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Erich von Däniken: Viaje a Kiribati - extraterrestres

4. Cazando serpientes de mar y hombrecillos verdes

4.1. El ovni de 1955




de: Erich von Däniken: Viaje a Kiribati; Ediciones Martínex Roca, S.A.; Gran Vía, 774, 7º; 08013 Barcelona; ISBN: 84-270-0684-5

presentado por Michael Palomino (2011)

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4.1. El ovni de 1955

El hombre no debería avergonzarse nunca
de admitir un error. ¿No significa acaso que se
perfecciona, que hoy es más sabio que ayer?

JONATHAN SWIFT (1667-1745)



¿Estalló un vehículo espacial extraterrestre el 18 de diciembre de 1955? - Lo que averiguaron los rusos y lo que dicen los norteamericanos. - Científicos destacados contestan a mis cartas. - ¡Nada claro! - La duda es admisible y necesaria. - ¿Vino con unas "bombas" la vida desde el Cosmos? - ¿Adiós a los "hombrecillos verdes"? - Contemplo el "esqueleto de un extraterrestre". - El "secreto de los diamantes incas", una serpiente de mar de las gordas. - Nadie sabe nada. - Cómo se secaron las fuentes en su origen. - Rectificar es de sabios.(p.134)


El periodista norteamericano Henry Gris, que domina perfectamente la lengua rusa, entrevistó al matemático y astrofísico soviético profesor Sergei Petrovich Bozhich. A comienzos de agosto de (p.134)

1979, la UPI (United Press International [agencia de prensa unida internacional]) hizo vibrar los teletipos de todo el mundo al transmitir la sensacional conversación. El 20 de agosto de 1979, estando yo en la República Sudafricana, pude leerla en el diario Rand Dialy Mail.

(nota 1: Gris Henry: Is there a dead ship from outer space? [¿Hay un ovni muerto del espacio?]; En: Rand Daily Mail [diario de Rand], SWA [África del sudoeste], 20 de agosto de 1979)

Lo que vi me hizo contener el aliento:

<En mi opinión, no cabe ninguna duda de que los restos de un vehículo espacial extraterrestre están orbitando alrededor de la Tierra a modo de sepulcro enviado por un mundo lejano, pues no habrá más que cadáveres a bordo.>

¿Acaso no estaba en sus cabales el profesor Bozhich? De regreso en mi casa, cuando la oficina de recortes de prensa me remitió un ejemplar de la misma entrevista publicada por el "National Enquirer" [investigador nacional],

(nota 2: Scientists discover damaged alien spacecraft is in orbit around earth / National Enquirer [científicos detectan ovni dañado]; En: Lantana; Florida, agosto de 1979)

Escribí a unos amigos míos de la redacción, que está en Latana, Florida, para que me enviasen una transcripción de las cintas de la entrevista. Lo cual sucedió prontamente. Recibí la traducción al ingles,

(nota 3: Transcripción de la grabación de la entrevista de Henry Gris al profesor Bozhich y otros, archivo del autor)

de la cual reproduzco textualmente algunos extractos:

GRIS: Profesor Bozhich, los resultados de sus investigaciones han causado gran impresión entre sus colegas. ¿Desea repetir para los occidentales algo de los mismos?

BOZHICH: Poseo datos astronómicos comprobados que se refieren a varios descubrimientos importantes.

GRIS: ¿Está usted convencido de ello? (p.135)

BOZHICH: Sí, estamos convencidos: circunda nuestra Tierra un vehículo extraterrestre destruido, originario de un lejano sistema solar. Aparcó en órbita debido a dificultades, que condujeron finalmente a una explosión. Dos fragmentos grandes y ocho más pequeños siguen circulando alrededor del planeta. Los dos grandes han sido seguidos durante años por nuestros científicos con ayuda de sus telescopios. Suponemos que los occidentales habrán hecho lo mismo. Opino que debería lanzarse un proyecto conjunto ruso-norteamericano al objeto de recuperar lo que quede de la nave y de sus tripulantes. Ello es factible, y además necesario, porque a no tardar los (p.135) fragmentos empezarán a caer hacia la Tierra y se quemarán en la atmósfera (p.136).

GRIS: ¿Ha dicho usted tripulantes?

BOZHICH: En efecto. Estoy seguro de que pueden haber quedado en los dos fragmentos grandes de la nave destruida algunos de esos oriundos de otro sistema solar. ¿Quién sabe qué aspecto tendrían? Posiblemente intentaron observar nuestro planeta, y entonces debieron sufrir una avería grave a bordo, que condujo a la explosión del vehículo. Como muchos de nuestros investigadores, ellos también murieron en aras de la ciencia. Y pensando en nuestra ciencia, figúrese usted mismo cuánto podríamos aprender de ellos. Nuestra tecnología podría dar un salto de decenios.

GRIS: ¿Está usted bien seguro de lo que afirma?

BOZHICH: Mire usted: Desde el comienzo estábamos seguros de que el objeto no podía proceder de ningún vehículo terrestre, pues antes de octubre de 1957 no existían satélites artificiales en órbita alrededor de nuestro planeta. ¡Y esos fragmentos están ahí desde hace más tiempo! Seguidamente nos convencimos de que tampoco podían ser fragmentos de un meteorito que hubiese estallado, porque la velocidad de esos dos cuerpos es tan grande, que o bien debían caer en la atmósfera terrestre y quemarse, o continuar su trayectoria en el espacio cósmico. Además, los meteoritos no suelen explotar, salvo precisamente al entrar en la atmósfera.

GRIS: ¿No puede haber otra explicación más plausible?

BOZHICH: Ninguna que yo sepa. Lo hemos verificado una y otra vez. Por eso hemos tardado tanto.

GRIS: ¿Cuándo localizaron los fragmentos por primera vez?

BOZHICH: Cuando observé el primero de ellos a través del telescopio de nuestro observatorio, me limité a inscribir una anotación en nuestro libro de registro. Es el caso que nuestro sistema solar es recorrido constantemente por cuerpos extraños. Acuérdese de las estrellas fugaces. Meses más tarde, descubrí el segundo fragmento, que ya me pareció inexplicable. ¿Qué era aquello? ¿Por qué giraba (p.136)

en órbita en vez de pasar de largo? No olvide que por aquel entonces aún no había en el espacio desechos de procedencia humana. Más tarde, las trayectorias de nuestros propios satélites quedaron sometidas a la desviación producida por aquellos cuerpos desconocidos, y entonces fue cuando empezamos a pasarlo todo por el ordenador. Así encontramos ocho fragmentos más pequeños, que no eran ópticamente visibles. El computador hizo el cálculo retrógrado de las trayectorias de los diez fragmentos, y cuál no sería nuestro asombro al comprobar que todos ellos se reunían en un mismo punto para un instante correspondiente al 18 de diciembre de 1955. Por consiguiente, algo explotó ese día en nuestra órbita, y los cuerpos desconocidos eran en efecto fragmentos de uno más grande. Discutí el problema con mis colegas. Hemos guardado silencio durante años, pues queríamos asegurarnos de nuestro descubrimiento. Por algo somos científicos. Hemos rehecho los cálculos una y cien veces, y ahora ya no puede caber ninguna duda de que estamos ante los restos de un vehículo extraterrestre.

Henry Gris solicitó a otros expertos rusos su opinión acerca de las manifestaciones del profesor Bozhich. El doctor Vladimir Georgeyevich Azhazha, comandante del primer submarino soviético que navegó por debajo del polo Norte, y autor de varios tratados científicos, declaró:

<Es muy posible que aún se hallen seres muertos a bordo de la nave extraterrestre. Poseemos los medios técnicos necesarios; con sólo que norteamericanos y rusos nos pusiéramos de acuerdo, se podrían traer a la tierra fragmentos de aquella. Convendría que lo hiciéramos cuanto antes mejor, pues si perdemos demasiado tiempo los fragmentos caerán hacia la atmósfera y se abrasarán. En mi opinión, no es discutible en absoluto que se trata de los restos de un vehículo espacial de origen no humano. En manera alguna pueden confundirse con meteoritos. Los meteoritos no tienen órbitas circumterrestres.>

El geofísico profesor Aleksei Vasilievich Zolotov, conocido por haber sido el investigador del meteorito de Tungusku, que estalló (p.137)

sobre la taiga siberiana a las 7.17 horas del 30 de junio de 1908, ha confirmado:

<No cabe duda de que se trata de los restos de un vehículo extraterrestre. Hemos estudiado el caso durante años, ¡ahora no hay que perder tiempo!>

¿Permitiremos que por nuestra indiferencia se pierda la primera prueba auténtica de una tecnología extraterrestre?

¿Están en el camino correcto los rusos que han hecho esas declaraciones? ¿Tienen razón?

Los fragmentos que vienen observando desde hace tiempo, ¿son realmente fragmentos de una nave extraterrestre?

¿Por qué no hacen nada los norteamericanos para poner en claro el fenómeno?

Si hay algo de cierto en esta noticia, la más fantástica de nuestro siglo, ¿por qué no la trae la prensa continuamente a sus titulares?

Una investigación así, ¿no merecería la pena de un "encuentro en la cumbre" de científicos, el cual esta vez sí justificaría tan manoseado calificativo?

Yo he querido verificar lo que hay de cierto en noticia tan "sensacional". Esta es la historia:


En donde un vehículo extraterrestre se disuelve en el aire

En octubre de 1969, la revista científica "Icarus", especializada en astronomía, publicó un artículo de nueve páginas: "Satélites terrestres; pruebas directas e indirectas",

(nota 4: Bagby, John P.: Terrestrial Satellites: Some direct and indirect evidence [satélites terrestres: hay prueba directa e indirecta]; En: Icarus, núm. 10/1969)

firmando por el astrónomo John P. Bagby, empleado en el centro de investigación de la Hughes Aircraft Company [fábrica de aviones de Hughes] en [la ciudad de] Culver City, California.

Desde hacía años, Bagby estaba dedicado a observar el espacio en las proximidades de la Tierra. Tarea importante, pues desde comienzos del decenio de los sesenta los rusos y los norteamericanos pusieron cada vez más satélites en órbita. Las trayectorias de estos cuerpos celestes artificiales no admiten ninguna desviación respecto de las órbitas calculadas; no sería admisible que llegasen a chocar dos satélites "mal apuntados". Lo mismo rige para los satélites geoestacionarios, por ejemplo los que sirven para transmitir conferencias telefónicas y efectuar enlace de televisión alrededor (p.138)

de la Tierra y que, aunque también orbiten, contempladas desde ésta se hallan en apariencia siempre "fijos" en un mismo punto del horizonte. Pues bien, por más exactamente que se calculaban sus órbitas, y por perfectos y libres de problemas técnicos que fuesen los lanzamientos, determinados satélites no seguían los recorridos previstos. Algo los desviaba, modificaba su rumbo, por lo cual no pocos se quemaron en la atmósfera terrestre. Los rusos y los norteamericanos registraron en sus radares de precisión todo el espacio que nos rodea, en busca de la causa de las alteraciones.

[¿Satélites naturales tienen efecto a satélites de los hombres? - ¿o son nave de extraterrestres que tienen efecto a satélites de los hombres?]

Antes de que fuese lanzado el primer [satélite de] SPUTNIK el 4 de octubre de 1957, ya se conocía la existencia de "microlunas" naturales que orbitan alrededor de la Tierra. Estaban registrados diez de tales satélites "naturales": ocho masas pequeñas y dos grandes. John P. Bagby puso sus miras en esas lunas miniatura, publicó tablas de sus trayectorias abarcando un periodo considerable, y finalmente las introdujo en un ordenador para determinar si los satélites "naturales" eran responsables de la desviación de los "artificiales". Bagby, o mejor dicho su ordenador, hizo un descubrimiento prodigioso. Hay que tener en cuenta que, una vez conocida la trayectoria de un cuerpo celeste, y considerando los demás influjos físicos - el viento solar, la gravedad terrestre, la fuerza centrífuga -, pueden predecirse las desviaciones que sufrirá la órbita de un satélite en el futuro. (Mediante un cálculo similar se pudo predecir en 1979 dónde y cuándo iban a caer los restos del SKYLAB9.

Bagby estaba controlando todas las posibilidades. A fin de evitar colisiones de los satélites artificiales en sus órbitas, hizo que el ordenador no sólo calculase hacia el futuro, sino también que retrogradase. ¿De dónde venían las microlunas naturales?, fue el problema propuesto, y ¿cuánto tiempo seguirán dando vueltas a la Tierra?

La reconstrucción de las trayectorias pasadas según los datos de observación demostró que los diez pedazos estaban reunidos en un solo punto el 18 de diciembre de 1955. Sin lugar a dudas. Tal día hubo una explosión en una órbita circumterrestre. No obstante,en su informe para "Icarus", Bagby siempre habló de fragmentos "naturales"; en ningún momento se le ocurrió la idea de que pudiese tratarse de un vehículo extraterrestre. Esa posibilidad fue sugerida en primer lugar por los rusos. ¿Por qué? (p.139)

A los rusos no se les escapa ninguna publicación científica interesante del Oeste, que suele publicar sus conocimientos a veces con notable ligereza. En efecto, si bien el profesor Bozhich dice que siguió los dos fragmentos mayores a través del telescopio, lo cierto es que fue Bagby el primero en comunicar el fenómeno. En Oriente y Occidente, nadie discute que existan tales fragmentos; la discusión estriba en la naturaleza de los mismos.

Las grandes potencias se divierten engañándose mutuamente, pero hay hechos que no pueden ocultarse. Ni siquiera una explosión atómica subterránea pasa inadvertida. Imposible habría sido guardar secreto el lanzamiento de un artefacto orbital, lo cual excluye la especulación de que los diez misteriosos pedazos tengan tal origen. El primer lanzamiento de un satélite terrestre tuvo lugar el 4 de octubre de 1957, dos años DESPUÉS de la enigmática explosión. Los rusos rehicieron los cálculos de Bagby y obtuvieron el mismo resultado, es decir el 18 de diciembre de 1955.

¿Cómo se les ocurrió la idea, a primera vista peregrina, de que el intruso del espacio fuese un vehículo extraterrestre?

[Objetos con diámetros de 60 a 80 metros]

Los rusos, astutos ellos, fueron un poco más lejos en sus elucubraciones que los norteamericanos. Se propusieron averiguar cuál había sido la trayectoria del objeto compacto ANTES del 18 de diciembre de 1955. Para dicho cálculo era necesario determinar la magnitud de los fragmentos y deducir de ella el volumen que habría tenido el objeto cuando estaba entero. Mediante sistemas telemétricos de radar y láser establecieron que los dos trozos mayores tenían un diámetro de unos veintisiete metros; en cambio los ocho pequeños apenas consintieron una estimación comparativa. Con la ayuda del hábil camarada ordenador, en un abrir y cerrar de ojos quedó calculado que antes del 18 de diciembre de 1955, el objeto tenía un diámetro comprendido entre setenta y ochenta metros.

Los rusos siguieron sondeando la cuestión: si el objeto hubiera sido un meteorito formado principalmente de hierro, evidentemente su peso habría sido muy distinto del de una bola hueca. Por estas razones de peso averiguaron que el objeto que explotó debió haber sido hueco.

¿Quién tenía razón, pues, los rusos o los norteamericanos? ¿Era natural o artificial el objeto en cuestión? (p.140)


Yo pregunto, las científicos contestan

Hice una encuesta, mediante una detallada carta-cuestionario, entre científicos del mundo occidental. el profesor doctor Harry O. Ruppe, durante muchos años "mano derecha" de Wernher von Braun y actual titular de la cátedra de tecnología aeroespacial de la universidad técnica de Munich, contestó (nota 5: Carta del profesor Harry O. Ruppe al autor, 10 de enero de 1980):

Lehrstuhl für Raumfahrttechnik
Technische Universität München
Prof. Dr.-Ing. Harry O. Ruppe

Richard-Wagner-Str 18/III
8000 München 2
Telefon: 089 21 05 25 78
Telex 5 22854 lumue

Conozco el artículo de "Icarus" que usted me cita. Los cálculos retrógrados de trayectorias siempre son algo discutibles. En este sentido hay que tomar cum grano salis lo de la "unidad del objeto". Asimismo se basan en una simplificación las medidas del "original".

Como es natural, teóricamente tal objeto podría ser de origen extraterrestre. Contra ello podría aducirse que se debe tratar de buscar siempre una explicación menos "exótica" cuando ello sea posible.

En parecido sentido, aunque extendiéndose más, me respondió el ingeniero diplomado Jesco von Puttkamer de la NASA (nota 6: Carta del ingeniero Jesco von Puttkamer, NASA, al autor, 28 de enero de 1980) (p.141):

NASA
National Aeronautics and
Space Administration


Washington D C
20546

Hasta la fecha no existe ninguna prueba de que la Tierra tenga otros satélites naturales además de la Luna. Los datos de Bagby en el artículo de "Icarus" que usted aduce han sido puestos en tela de juicio por varios autores: el doctor John O'Keefe, del Goddard Space Flight Center de la NASA, que es uno de los expertos más destacados en este campo, estima sin reservas que los cálculos de Bagby están "wrong" (equivocados). Dice haber hablado varias veces con él, logrando (p.141) convencerle de que las desviaciones orbitales que él da, y que según él son inducidas en los satélites artificiales por sus satélites hipotéticos, no corresponden a la realidad. Desde esos primeros tiempos se han realizado exploraciones muy intensas en busca de otros satélites, pero sin resultado en ningún caso. Naturalmente, llevamos un control muy riguroso de todos los satélites artificiales - actualmente más de cuatro mil quinientos - de los cuales muchos son desconocidos, pero no de origen extraterrestre (fragmentos, URSS, etc.).

A su pregunta de por qué tales objetos habrían de tener obligadamente un origen natural, la respuesta lógica es que sería lo más sencillo. Se sabe que hay muchos fragmentos en el sistema solar, por lo que no sería improbable que la Tierra también los tuviera. En cambio los vehículos extraterrestres no existen, por ahora, sino en nuestra fantasía, y para un científico sería injustificable y absurdo declarar reales unas creaciones de la fantasía, mientras se disponga de explicaciones más sencillas, fundadas, cotidianas y lógicas.

Por consiguiente la bola del "vehículo extraterrestre" se deshace y queda en nada, realmente. Aunque no por eso se abstendrán muchas personas, lo mismo lo creyentes de buena fe que los embusteros profesionales, de seguir propagando una y otra vez evidencias que en realidad no existen.


El profesor Frank Drake es el radioastrónomo más destacado del mundo. Es director del National Astronomy and Ionosphere Center [Centro Nacional de Astronomía e Ionosfera] de la universidad de Cornell en Ithaca, Nueva York, que tiene en Arecibo, Puerto Rico, el mayor radiotelescopio del mundo. El profesor Drake me contestó (nota 7: Carta del profesor Frank D. Drake, director del National Astronomy and Ionosphere Center Arecibo [centro nacional de astronomía y de ionosfera en Arecibo], al autor, 12 de enero de 1980) (p.142):

NATIONAL ASTRONOMY AND IONOSPHERE CENTER
Office of the Director
Cornell University
Space Sciences Building
Ithaca N.Y. 14853
Telephone: 607 256-3734
Telex 932454

Arecibo Observatory
Post Office Box 995
Arecibo. P.R. 00612
Telephone: 809-878-2612
Telex: 385-638

Si esos objetos realmente provienen de un objeto único, actualmente no es posible decir la procedencia de ese objeto originario. Para ello sería necesaria una inspección directa. En cualquier caso, el origen natural es la hipótesis más razonable, y la que coincide por (p.142) completo con lo que sabemos hasta el presente de tal género de objetos. En ese sentido es de especial importancia el que el eje, aproximadamente estimado, de la órbita de tales objetos coincida con el límite de Roche de la Tierra (en el límite de Roche actúan al mismo tiempo la fuerza de atracción terrestre y la lunar), lo cual permite suponer con bastante fundamento que el objeto se rompió al pasar por el límite de Roche. Además, precisamente la suposición de que el objeto se desintegró poco a poco, no por efecto de una explosión, explicaría el que todos los fragmentos hayan continuado sobre órbitas parecidas. Este hecho correspondería a la idea de una rotura debida a las mismas fuerzas que causan las mareas.

No poseo informaciones sobre las dimensiones de los distintos fragmentos, ni tampoco sobre su posición actual. Que yo sepa no se proyecta ningún estudio detallado de los mismos. Espero haberle sido útil con mis informaciones.


¿Todo claro? ¡Ni mucho menos!

[Respuestas que no son respuestas]

Con estas tres respuestas decididas y tajantes el caso parece que queda claro. Pero ¿es así en realidad?

En la ciencia es un principio que ha dado buenos resultados el de sacar a relucir primero las soluciones más inmediatas, y que estaban por así decirlo guardadas en el frigorífico, antes de ventilar explicaciones "exóticas" (Ruppe). Todas las cartas que acabo de citar apelan a ese principio. Sin este criterio fundamental de la lógica científica, las energías investigadoras y también los fondos disponibles se dilapidarían atacando problemas que a fin de cuentas sólo servirían para gastar tiempo y dinero.

Y sin embargo, me parece que esta actitud es el caldo de cultivo de un bacilo que suele pasar inadvertido. La lógica de "lo más sencillo" (Puttkamer) tiende a coincidir demasiado con "lo que sabemos hasta el presente" (Drake). Decir que "hasta la fecha no existe ninguna prueba" (Puttkamer) es prescindir de la fantasía constructiva, cualidad que, entre otras cosas, dio origen a la NASA y a sus audaces proyectos. Es negarse a la especulación. En la entrevista (p.143)

que me concedió, Wernher von Braun admitió este punto. La "respuesta más inmediata" es siempre y sin excepción la que proviene "de la perspectiva actual". Para poner en tela de juicio este criterio tan tremendamente conservador, permítaseme citar al científico y diplomático norteamericano James Briant Conant, quien escribe en su obra "Modern Science and Modern Man" ["Ciencia moderna y el hombre moderno"] (1952):

<La historia de las ciencias demuestra sin lugar a dudas que los verdaderos avances revolucionarios y progresistas no provienen del empirismo sino de las teorías nuevas.>

Vamos a dar ejemplos de los errores que se pueden cometer, cuando se acude siempre a la "respuesta más inmediata".>

Hace cuarenta años un prospector, es decir un buscador de minas metálicas (hierro, cobre y otros) enfermó, empezando a sufrir mareos, dolor en los ojos, sequedad de piel y accesos de fatiga invencible. Con el maletín lleno de las "respuestas más inmediatas", los médicos diagnosticaron primero un resfriado, luego una inflamación cerebral debida a una gripe, luego anemia, y por último un virus desconocido. El prospector recibió tratamientos con arreglo a estos diagnósticos hasta que se murió, de muerte bastante desagradable por cierto.

¿Qué era lo que se había pasado por alto al contemplar únicamente las "respuestas más inmediatas"?

Sin saberlo, el prospector había trabajado largo tiempo en una zona donde había una veta subterránea de uranio. El uranio natural es radiactivo. El paisaje que contiene el elemento radiactivo no queda envuelto con muros de hormigón ni cámaras de agua. Como "lo inmediato" no dejaba paso a la posibilidad cuyo descubrimiento hubiera sido decisivo. los médicos recetaron un tratamiento erróneo. En vez de darle medicamentos que contrarrestasen la acción de las radiaciones, le hicieron tomar polvos contra la gripe y preparados de hemoglobina contra la anemia. Se hizo "lo más inmediato".

O este otro caso: Desde hace más de veinticinco años, miles de personas aseguran haber visto OVNIS. Estos objetos no entran en las consideraciones "razonables" con arreglo a "lo que sabemos hasta el presente". Por tanto, no existen. La "más inmediata" de las frases que matan sale ahora del arsenal de la psicología: esa gente está ida, padece alucinaciones, tiene visiones obsesivas. Sabe Dios que no soy ningún (p.144)

aficionado a los OVNIS, pero me parece que por el método de "lo más inmediato" lo único que se hace es meter el problema en una vía muerta, en lugar de resolverlo.

O este otro: Existen numerosas tradiciones que hablan EN GROS [generalmente] y EN DETAIL [en detalles] de los "dioses" venidos del cielo que se dejaron caer sobre nuestro planeta. Los antiguos cronistas dicen sus nombres y describen sus funciones, dan testimonio de sus obras e informan con exactitud sobre cómo llegaron y cómo se fueron. Pero como con arreglo a "lo que sabemos hasta el presente" todavía "no existe ninguna prueba" de su EXISTENCIA REAL, la "respuesta más inmediata" nos conduce de nuevo al terreno de las creencias religiosas o al de las interpretaciones pseudo-psicológicas. Pero no seremos nosotros quienes aceptemos el plato.

Donde las advertencias reiteradas no sirven de nada, al menos debería hacer reflexionar el hecho de que los descubrimientos verdaderamente revolucionarios sean logrados tan a menudo por OUTSIDERS [gente no experta], por marginales que, importándoles poco "lo que sabemos hasta el presente", entraron en terrenos "exóticos" desatendidos por otros y tuvieron éxito en ellos. Esos marginales no se conformaron con la "respuesta más inmediata", sino que quisieron ir "MÁS ALLÁ" de lo "inmediato" y MÁS ALLÁ de "lo que sabemos hasta el presente".

Muchas noches he pasado en vela discutiendo con amigos científicos sobre estos problemas. ¿Y qué le vamos a hacer?, dicen ellos. ¿Correr detrás de todas las fantasmagorías? ¿No cerrarían pronto la espita de los subsidios nuestros patrocinadores, las universidades y el Estado?

Cuando son ésas las consideraciones que cuentan, me parece que la ciencia se halla atrapada en el dilema entre "la respuesta más inmediata" y los aciertos casuales sobre la base empírica. Eso es fatal.

Aunque posea fantasía, yo no soy un fantasma. Comprendo el dilema. No digo que se haya de seguir la pista a toda elucubración, pero entre la "respuesta más inmediata" y una respuesta especulativa POSIBLE queda "mucho campo", para utilizar el símil de Theodor Fontane. Y antes de seguir una respuesta POSIBLE hay que analizar a fondo las probabilidades de hallar algo, para lo cual no se necesita ningún dinero, sino un poco de materia gris [cerebro]. En eso si hay que ser (p.145)

exigente, en analizar si la respuesta POSIBLE tiene una probabilidad relativa frente a la "respuesta inmediata".


Dudar no sólo está permitido, sino que es necesario

En el caso contrario, tenemos enfrentadas dos declaraciones divergentes. En Occidente la "respuesta inmediata" dice: los diez fragmentos no identificados son "satélites" NATURALES. Los rusos afirman:

<Hemos investigado una y otra vez, y calculado una y otra vez... y son trozos de un vehículo extraterrestre.>

No me incumbe a mi juzgar la calidad de las respectivas tomas de posición, pero mi sentido común, de hombre de la calle, me dice que va siendo hora de que los señores científicos de ambos lados se reúnan alrededor de una misma mesa. Soy partidario de que no se desperdicie esta oportunidad única, cuya repercusión hoy aún no podemos medir. Me agrada el punto de vista de los rusos, el de que se observe de cerca uno de esos objetos antes de que la atmósfera terrestre los desintegre para siempre. Se gastaron miles de millones de dólares para traer algunos pedruscos de la Luna, de los que hace tiempo nadie habla ya. En cambio, ahí tenemos mucho más cerca, dando vueltas junto con los cuatro mil quinientos satélites artificiales registrados, diez fragmentos no identificados que no importan a nadie - de los occidentales -, y que pasan a archivo con la "respuesta más inmediata".

Yo también me inclino más a creer que esos diez fragmentos son de procedencia natural. Lo cual significa que proceden de alguna parte. De la Tierra, seguro que no. El bloque completo, que conforme a una sorprendente y extraña coincidencia Este-Oeste se rompió el 18 de diciembre de 1955, dejaba tras de sí un viaje supongo que muy largo. ¿Es que la mera existencia de tal objeto no basta para reavivar la cuestión de la existencia de vida extraterrestre? Por pequeños que sean los fragmentos residuales, ¿no podían ser portadores de formas de vida desconocidas y de remoto origen? (p.146)


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