<Sucedió
en el año 30, a cinco del cuarto mes, que, cuando yo me
encontraba entre los exiliados a orillas del río Kebar, se
abrieron los cielos... Y vi cómo un viento huracanado venia
del norte, y una gran nube rodeada de rayos resplandecientes
y de un fuego continuo, y en medio de éste relampagueaba un
metal brillante. En su centro aparecían figuras como de
cuatro seres vivientes; se asemejaban a hombres. Y cada uno
tenía cuatro caras, y cada uno también cuatro alas. Sus
piernas eran rectas, y las plantas de sus pies eran como las
de un ternero, y resplandecían como bronce bruñido... Y
entre estos seres aparecían como brasas de fuego ardiente,
se veían como unas antorchas moviéndose entre ellos de un
lado a otro, y el fuego resplandecía, y de él salían
relámpagos...
Luego vi en el suelo, junto a cada uno de los cuatro seres,
una rueda. El aspecto de las ruedas era semejante al del
crisolito, y las cuatro ruedas tenían la misma forma. Podían
avanzar en las cuatro direcciones, sin virar al hacerlo. Y
vi que tenían llantas, y que sus llantas estaban llenas de
ojos todo alrededor en las cuatro ruedas. Y cuando los seres
animados se movían, movíanse también las ruedas junto a
ellos, y cuando los seres se elevaban sobre la tierra,
ascendían al mismo tiempo las ruedas...
Y al andar los seres, percibía yo el rumor de sus alas
semejante al rugido de una gran masa de agua o a la voz del
Todopoderoso; era como el tumulto de un ejército acampado. Y
he aquí que por encima del techo plano que había sobre sus
cabezas apareció una piedra como de zafiro con una especie
de trono sobre ella; y en esta especie de trono podía verse
lo que parecía ser una figura de hombre...> (p.39)
De este texto de Ezequiel ofrecí yo hace cinco años una
interpretación técnica y por tanto, según creo, realista:
Ezequiel vio y describió una astronave con su tripulación.
[Muchos se burlan de la
interpretación de la nave de extraterrestres]
Las burlas arreciaron. No perdí por ello el ánimo, y más
adelante, en [el libro de Däniken en alemán] "Zurück zu
den Sternen" (Regreso a las estrellas), "apuntalé" esta
explosiva versión con nuevas citas de los libros
proféticos. De la mofa se pasó al ataque. A las embestidas
provenientes del sector religioso se juntaron las de no
pocos periodistas que seguramente no sospechaban que eran
otros quienes manejaban sus plumas.
El teólogo suizo profesor Othmar Keel, de la universidad
de Friburgo [en Suiza], declaró en su libro "Zurück von
den Sternen" (Regreso de las estrellas), que mis
interpretaciones carecían por completo de fundamento y,
asumiendo aires de superioridad muy propios de la "antigua
escuela", añadía que el mundo científico podía a lo más
reservarles una sonrisa compasiva.
Con todo, los estudiosos del Antiguo Testamento distan
mucho de coincidir unos con otros en la exégesis de los
libros que hablan de apariciones con humo, temblores,
fuego, truenos, relámpagos, tronos, etc.; sólo están de
acuerdo en una cosa: rechazar de plano toda interpretación
técnica. El profesor Keel afirma que tales "apariciones"
son ideogramas, mientras que el profesor Lindborg las
tiene por experiencias alucinatorias. El Dr. A. Guillaume
ve en las teofanías descritas simples fenómenos de la
naturaleza, y su colega el Dr. W. Beyerlein trata de
interpretarlas como partes rituales del culto celebrado en
ciertas festividades israelitas. Sólo el Dr. Fritz
Dummermuth llega a conceder, en la [revista en alemán]
"Zeitschrift der theologischen Fakultät Basel" (Revista de
la Facultad teológica de Basilea), que
<...
los relatos en cuestión difícilmente encajan, tras un
análisis más profundo, con manifestaciones naturales de
carácter meteorológico o volcánico", y añade en seguida
que "... legados a este punto de la investigación bíblica,
sería ya el momento de intentar estudiar estos hechos
desde nuevos puntos de vista.>
[Dios no necesita una
nave]
Aquí me atrevo yo a lanzar el guante dando un paso más y
afirmando que dentro de poco la investigación bíblica
tradicional nada tendrá ya que ver con la auténtica
interpretación de los sucesos narrados por Ezequiel. El
Antiguo Testamento, al igual que otros muchos "libros
sagrados", da cuenta también de numerosos acontecimientos
que en realidad pertenecen al campo de la investigación
técnica. Siempre y dondequiera que "Dios" o "los dioses"
se manifiestan de modo real en un medio ambiente real,
vemos que lo hacen con gran despliegue de fuego, humo,
temblores, luz y estruendo. En cuanto a mí, no puedo
imaginarme que el gran Dios omnipresente deba utilizar
vehículo alguno para moverse. Dios es incomprensible
(p.40),
infinito, eterno, todopoderoso y omnisciente. Dios es
espíritu. Y Dios es bueno. ¿Por qué entonces habría de
complacerse en aterrorizar a los seres que ama? ¿Por qué
asustarlos con esas demostraciones de poder que nos
describe el Antiguo Testamento? Y sobre todo: si Dios es
omnisciente, bien sabía que las apariciones narradas en
los textos serían un día interpretadas por las inocentes
criaturas del siglo XX... ¡con su ciencia!. El Dios
omnipotente es también infinito. No conoce ni el ayer, ni
el hoy, ni el mañana. Me parece blasfemo suponer que ese
Dios verdadero hubiera de esperar el éxito final de una
operación iniciada por Él mismo o exponer ésta a malas
interpretaciones. ESTE Dios tenía que saber cómo iban a
ser explicados los textos en épocas lejanas, por ejemplo
la nuestra. Y si tenemos a Dios por intangible o
inaccesible, no nos es lícito entonces utilizarlo como
pantalla o testigo principal en todas nuestras
interpretaciones convencionales.
[Ezequiel vio una nave
espacial]
Así pues, concluimos que el profeta Ezequiel vio y
describió una nave espacial. Puesto que su comandante y
tribulación hablaban la lengua del profeta - de otro modo
éste no les habría entendido -, podemos lógicamente
deducir que los extraños visitantes habían ya pasado mucho
tiempo en observar a los habitantes de aquella región,
aprender su idioma y estudiar sus costumbres. Sólo después
de una concienzuda preparación se decidieron a entrar en
contacto con Ezequiel. Las experiencias y manifestaciones
de este tipo fueron repitiéndose, según se desprende de
los relatos del Antiguo Testamento, a lo largo de más de
veinte años.
Ezequiel fue un cronista notable. Le impresionaron entre
otras cosas
-- el brillo del metal,
-- el estrépito del vehículo,
-- las extremidades móviles de la cápsula de aterrizaje,
-- la incandescencia del reactor nuclear;
la resplandeciente escafandra del comandante le parecía
como de "bronce bruñido", y comparaba las aspas de los
helicópteros a "seres vivientes"; especialmente le
sorprendía observar cómo las ruedas del aparato "...
podían avanzar en las cuatro direcciones, sin virar
durante la marcha". A menudo intentó el profeta encontrar
palabras adecuadas para describir el ruido que acompañaba
a la "aparición"; al no poder imaginarse un estruendo
mayor, recurrió a metáforas como "... el rugir de una gran
masa de agua" o "... el tumulto de un ejército acampado".
[Ezequiel no tenía
alucinaciones]
Si Ezequiel hubiera sufrido alucinaciones, como dicen, no
tenía por qué haberse molestado en buscar palabras e
imágenes para describir un ruido que él mismo era incapaz
de concebir. Según entiendo, las alucinaciones no suelen
ir acompañadas de efectos sonoros ni perturban el medio
ambiente. Sólo esta circunstancia bastaba para haber
llamado la atención de los exegetas de la antigua escuela
sobre la curiosa semejanza del relato con la descripción
precisa de un fenómeno técnico:
<... cuando los seres (p.41)
animados se movían, movíanse también las ruedas junto a
ellos, y cuando los seres se elevaban sobre la Tierra,
tampoco las ruedas se apartaban de su lado. Cuando ellos
se paraban, deteníanse ellas también, y cuando ellos se
levantaban, se alzaban las ruedas con ellos...>
¿Un "milagro"? ¡Claro que no! Cuando un helicóptero se
remonta por los aires, difícilmente se quedan las ruedas
en el suelo.
Ya he dicho antes que considero mi interpretación del
texto de Ezequiel como una joya dentro de mi colección de
indicios documentales. El ingeniero Josef F. Blumrich,
jefe del departamento de investigación de proyectos de la
NASA en Huntsville, Alabama, titular de numerosas patentes
de construcción de grandes cohetes y condecorado con la
medalla de la NASA al mérito por "Servicios
Excepcionales", presentó en su libro "Y se abrieron los
cielos" las pruebas con que, desde el punto de vista de la
ingeniería, pretendía demostrar la existencia real de la
nave contemplada por el profeta Ezequiel, respaldándolas
con los más modernos datos técnicos. En el prólogo a la
obra, cuya lectura no puede menos de cautivarnos por su
exacto y sobrio análisis textual, confiesa Blumrich que su
intención primera había sido la de rebatir mis
afirmaciones en [el libro en alemán] "Erinnerungen an die
Zukunft" (Recuerdos del futuro), pero que, tras un largo
estudio del texto, acabó por aceptar la "derrota", una
derrota de la que se vio recompensado con creces, derrota
fascinante y alentadora... (p.42)
¡La nave de Ezequiel fue
real!
[La NASA confirme que es
posible esa nave]
La quintaesencia de las investigaciones llevadas a cabo
por el ingeniero de la NASA, Blumrich, viene a resumirse
en las siguientes líneas [de texto]:
<Los
datos obtenidos nos muestran un vehículo espacial no sólo
absolutamente posible desde el punto de vista técnico,
sino también inteligentemente adaptado a sus funciones y
misión. Nos sorprende descubrir un nivel de conocimientos
técnicos que no es en modo alguno fantástico; más bien,
apurando las cosas al máximo, podríamos decir que casi se
equipara a nuestras posibilidades actuales o, expresado de
otra manera, que sólo es un poco superior a nuestra
técnica de hoy. Los mismos datos nos dan a conocer además
una nave vinculada a otra que le sirve de nodriza y que
permanece en órbita alrededor de la Tierra mientras la
primera desciende a nuestro planeta. ¡Lo único fantástico
en todo esto es que semejante nave fuese ya una realidad
palpable hace más de 2.500 años!>
La clave de la explicación del relato de Ezequiel reside,
según Blumrich, en un detenido análisis de las partes y
funciones de la (p.42)
nave descritas por el profeta, efectuado a la luz de los
conocimientos técnicos actuales en el terreno de la
astronáutica. No pretende ni puedo yo recriminar a los
exegetas del Antiguo Testamento por no entender de
cálculos matemáticos o (re)construcciones, pero me rebelo
contra el hecho de que, ignorando aposta los nuevos
descubrimientos de la técnica, sigamos una y otra vez
aferrándonos a los mismos viejos tópicos de siempre en
nombre de una pretendida postura científica que esgrimimos
como ULTIMA RATIO de nuestras conclusiones. Me parece del
todo correcta la exigencia de Blumrich de que se consulte
a ingenieros cuando se trata de construcciones o de
figuras que se asemejan a construcciones. Dejemos que la
ciencia se ocupe de las cuestiones tocantes a los límites
de lo posible. Pero todo cuanto se encierra dentro de
dichos límites pertenece a la esfera de acción del
ingeniero, especialmente del constructor, porque a éste
incumbe encontrar las formas de aplicación de las
construcciones, aun las más avanzadas, así como también
examinar a fondo y cumplir con las condiciones para su
realización.
<Él
es también, por lo tanto, quien mejor puede decidir, al
contemplar una construcción, sobre sus posibles
aplicaciones o fines.>
Escribe, pues, el ingeniero Blumrich lo siguiente:
<Del
relato de Ezequiel puede deducirse el aspecto general de
la nave por él descrita. Luego, en calidad de ingeniero y
con total independencia de la narración, podemos planear y
reconstruir un aparato volante de características
similares. Una vez convencidos de que el resultado no sólo
es técnicamente posible, sino que incluso se trata de algo
sumamente práctico y perfectamente concebido en todos sus
aspectos, y después de comparar nuestros datos con los
detalles y fenómenos descritos por Ezequiel, comprobando
que éstos coinciden con aquéllos sin que exista la menor
contradicción, entonces no es posible hablar ya únicamente
de indicios. He llegado, por ejemplo, a la conclusión de
que las dimensiones de la nave espacial de Ezequiel son
absolutamente verosímiles.>
[Los datos de la nave
espacial descrito por Ezequiel]
Veamos ahora cuáles son las medidas del vehículo espacial
descrito por Ezequiel:
Impulso específico: Isp = 2.080 sec
Peso del aparato: W0 = 63.300 kg
Combustible para el regreso: W9
= 36.700 kg
Diámetro del rotor: Dr = 18 m
Potencia del rotor al máximo rendimiento: N = 70.000 PS
Diámetro de la estructura principal: D = 18 m. (p.43).