Erich von Däniken:
Viaje a Kiribati - extraterrestres
5. ¿En la Tierra
Prometida?
[5.8. Calcuta: editores -
periodistas - libro sobre aviones antiguos]
de: Erich von Däniken: Viaje
a Kiribati: 5. ¿En la Tierra Prometida?; Ediciones Martínex
Roca, S.A.; Gran Vía, 774, 7º; 08013 Barcelona; ISBN:
84-270-0684-5
presentado por Michael
Palomino (2011)
[5.8. Calcuta: editores - periodistas - libro sobre
aviones antiguos]
¡Oh Calcuta!
[Encontrar el editor Dutt]
Antes de continuar hacia el valle del Indus debía visitar a mi
editor Ajitt Dutt de Calcuta. Me aguardaba en el aeropuerto
con toda su familia. Las manifestaciones de su alegría al
recibir la máquina de escribir portátil se combinaron con un
tumultuoso relato sobre cómo se me esperaba dos días antes, y
cómo fue necesario que regresaran a sus casas varios millares
de personas que se habían presentado a recibirme. Me pareció
que el editor Dutt exageraba las "tiradas" de personas.
[Detalles sobre Calcuta de
los años 1980s - periodistas]
Mucho me habría gustado ver Calcuta, con más de 3,5 millones
de habitantes [años 1970s] la principal ciudad de la India y
una de las más densamente pobladas, con sus cuatrocientos
veinticinco kilómetros cuadrados. Pero apenas pude poner el
pie fuera de la habitación del hotel. Los periodistas se
pasaban de mano en mano el tirador de la puerta, los
reporteros radiofónicos me llenaban la cara de micrófonos;
rechacé una visita a los estudios de la televisión cuando supe
que en la ciudad no funcionaban más que dos mil aparatos. La
era de la televisión acabada de empezar allí.
El segundo día transcurrió como el primero. Mis declaraciones
(p.214)
de la jornada anterior aparecían - según pude deducir por las
fotos - junto a los informes políticos de actualidad y las
actividades de Indira Ghandi, en primera plana de los
periódicos. ¿Qué estarían diciendo de mí? No entiendo los
caracteres bengalíes, pero estaba claro que mi predicación
había encontrado allí una tierra fructífera.
A mediodía se presentó un "comité de recepción EvD" [Erich von
Däniken] formado por dos arqueólogos, un director de museo y
varios profesores auxiliares de la universidad. Puse las manos
sobre el pecho en actitud de orante y me incliné, tal como
acababa de aprender a hacer. Me explicaron que todo estaba
perfectamente preparado por la organización.
[Conferencia de prensa en
Calcuta con un público sin control]
Lo que viví aquella noche en Calcuta fue de una turbulencia
superior a la de mis peores pesadillas. Hacia las seis, cuando
llegábamos con el coche del comité a las cercanías del museo,
vimos grandes masas de gente que la policía se esforzaba en
contener. No pensé que fuera yo la causa de semejante tumulto.
La policía nos abrió paso hasta el claustro. Se formó un
cordón para despejar el camino hasta el salón... en realidad,
una nave enorme con escaleras, galerías y amplios ventanales.
Bajo una pantalla de protección, cuatro sillones, en uno de
los cuales me obligaron a sentarme. Una antropólogo, un
arqueólogo y el director del museo pronunciaron alabanzas tan
exageradas de mi persona, que no sabía uno adónde mirar.
Después de poner el reloj de pulsera a mi izquierda, sobre el
pupitre, hube de aguardar en pie varios minutos, antes de
hacerme oír en medio del barullo. En algún lugar en medio de
la multitud está Willi, llevando una camisa de color rojo
fuerte para poder localizarle con la mirada cuando haya que
cambiar la diapositiva en el proyector. En seguida me doy
cuenta de que esta noche será mejor limitarme a una versión
abreviada de mi conferencia. Con todo, las cuerdas vocales me
fallan por tres veces, cosa que nunca me había ocurrido
antes.Debió ser cosa del ambiente.
Cuando terminé, estalló el maremágnum. Miles de personas se
dirigían hacia mí. Hasta ese instante no sabía que se pudiera
tener miedo a las multitudes. Me aplastaron contra la pared,
me pidieron autógrafos que no podía conceder porque tenía
aprisionadas ambas manos. A cierta distancia estaba Willi,
tratando de abrirse paso hasta mí, sin conseguirlo. Una
avalancha me lanzó al suelo, y me arrastré hasta un rincón
buscando la protección de las dos paredes (p.215).
De pronto, la policía empezó a tirar de porra. Pegaban con
fuerza, pero como si nada. Era desagradable tener que
presenciar semejante espectáculo. ¿Y si huyera por una
ventana? Estaban todas enrejadas. Por fin, la policía
consiguió abrirnos camino hasta el coche. Una vez allí nos
miramos, agotados, bañados en sudor, con la ropa destrozada...
y contentos a pesar de todo.
[Otra conferencia en el aula
de la universidad de Calcuta]
Durante toda la jornada siguiente me acompañó la aprensión
ante la segunda conferencia. La universidad de Calcuta es, con
sus doscientos cuarenta mil (¡) alumnos, la más grande y la
más antigua de Asia. Se me explicó que la conferencia iba a
celebrarse en el aula de física nuclear, que era la más grande
del recinto universitario, y que el público sería de
composición predominantemente académica.
Los acontecimientos no fueron académicos. De entrada, no pude
salir del automóvil, que estaba sitiado por los estudiantes.
Una vez más, la policía hubo de abrir paso mediante
procedimientos poco amables. A los estudiantes no pareció
importarles, pues gritaban a coro: "Long live Däniken!" [que
viva mucho tiempo Daniken] ¡Lo nunca visto!
El aula estaba de bote en bote. Hablé durante dos horas. Se
habría escuchado la caída de un alfiler. Pero el aplauso final
fue indescriptible. Noté una corriente de simpatía entre el
profesorado. Los expertos se ofrecían a asistirme con sus
conocimientos. Los especialistas en sánscrito me prometían
abundante material del área lingüística en cuestión, cosa que
cumplieron. Un erudito en sánscrito me aseguró que las teorías
de mis libros eran realidades para los hindúes, cuya
confirmación venían esperando desde siempre, y que lo escrito
por mí era, para el hombre de la calle, el propio reflejo de
sus ideas, por mí era, para el hombre de la calle, el propio
reflejo de sus ideas.
[Un libro sobre
"aeronáuticas" del pasado]
Un estudiante delgado y tímido me tendió un libro forrado de
rosa.
-- "¡Para usted!"
Leí rápidamente el título: "Vymaanikashaastra Aeronautics",
por Maharshi Bharadwaaja.
(nota 10: Maharshi
Bharadwaaja: Vymaanika-Shaastra Aeronautics; traducido al
inglés y editado, imprimido y publicado por G.R. Josyer;
Mysore, India, 1979)