Kontakt / contact     Hauptseite / page principale / pagina
                          principal / home     al
                          inicio
anterioranterior   próximopróximo

Erich von Däniken: Viaje a Kiribati - extraterrestres

2. Por alguna razón [existen los círculos de monolitos en Gran Bretaña]

[2.3. El círculo de megalitos de Rollright y sus radiaciones]


El círculo de
                        piedras de Rollright
El círculo de piedras de Rollright (p.98)

de: Erich von Däniken: Viaje a Kiribati; Ediciones Martínex Roca, S.A.; Gran Vía, 774, 7º; 08013 Barcelona; ISBN: 84-270-0684-5

presentado por Michael Palomino (2011)


Compartir:

Facebook








[2.3. El círculo de megalitos de Rollright y sus radiaciones]

[Investigaciones de G.V. Robins - viaje]

Preguntas curiosas fueron las que se hizo el químico analista británico doctor G.V. Robins, especializado en análisis mineralógicos. Robins ha publicado en la revista "Alpha"

(nota 15: Robins, G.V.: The Dragon Stirs [el dragón se levanta]; Alpha; Londres, julio / agosto de 1979)

los primeros resultados de sus investigaciones sobre  [el círculo de megalitos de] Rollright.

A las piedras de Rollright se llega desde Londres en cómoda excursión de media jornada. Se sale hacia el oeste de la ciudad por la autopista M/40 en dirección a Oxford, se rodea la antigua ciudad universitaria, y al norte de ésta se pasa a la A/34 hasta Chipping Norton, desde donde seguiremos por la M/44. A cuatro kilómetros al norte, aparecen los pétreos monumentos a izquierda y derecha de la carretera en dirección a Adlestrop, en una finca particular. La dueña del lugar no tiene inconveniente en facilitar la visita del monumento a los visitantes de todos los países. Llegados a nuestro objetivo, el cuentakilómetros parcial habrá marcado unos ochenta para el desplazamiento que acabo de describir.

[Circo de piedra - menhir grande - y un grupo de menhires]

El yacimiento de Rollright consta de tres partes. De un lado, un circo perfecto de piedra, con un diámetro de 31,6 metros, al que llaman "the King's men" ["los hombres del rey"]. A unos setenta metros del circo se ve un menhir muy erosionado por los elementos, pero aún erguido, un típico producto del Neolítico, llamado "the King stone" ["piedra del rey"]. Pese a haber sido limado por la acción de los milenios, mide todavía 2,60 metros de alto por 1,44 de ancho. Al este del circo de piedra se halla un grupo de menhires, algunos de ellos ya caídos, llamado "the whispering Knights" ["los caballeros susurrandos"], o sea los caballeros susurrantes.

Círculo de piedras de Rollright,
              piedras
Círculo de piedras de Rollright, piedras (p.160-161)

Rollright,
              grupo de "caballeros susurrantes"
Rollright, grupo de "caballeros susurrantes" (p.99)

Rollright, la
              piedra del rey (king stone) con 2,60 metros de altura
Rollright, la piedra del rey (king stone) con 2,60 metros de altura (p.101)

Rollright,
              circo de piedras
Rollright, circo de piedras (p.103)

[Leyendas sobre Rollright]

¿Qué dicen las leyendas sobre la meta de nuestra excursión? Una de las leyendas susurra que las piedras de Rollright eran un rey y sus soldados, convertidos en roca por un milagro; y que en algún lugar están las tumbas donde duermen el rey y sus hombres, hasta que algún día resucitarán.

Otra leyenda de las que circulan dice que la noche de Año Nuevo los "caballeros susurrantes" bajan por la ladera hasta un arroyo para beber agua.

Según otra, un vez intentaron llevarse de noche una de las piedras más grandes, para utilizarla como pilar en un puente que se estaba construyendo. Cuatro hombres con otros tantos caballos lo consiguieron, en efecto, pero cada mañana la piedra aparecía otra vez tumbada en la hierba, negándose repetidamente a encajar en la construcción; de manera que al fin los constructores del puente se rindieron y devolvieron la rebelde a su antiguo (p.97)

puesto. Y cosa extraña, para el retorno sólo se necesitaron cuatro hombres y dos caballos.

(nota 16: Grinsell, L.V.: The Rollright Stones and their Folklore [las piedras de Rollright y su folklore]; Guerney C.I., 1977)

[Efectos dañando la salud entrando el círculo de las piedras]

Informaciones no menos nebulosas siguen corriendo en la época actual. Dicen por ejemplo algunas personas que al tocar la piedra sufrieron un mareo. Radiestesistas y zahoríes aseguran haber experimentado alucinaciones al entrar en el circo de piedra, y los más sensibles incluso habrían sufrido desmayos.

En conjunto, hay misterio suficiente en Rollright para dar trabajo a un investigador como el doctor G.V. Robins (p.98).


La complicada vida interior de las piedras

[Análisis de la substancia de las piedras - un silicato visto por un microscopio - flujo de electrones y luz visible]

El doctor Robins y su equipo partieron del hecho de que la mayoría de las piedras son silicatos - del latín "silex", piedra dura -, por entrar éstos en un noventa y cinco por ciento en la composición de las rocas que forman la corteza terrestre. Su estructura muestra una red tridimensional de cadenas de átomos de silicio y oxígeno, en donde se engloban iones como el sodio, el potasio y el aluminio. Ante las piedras, el analista habla de "estructuras deficientes" en sentido físico, porque la relación geométrica entre los distintos átomos de la piedra no es regular. Mirando una partícula de piedra al microscopio electrónico veríamos una red cristalina y atómica desigual, con muchos huecos. Para emplear un símil, puede decirse que los huecos de esa red funcionan como un filtro. Donde (p.99)

hay huecos, el filtro captura otros átomos, iones, moléculas simples... ¡y ELECTRONES!

Lo mismo que el hombre, el animal, el árbol y cualquier otra materia orgánica, la piedra tiene una pequeña proporción de radiactividad procedente de la atmósfera, una cantidad determinada de isótopos radiactivos del carbono. Los elementos radiactivos de la piedra se desintegran constantemente, con lo que modifican la red atómica; aparecen nuevos huecos, que vienen a ser rellenados en seguida por iones y electrones. La red libera los electrones capturados tan pronto como la piedra recibe energía del exterior, por ejemplo mediante irradiación o fuerte calentamiento.

Este modelo fundamental, según el cual la piedra y los materiales pétreos tienen electrones "prisioneros", condujo a un nuevo procedimiento para determinar la vejez de estos materiales, el análisis por termoluminiscencia. Se calienta el material a investigar, con lo que se liberan electrones que pasan a un nivel energético muy reducido, y entregan la diferencia de energía en forma de luz visible. La cantidad de luz emitida puede medirse con el fotomultiplicador, aparato técnicamente muy complicado

(nota 17: Archäometrie - Physiker schreiben die Geschichte neu [arqueometría - físicos escriben nueva historia mundial; En: [¿revista?] Bild der Wissenschaft; julio de 1978)

y así puede determinarse, por ejemplo, cuántos siglos tiene un ladrillo de barro cocido. El procedimiento es aplicable a cualquier piedra. Se calienta la piedra X, Y o Z, se desprenden los electrones y emiten luz. La cantidad de luz emitida se halla en relación directa con la emisión radiactiva y, por tanto, con la edad de la piedra, puesto que se conocen los periodos de desintegración de los elementos radiactivos.

Quedamos, pues, en que el método de la termoluminiscencia pasa los electrones libres a un nivel energético más reducido. Pero si se quiere medir los electrones a su nivel originario, puede utilizarse la llamada resonancia de spin electrónico; la variación entre dos estados energéticos se obtiene mediante microondas. Se somete la piedra a un campo magnético... y obtenemos otra vez una radiación electromagnética que se puede medir y guarda relación con la cantidad de electrones, de donde se deduce la edad de la piedra (p.100).

Desde su formación, la Tierra tiene un campo magnético natural. parecen campos magnéticos adicionales, por ejemplo, en presencia de vetas metálicas subterráneas. Estas fuerzas, aunque débiles, actúan sobre las piedras desde hace milenios. Gracias a ellas, en todo momento poseen una determinada cantidad de electrones capturados y que la irradiación continua va liberando (p.102).

Lo que ensayó el doctor Robins

[Ondas ultrasónicas]

Basándose en estos conocimientos, el doctor Robins dio el paso decisivo hacia delante.

La conversión de energía electromagnética en sonido es un efecto físico bien conocido. Por ello, Robins se dedicó a buscar ondas (p.102)

ultrasónicas en las piedras de Rollright. Entre 1978 y 1979 hizo realizar mediciones sobre el terreno, a distintas horas del día y de la noche, mediante un detector portátil de ultrasonidos, sin más modificación que un apantallado de la cabeza detectora, para evitar las incidencias casuales de radiaciones en la banda de microondas. La escala del detector estaba dividida en valores de uno a diez. Lo primero que hizo Robins, naturalmente, fue determinar el nivel de fondo de las frecuencias de ultrasonidos en la zona de Rollright. Los valores de ruido hallados quedaban comprendidos entre el cero y el uno de la escala.

Como especialista en análisis químico, Robins sabía que al amanecer las piedras irradian algo más que durante el resto del día. A la salida del sol predominan radiaciones de onda larga, que activan los electrones de la piedra (p.103).

[Radiaciones de las piedras en Rollright - el hombre de la Edad de Piedra conocía el efecto energético]

¡Entonces se produjo la primera sorpresa! Fue que las piedras de Rollright no aguardaron a la salida del sol para ponerse a irradiar lentamente y de manera uniforme. Media hora ANTES del amanecer inició una inesperada pulsación el menhir KING STONE, y lo mismo el grupo de los "caballeros susurrantes"; no así en la zona del circo de piedra. El efecto pulsante del menhir y del grupo alcanzó en la escala el incomprensible nivel siete, mientras que la irradiación de ultrasonidos en las inmediaciones del circo caía por DEBAJO del valor normal de la región. Dos o tres horas después del amanecer, la pulsación cesaba de pronto. Pero mientras los valores medidos junto al KING STONE bajaban, ahora empezaban a aumentar en el circo de piedra. Durante la primavera de 1979 la actividad ultrasónica del circo fue creciendo constantemente, creándose junto con el menhir KING STONE y los "caballeros susurrantes" un campo eléctrico de pulsaciones sincronizadas con la frecuencia de los ultrasonidos.

¡A lo que siguió la segunda sorpresa! Durante las mediciones, cuando un hombre del equipo entró en el círculo de piedra, la pulsación cesó de súbito. A esto comenta el doctor Robins:

<En todas las visitas durante el crepúsculo matutino pudo observarse fuerte pulsación alrededor del menhir, así como en el camino y el campo comprendidos entre el menhir y el circo, pero ésta cesaba tan pronto como alguien pisaba el interior del circo. Esta alternativa entre pulsación muy intensa y una oscilación muy reducida, inferior incluso a los valores de fondo, se repitió durante todas las observaciones y fue confirmada por cierto número de observadores.>

(nota 15: Robins, G.V.: The Dragon Stirs [el dragón se levanta]; Alpha; Londres, julio / agosto de 1979)

En su informe de conclusiones, Robins confirma la hipótesis según la cual los circos de piedra con "centros activadores de energía", y postula que el hombre de la Edad de Piedra que construyó Rollright conocía y aplicaba deliberadamente el efecto energético.

[El hombre de la Edad de Piedra fue inteligente - la teoría de la "evolución" es falsa - existen esos círculos de megalitos en todo el mundo]

¡Esa afirmación es tremenda! Inaugura dimensiones que van de una manera MEDIBLE contra la teoría de la evolución, según la cual todo avance, en la dirección que sea, es una suma de pequeños pasos, y todo progreso ha de pasar por una secuencia de fases abarcando miles de generaciones. En ese modelo nada puede "aparecer" de pronto y sin más ni más.

Para seguir pensando de acuerdo con el polvoriento esquema, si (p.104)

los neolíticos que construyeron monumentos como los de Rollright, Stonehenge y otros se hallaban en una etapa más primitiva de la evolución, entonces sus antecesores debieron ser aún más simples de espíritu. Así lo pide el dogma de la evolución. Por consiguiente, no había en el globo terráqueo nadie que pudiese prestar, a los constructores manuales, aparatos de medida ni tablas al objeto de conseguir deliberadamente, con arreglo a un proyecto definido, esas pulsaciones de la piedra cuyo descubrimiento ha requerido los medios más modernos de la física y la química. Nadie enseñó a nuestros neolíticos qué piedras, en qué lugares y bajo qué condiciones y disposición producían el efecto energético. Pero ellos debieron conocer el efecto para poder aprovecharlo. El hecho de que sus piedras guarden correspondencia con las estrellas no contribuye a resolver el misterio, sino que lo hace aún más estremecedor, ¡sobre todo si se piensa en cómo los monumentos de ese tiempo están distribuidos por todo el planeta!

Como se me ha asegurado que no debemos pensar en la intervención de extraterrestres, habré de creer en un dictador del Neolítico, en cuyo cerebro monstruoso y enfermo estalló un buen día la decisión de obligar a sus súbditos a construir grandiosos parques infantiles con guijarros sobredimensionados. Sí, y como a los dictadores siempre se les copia, otros locos le imitaron y sus gentes se vieron espoleadas a repetir la hazaña. Y de esta manera, poco más o menos, quieren hacerme creer que se poblaron de circos de piedra, a lo largo de muchos siglos, Inglaterra, Escocia e Irlanda así como el continente, aunque menos abundantes en éste. Admitiendo que fuese cierta esta absurda historia del origen y propagación del fenómeno, éste se habría inscrito en un área geográfica relativamente pequeña; habría sido un mal de piedra europeo. Sin embargo, no ocurre así. Los circos de piedra debieron ser entonces una moda internacional; los hay en la India, en África, en Australia, en Japón, en las islas del Pacífico.

Véanse aquí las señas de los circos megalíticos más importantes:

(nota 18: Topper, Uwe: Das Erbe der Giganten [la herencia de los gigantes]; Olten 1977)

-- El circo de Brahmagiri está al sur de los ríos Narmada y Godavari, en la parte meridional de la India.
-- El circo de Sillustani está junto al peruano lago Titicaca.
-- El circo de Msoura se halla al norte de Marruecos.
-- El circo de Nioro de Rip corresponde a la provincia de Casamance, en el Senegal, al sur del río Senegal (p.105).

-- El circo bíblico de Gilgal se halla al borde oriental del valle de Jericó. Lo menciona la Biblia, donde dice que el profeta Josué hizo alzar en círculo doce piedras, para conmemorar el paso del Jordán por las doce tribus de Israel.

-- El circo de Ain es Zerka en la Jordania oriental.
-- Los circos de Ajun uns Rass, en la meseta de Nedjed de la Arabia Saudí.
-- Posición geográfica del circo australiano que se encuentra al sudoeste del desierto de Emu: 28º58' de latitud sur, 132º00' longitud este.
-- En la isla principal de Japón, y junto a Nonakado en la de Hokkaido, se hallan varios circos prehistóricos y ruedas de piedra.
-- Al nivel del mar, y sobre la frontera peruano-ecuatoriana, el profesor Marcel Homet descubrió el circo de la Quebrada de Queneto

(nota 19: Homet, Marcel F.: Nabel der Welt - Wiege der Menschheit [centro del mundo - cuna de la humanidad]; Friburgo 1976)

-- En la isla de Naue, perteneciente al archipiélago de Tongareva, hay un circo de piedra. La literatura anota expresamente que se trata de un verdadero circo y no de un monumento funerario ni de un santuario tribal comparable a un "marae"

(nota 20: Buck, P.H.: The Rangi Hiroa, Ethnology of Tongareva [los rangi hiroa, etnología de Tongareva]; Bernice P. Bishop Museum, Bulletin 92; Honolulu 1932)

-- Los circos de Portela de Mogos y Boa Fe están a dieciséis kilómetros al oeste de Evora, en Portugal.

(nota 18: Topper, Uwe: Das Erbe der Giganten [la herencia de los gigantes]; Olten 1977)

Por alguna razón, los neolíticos hicieron de la construcción de circos megalíticos un culto mundialmente difundido. POR ALGUNA RAZÓN, no obstante, es para mí una expresión demasiado nebulosa, difusa, inexacta. A mí me gustaría saber LA RAZÓN por la cual las tribus preincaicas del Perú hacían lo mismo que los aborígenes australianos, que los negros del Senegal, que los indios, que los japoneses, que los isleños del Pacífico aislados del resto del mundo, lejos de todas las demás civilizaciones y culturas. Admito que a escala mundial los circos de piedra no son todos de la misma época. Pero los constructores siempre fueron gentes sencillas, que no tenían ni la más pálida idea de las radiaciones y su tecnología (p.106).


anterioranterior   próximopróximo






^