Erich von Däniken:
Viaje a Kiribati - extraterrestres
6. El crepúsculo de
los dioses
[6.4. Sacsayhuamán: el guía
peruano]
Bordes exactos en Sacsayhuamán 01 (p.276)
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de: Erich von Däniken: Viaje
a Kiribati: 6. El crepúsculo de los dioses; Ediciones
Martínex Roca, S.A.; Gran Vía, 774, 7º; 08013 Barcelona;
ISBN: 84-270-0684-5
presentado por Michael
Palomino (2011)
[6.4. Sacsayhuamán: el guía
peruano que no sabía nada]
Piedras
cortadas de granito en Sacsayhuamán cerca de
Cusco, Perú, unas fotos
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Laberinto de rocas en Sacsayhuamán (p.273) |
Formaciones con bordes en Sacsayhuamán (p.275) |
Bordes exactos en Sacsayhuamán 01 (p.276) |
Por la noche, en el bar del piso vigésimo quinto del
rascacielos del Sheraton, en La Paz, estaba yo tomando unas
copas y charlando con una joven pareja de Munich. Ella estudia
etnología, y él es licenciado en Derecho. Venían del Perú a
través del lago Titicaca, mediante el hidrodeslizador; ambos
eran lectores de mis libros y estaban decepcionados por lo que
habían visto durante la jornada. Dudaban de mis descripciones.
La estudiante me censuró:
-- "Estuvimos cerca de Cuzco para ver las ruinas de
Sacsayhuamán, pero ni con la mejor voluntad conseguimos
descubrir nada extraordinario, como usted lo describe."
El jurista agregó secamente (p.272):
-- "el guía nos explicó la manera de labrar la piedra.
¡Trabajos así aún se ven hoy día en las callejuelas de Cuzco!"
¡La canción de siempre! ¡El eterno error! Ni siquiera el
equipo de rodaje que tomó en Sacsayhuamán unos planos para mi
película "Recuerdos del futuro" supo hallar "las ruinas" que
yo he descrito; supongo que no se tomaron mucha molestia.
Cuando contemplo el gran número de ofertas turísticas que hay
para viajar a Sudamérica, me figuro que entre los viajeros
estarán algunos que conocerán mis libros, y tendrán idéntica
decepción que la de la pareja de Munich. En vista del "boom"
actual de los viajes a Sudamérica, he aquí un itinerario que
conduce a "mis" ruinas (p.273):
<Señoras y señores, ordenen
un taxi - no es imprescindible que sea a primera hora de la
mañana - que los lleve a las ruinas de (p.273)
Sacsayhuamán. Díganle al conductor que siga por la carretera
antigua de Pisac montaña arriba durante un kilómetro y
medio, hasta poco antes de la primera curva a la izquierda.
Paguen la carrera, aunque el conductor quiera oponerse con
muchos aspavientos. Él tratará de convencerles para
llevarles al regreso, pero la espera les costaría muy cara y
no tiene sentido.
Ahora miren montaña abajo, en dirección a la fortaleza de
los inca. Al lado mismo de la carretera, trepen a la pequeña
elevación que verán a la derecha y arriba de donde están
ustedes, y que tiene unas rocas muy quebradas. Se
encontrarán en un laberinto de piedras que no merece
siquiera la denominación de "ruinas" en el sentido
corriente. Hay ahí masas indefinibles de rocas, sillares
grandes y pequeños, fragmentos irreconocibles de lo que
alguna vez fueron construcciones. Pronto se les impondrá la
sensación de que en alguna época quedó destruida aquí una
edificación que se había proyectado con los máximos
refinamientos técnicos.
[Piedras gigantes de
granito]
Recorrerán ustedes grietas y grutas de roca, escalarán
plataformas y se encontrarán de súbito con colosos de piedra
excelentemente labrados. Mírenlos bien, señoras y señores,
toquen esos muros pulidos como si fueran de un hormigón
recién salido de los encofrados. ¡No vayan a confundirse!
¡No es hormigón, sino granito!
En caso de que hayan perdido su capacidad de asombro, aquí
recobrarán esa facultad indispensable. Como sacudidas por
alguna fuerza telúrica, aparecen aquí cavernas al revés,
túneles antes rectilíneos y ahora cegados. Fíjense bien, que
no hay nada que esté unido con aglomerantes, morteros ni
cosa parecida, sino todo de una pieza; ni siquiera verán
rastros de las clavijas metálicas antaño empleadas en
Puma-Punku. No; aquí arriba, es decir justamente encima de
al fortaleza de Sacsayhuamán, todo parece salido "de
molde". Los cantos están ejecutados en ángulo recto, y cada
coloso reserva nuevas sorpresas.
Si ya han tomado parte en la visita turística a la fortaleza
inca, habrán comprendido que la verdadera sensación de
Cuzco, el verdadero misterio prehistórico, está aquí arriba,
detrás y por encima de los muros de roca de Sacsayhuamán.
Pocos lo ven. Pocos hacen caso.
¡Mantengan los ojos abiertos! Estas moles de piedra no son
más que un mosaico del inexplicable rompecabezas. Descubran
en las laderas (p.274)
de roca, a la izquierda del camino, las pequeñas y grandes
formaciones pétreas. Anden tranquilos que aquí nadie les
molestará, ni les perseguirá con advertencias. Paseen por
los llanos pedregosos y los campos agostados, sáltense
tranquilamente las empalizadas. Ningún campesino indio me
molestó nunca, y donde sea necesario, un puñado de soles (la
moneda del país) hará prodigios.
[No hay errores - ángulos
rectos - pulidos con exactitud]
Al cabo de un par de horas de peregrinación a través del
pasado, se darán cuenta de que casi todas las rocas están
labradas. Ningún predicador errante de la arqueología podría
hacerles creer ya que la santa naturaleza haya creado esos
ángulos rectos en la piedra, se haya tomado la molestia de
pulir con tanta exactitud las superficies, se haya divertido
en llenar el paisaje de gigantescos "sillones de piedra",
haya tallado escalones que van del techo al suelo. Cuando se
vean ustedes (p.275)
en este "mundo al revés", tendrán la prueba definitiva de
que este enorme laberinto sufrió una conmoción total que le
hizo perder la alineación originaria. Invirtiendo los
escalones en la imaginación verán que constituye excelentes
accesos a los diferentes planos de la construcción.
[Monolito inexplicable sin
sentido]
¡Una ojeada detrás del decorado de la fortaleza inca!
Vuelvan las espaldas a esos muros tantas veces
fotografiados: a la misma altura verán en la roca una labra
monolítica, cuya finalidad es inexplicable. En su posición
actual no tiene ningún sentido. No verán nada que pueda
encajar en los esquemas convencionales: ningún orden, ningún
(p.276)
muro hecho de sillares ajustados, ningún apilamiento de
monolitos. Las superficies pulidas de piedra se inclinan las
unas hacía las otras en escalonamientos invertidos, pero eso
sí, ejecutados a la perfección y paralelos al techo.
Cuando hayan visto todo eso, y de regreso en sus casas
contemplen otra vez las fotografías y lean mis
descripciones, se alegrarán de haberse desviado del camino
trillado de los turistas.> (p.278)
Escaleras exactas cortadas en Sacsayhuamán (p.277)
Bordes exactos en Sacsayhuamán 02 (p.279)
Bordes exactos en Sacsayhuamán 03 (p.281)
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Bordes exactos en Sacsayhuamán 04 (p.281)
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Turista con bordes exactos en Sacsayhuamán (p.281)
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Sobre lo que no dicen los libros que pueden consultarse en
casa acerca del tema Sacsayhuamán, quiero dejar aquí unos
rápidos apuntes:
En la literatura especializada se afirma que la roca llamada
"Lacco" o "Kenko Grande", con sus nichos, sus cámaras y sus
bocas de túneles era un lugar sagrado, que los nichos eran
tronos de los muertos, y que todo ello pertenecía al reino
mágico de los seres subterráneos. En ellos se asegura con
desparpajo que el orden contemplado hoy día (el desorden,
habría que decir) es el mismo que concibieron los
constructores.
Ya en 1609 Garcilaso de la Vega
(nota 11: De la Vega,
Garcilaso: Primera Parte de los Comentarios Reales; Madrid,
1723 e Historia General del Perú; Segunda Parte; Madrid
1722)
afirmaba que la piedra hoy llamada "Chingana Grande" o el gran
laberinto había sido llevada a rastras hasta Sacsayhuamán por
veinte mil trabajadores; que se soltó accidentalmente y cayó,
matando a tres mil hombres. En la actualidad, los arqueólogos
lo ven de otra manera:
<Sin duda, esta piedra
nunca estuvo destinada a Sacsayhuamán. Ni fue transportada
tampoco, sino que ha estado siempre en donde está ahora.>
Se nos quiere hacer creer que los constructores estaban locos
o que eran tan necios como para labrar en la piedra escaleras
al revés que no conducen a ninguna parte. De acuerdo con esa
curiosa interpretación, tallaron nichos con planos inclinados
en los que no puede depositarse ni siquiera un ramo de flores
para honrar a esos seres subterráneos, ni menos aún colocar
una estatua para presidir los rezos de ese lugar sagrado. Los
pobres locos se tomaron un trabajo ímprobo para pulir esas
superficies inservibles y abrir esas oquedades en donde no
cabe nada.
para los que hayan perdido el billete económico a Sudamérica,
y por consiguiente no puedan verificar mis descripciones,
adjunto tres fotografías tomadas en verano de 1980 a pocos
centenares de metros de distancia respecto de la fortaleza
inca. Para los que visiten Sacsayhuamán, sigo haciendo de guía
turístico (p.278):
<Señoras y señores, les
ruego que se sitúen en el tercio derecho frente a la pared
de la fortaleza y mirando hacia ésta. Exactamente donde
están ahora, a sus pies, verán unas grietas en el suelo.
Entren que no hay peligro. Al instante se verán en un
paisaje subterráneo de roca: ante ustedes, monumentos de
piedra de tres metros y medio de altura, con una moldura
saliente; al doblar la esquina se observan unas franjas
anchas, escalonadas, perfectamente talladas en la roca. Ésta
se inclina ligeramente hacia delante, y en algunos puntos
incluso toca las paredes fronteras. Toquen, toquen: todo de
una pieza, nada de obras añadidas ni compuestas. Por encima
de las superficies trabajadas aparece la roca natural. En el
estado en que ven ustedes esta obra, no se le aprecia
ninguna utilidad. Permanezcan un ratito en la cámara
misteriosa. Apuesto a que pronto se les ocurrirá la idea de
(p.279)
que estas piedras trabajadas estaban antes arriba, en la
montaña, y que algún cataclismo natural, un terremoto, o por
el contrario, una explosión deliberada las llevó a su actual
posición enrevesada.>
[Sin planificación y sin
escritura un edificio tan complejo como Sacsayhuamán no es
posible]
La inspección del lugar lleva a conclusiones semejantes a las
que sugiere Puma-Punku: la técnica aplicada aquí arriba, y aún
hoy perfectamente comprobable, era superior, más perfecta, más
gigantesca y colosalista que la empleada en el muro ciclópeo
inca de Sacsayhuamán. Dado que el muro inca ya existía cuando
los españoles conquistaron el país, y no habiéndose añadido
nada desde entonces, las rocas labradas a que acabo de
referirme han de ser aún más antiguas que la fortaleza. Y lo
mismo que en Puma-Punku, debió existir una planificación, ERGO
alguien dominaba la escritura.Esa construcción monumental era
más grande que cualquier cosa que fuesen capaces de erigir los
inca y sus antecesores.
¿Trabajaron aquí los mismos aparejadores que en Puma-Punku?
¿Será preciso mencionar que también aquí la mitología dice que
los mismos dioses destruyeron su obra, al comprobar la
ingratitud de los hombres, por ellos creados?
Un aparte divertido:
Después de aclarar el error, la pareja de Munich prometió
repetir la visita a Cuzco. Tiempo después, mientras estaba
escribiendo esta capítulo, recibí una tarjeta.
<¡Esto nunca pudo ser obra
de unos humildes indios! ¿Por qué no se habla más de
ello?>
decía la misiva, después del saludo y de manifestarme el
agradecimiento de mis corresponsales. Eso es lo que hago,
hablar de ello. Una y otra vez. Como ahora. Les recomiendo que
vayan a convencerse por sí mismos (p.280).