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Erich von Däniken: El mensaje de los dioses

[7. Biblia censurada y libros "apócrifos": el libro cuarto de Esdras indica otro apocalipsis y más ciencia]









de: Erich von Däniken: El mensaje de los dioses; Ediciones Martínez Roca S.A. 1976; Avenida José Antonio, 774, 7.º; Barcelona - 13; ISBN: 84-270-0189-4 tela, 84-270-0193-2 rústica;

presentado por Michael Palomino (2011)


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[7. Biblia censurada y libros "apócrifos": el libro cuarto de Esdras indica otro apocalipsis y más ciencia]

[Esdras muestra otra apocalipsis]

Además del libro canónico - o sea, reconocido oficialmente - de Esdras, existen otros dos libros apócrifos - no reconocidos - atribuidos al mismo autor, así como el denominado "Libro Cuarto de Esdras", escrito originalmente en hebreo, que es un Apocalipsis y data del siglo I. De este "Libro Cuarto de Esdras" vamos a tratar aquí. No es necesario añadir que tampoco escapó a la rigurosa censura de los elaboradores del Canon bíblico (p.54).

La ciencia secreta del profeta Esdras

En el mencionado "Libro Cuarto" trata el profeta de problemas religiosos de los judíos  y se aventura en algunas especulaciones casi futuristas antes de pasar al tema fundamental, la ciencia misteriosa a la que únicamente debía tener acceso un selecto círculo de iniciados. Comienza Esdras por afirmar que ha tenido "visiones" durante la noche "en su lecho", y que durante esas visiones ha hablado con "Dios". Si nos acercamos a estos relatos con un mínimo de espíritu crítico, no tardaremos en abrigar serias dudas sobre su carácter de "visiones". Con harta frecuencia las visiones no son otra cosa que una ilusión de los sentidos. Las que aquí nos ocupan contienen demasiados detalles técnicos y matemáticos para que podamos reducirlas a meros sueños. Por otro lado, en los últimos capítulos de este censurado Libro, el propio Esdras "revela" que su narración se refiere a hechos reales. A menudo, dice, se ha entrevistado con el "Altísimo", y también estuvo con sus ángeles", que le dictaron los libros.

<Convoca al pueblo y diles que no te busquen durante 40 días. En cuanto a ti, ten preparadas muchas tablillas y trae contigo a Saraya, Dabrías, Selemías, Ethan y Asiel, esos cinco hombres que saben escribir de prisa; luego ven aquí... Cuando lo hayas acabado todo, publicarás una parte, pero la otra la entregarás a los sabios en secreto. Mañana a esta hora comenzarás a escribir.>

[...]

<Así pues, en 40 días fueron escritos 94 libros. Y al concluirse los 40 días me habló el Altísimo: "Los 24 libros que has escrito primero los darás a conocer para que los lean dignos e indignos; pero retendrás los 70 últimos, y SÓLO LOS ENTREGARÁS A LOS SABIOS DE TU PUEBLO".> (p.54)

Una vez más tenemos la prueba de que los presuntos dioses (cosmonautas) se hallaban decididamente interesados en informar a las futuras generaciones de hombres sobre su presencia en la Tierra. Esta tripulación en particular debió sufrir apremios de tiempo. Quizá motivos imprevisibles de orden técnico obligaron a sus miembros a emprender viaje de regreso antes de lo planeado. ¿Por qué, si no, se exigió la colaboración de cinco hombres que pudieran escribir de prisa al dictado?

Quienes quisieran creer que el profeta habló realmente con Dios, Ser Supremo y Omnisciente (y no con los astronautas), encontrarán en el texto mismo la refutación de su postura: el "Altísimo" confiesa sin rodeos a Esdras su propia ignorancia de ciertas cosas.

<Me respondió diciendo: "Los signos por los que preguntas puedo explicártelos en parte; pero de tu vida nada puedo decirte, porque yo mismo nada sé".>


Diálogo con el Altísimo

En su conversación con el "Altísimo" alude Esdras apasionadamente a las injusticias de este mundo. Al igual que en otras escrituras sagradas, aquí también el "Altísimo" promete regresar del cielo un día lejano y llevarse entonces consigo a los "justos y sabios". Regresar, ¿de dónde? Llevárse a "justos y sabios", ¿adónde? ¿A qué planeta? Es de suponer que la patria de los extraterrestres distaba de nuestro sistema solar varios años luz, puesto que el comandante (el Altísimo) da al profeta algunas indicaciones sobre los desajustes de tiempo que tienen lugar durante los vuelos espaciales a gran velocidad. Esdras se queda sorprendido, no lo entiende (¡naturalmente!) y pregunta al "Altísimo" si no le habría sido posible crear de una sola vez a todas las generaciones del pasado, presente y futuro, de modo que todas ellas pudieran tener parte en el "regreso". Se entabla entre ambos el siguiente diálogo:

EL ALTÍSIMO: Pregunta al seno materno y dile: "Cuando recibes diez hijos, ¿por qué recibes cada uno a su tiempo? Pídele que engendre a los diez simultáneamente".

ESDRAS: Eso es imposible para él, pues cada uno ha de engendrarse a su tiempo.

EL ALTÍSIMO: Así he hecho yo de la Tierra un seno materno para aquellos que han de ser recibidos en ella, cada uno en el tiempo que le corresponde. En el mundo que creé he establecido un orden determinado. (p.55)

Esdras medita las consecuencias de lo que acaba de oír respecto al tiempo, y quiere saber quiénes serán los más felices el día del Retorno: los muertos o los que aún estén en vida. El "Altísimo" le responde lacónicamente: "Los supervivientes serán mucho más dichosos que los muertos."


[El apocalipsis de Esdras]: Contaminación del ambiente termina la vida

Esta respuesta lapidaria es comprensible. Ya en la "segunda visión" el comandante había dicho al profeta que la Tierra envejecía y había perdido "la fuerza de la juventud". Teniendo en cuenta las leyes de la relatividad del tiempo en los vuelos interplanetarios a gran velocidad, dicha respuesta no tiene, a mi juicio, nada de enigmático. Cuando el "Altísimo" vuelva a la Tierra después de varios milenios, nuestro planeta se habrá hecho inhabitable por la contaminación ambiental y el amontonamiento de sus complejos industriales; los que aún sobrevivan en él estarán respirando con dificultad los últimos restos de oxígeno. Nada tiene, pues, de extraño que esos supervivientes, que emigrarán con el "Altísimo" a otro planeta, sean considerados "los más dichosos".

El "Altísimo" asegura a Esdras que fue él mismo quien habló con Moisés, a quien proporcionó informaciones semejantes:

<Antaño le envié (a Moisés), conduje al pueblo desde Egipto y lo traje al monte Sinaí. Allí mismo le tuve conmigo (a Moisés) muchos días, le comuniqué muchas cosas prodigiosas Y LE MOSTRÉ LOS SECRETOS DE LOS TIEMPOS.>

Sobre estos secretos o misterios de los tiempos existen indicios en numerosas Escrituras. Daniel afirma en el cap. 7,25 que en la mano de Dios todo será

<... un tiempo y dos tiempos y medio tiempo>.

El el salmo 89,4 se alaba al Altísimo con palabras enfáticas:

<... porque mil años son ante tus ojos como el día que ayer transcurrió y como una vigilia nocturna...> (p.56)


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