtas]; Zurich 1966)
Este mago Merlín aparece como consejero del legendario rey
Arturo, cuya existencia consta en el siglo sexto. Nada se sabe
con exactitud, pero la leyenda del rey Arturo se independizó y
adquirió prestigio literario - desde su nacimiento, protegido
por Merlín (p.94),
hasta los fastos reales de la Tabla Redonda, a la que Merlín
asistía como consejero -, siendo celebrada la corte de Arturo
como paradigma de la caballería desde el "Parzival" de Wolfram
von Eschenbach (hacia 1170) hasta el musical "Camelot" de
Broadway en que brilló Richard Burton.
En el castillo de Camelot, según se cuenta, en el condado de
Monmouth, tenía el rey Arturo su corte, rodeado de finas damas
y nobles caballeros. El inteligente mago Merlín había
aconsejado que la mesa fuese redonda, para que pudiesen
sentarse a ella doce caballeros orgullosos sin que hubiese
diferencias de rango entre ellos. Así pues, la mesa redonda
fue inventada para nobles héroes, y desde entonces ha salvado
los problemas de etiqueta en muchas situaciones diplomáticas
delicadas: en una mesa redonda, cualquiera de los poderosos
que se sienten a ella tiene la "cabecera".
[Monje Geoffrey cuenta la
leyenda de Merlín: danzas de gigantes en el monte Killaraus
- piedras de África - las piedras curan enfermedades - ¿el
mago Merlín construye Stonehenge? - no sale - el grano de la
historia: las piedras tienen una fuerza mágica]
Si Merlín apareciese únicamente en el ciclo de la Tabla
Redonda del rey Arturo, carecería de interés en lo tocante a
Stonehenge. Pero se trataba de un mago de usos múltiples, y se
presenta asimismo en la obra del monje Geoffrey de Monmouth "Historia
Regnum Britanniae" [historia del reino británico]. En
realidad no es un libro de historia, sino un relato histórico
versificado al estilo épico de Homero y Virgilio.
(nota 13: Eliot, Alexander, y
otros: Mythen der Welt [mitos del mundo]; Zurich 1978)
El monje Geoffrey nos presenta a Merlín como brujo y mayordomo
del usurpador británico rey Vortigern. Este buen rey hizo
asesinar a traición a cuatrocientos sesenta nobles con ocasión
de un consejo. Cuando, a su vez, hubo perdido la cabeza bajo
el hacha, su legítimo sucesor el rey Aurelio Ambrosio quiso
erigir un monumento a los cuatrocientos sesenta sacrificados.
El mago Merlín le dio este consejo:
<Si vuestro ánimo se
inclina a honrar [adorar] las sepulturas [tumbas] de esos
hombres con un monumento que perdure para siempre, enviad a
buscar la danza
de los gigantes que está en Killaraus, una montaña
de Irlanda. Pues allí hay construcciones de piedra que nadie
en nuestros tiempos podría levantar, a no ser que poseyera
industria suficiente. Ya que las piedras son grandes, y no
las hay de mayor virtud. Cuando estén puestas en círculo
aquí, lo mismo que están ahora en su sitio, permanecerán
eternamente... Porque hay un gran misterio en esas piedras,
y curan muchas
enfermedades. En tiempos antiguos fueron traídas
por gigantes de
la lejana África, que las erigieron en Irlanda,
donde vivían por aquel entonces.> (p.95)
(nota 14: De Camp: Geheimnisvolle Stätten der Geschichte
[sitios misteriosos de la historia]; Dusseldorf 1966)
El rey siguió el consejo de Merlín y envió todo un ejército a
Irlanda, pero tuvo que rendirse ante las gigantescas piedras.
Sólo el mago Merlín, mediante un conjuro - según el monje
Geoffrey - consiguió transportar las piedras a Stonehenge.
Que la leyenda contenga elementos verídicos o inventados, no
importa ahora. El mago Merlín no pudo dar ese consejo en el
siglo VI de nuestra era, porque está demostrado que los
trabajos de construcción empezaron en el mismo Stonehenge y
dos mil años antes. El "grano" de la leyenda debe buscarse
mucho más atrás en el tiempo.
Así ocurre con frecuencia. Desde que me ocupo de mitos,
leyendas, epopeyas y consejas populares, compruebo [constato]
a menudo [muchas veces] que la sustancia o grano fáctico de
esas tradiciones aparece recubierta de los adornos y adiciones
fantásticas de narradores posteriores. Lo que yo llamo grano
fáctico es la historia real, vivida y sufrida. Pero las
generaciones posteriores ya no la entienden, como que no
estuvieron en el teatro de los hechos, por lo que añaden,
suprimen y deforman; pero cuando el punto crucial del relato
[la historia] tiene valor maravilloso de por sí, sobrevive
aunque sea envuelto en múltiples disfraces [máscaras].
El grano fáctico de la leyenda de Merlín dice que determinadas
piedras, erigidas en determinado lugar, presentan una fuerza
inexplicable. Así, el "círculo" de la mesa redonda tiene un
sentido más profundo que el de la mera etiqueta cortesana; en
el "círculo" funcionan bien las comunicaciones.
Preguntas de viva voz a
testigos mudos
¿Qué particularidades encierran o albergan los megalitos?
¿Son algo más que materia muerta?
¿Se les puede "hablar" cuando están emplazados en un círculo
determinado?
¿Serán capaces de "escuchar" las piedras, tal vez incluso de
"responder"?
Si tuviese respuesta positiva una de estas preguntas, ¿cómo
pudieron los hombres de la Edad de Piedra sospechar [conocer]
el fenómeno de los circos megalíticos? (p.96)