[15.
Colonialismo "cristiano" en Yucatán (México):
destrucción de los libros de los mayas - mundo maya]
La península de Yucatán
se extiende en la parte septentrional de Centroamérica
entre el golfo de Campeche y el mar Caribe. Después de
su conquista por los españoles, Diego de Landa, obispo
de Su Majestad Católica, organizó en el año 1672 en la
ciudad de Mani un solemne y gigantesco auto de fe: en él
se quemaron innumerables manuscritos antiguos de los
mayas, cuyo acervo cultural sufrió así una pérdida
irrecuperable. En su libro "Relación de las cosas de
Yucatán", capítulo 41, se ufana todavía el obispo Landa
de esta atrocidad:
<Encontramos
muchos libros de sus letras y dibujos, pero no contenían
nada, sino supersticiones, falsedades y cosas impías. Por
eso los quemamos todos, lo que lamentaron mucho y
manifiestamente les causó gran dolor.>
[El enigma: ¿de donde
vinieron y donde iban los mayas?]
Una leyenda maya refiere que 10.000 años antes existió ya
una cultura en pleno florecimiento. Aun cuando la
arqueología lograra poner en tela de juicio la antigüedad
de esta fecha a raíz de sus "descubrimientos", hasta ahora
bien escasos, concedo yo gran importancia a tales
referencias cronológicas mientras no se pueda explicar el
origen del pueblo maya y su desaparición. En efecto, ha
podido probarse que las ciudades mayas no fueron
destruidas ni por guerras ni por catástrofes naturales;
fueron abandonadas por sus habitantes. Los mayas se
esfumaron sin dejar rastro. ¿Por qué renunciaron a sus
magníficas ciudades cuyos imponentes bloques de piedra
demuestran que fueron construidos "para durar"? Los mayas
no eran un pueblo nómada. Se ha comprobado que la llamada
época preclásica se remonta hasta el II milenario a.d.C.,
pero también se admite llanamente que el periodo arcaico
propiamente dicho, el que precedió a la época preclásica,
queda fuera del alcance de la arqueología. Con toda
probabilidad, los datos que hoy nos faltan para completar
el cuadro se fueron a la hoguera en los libros condenados
por el obispo Landa,.
Códices mayas
[Libros originales de los
mayas que existen todavía]
A la quema de libros sobrevivieron únicamente tres
manuscritos o "códices" confeccionados con corteza de
higuera y plegados en forma de acordeón. Estos fragmentos
suelen denominarse según el lugar en que se conservan
actualmente [años 1980s]:
-- Códice de Dresde (Codex Dresdensis) |
[un libro
manuscrito de los mayas en Dresde en
Alemania con descripciones de la luna y de
la Venus; el libro está en la biblioteca
universitaria de Dresde en Alemania en el
"museo de libros"; fuente: web01]
Codex Dresdensis, escritura maya sobre
calendario y astronomía [1]
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-- Códice de París (Peresiano), |
[Es el libro
manuscrito más pequeño de los libros
conservados sobre los mayas y está en París
indicando profecías; fuente: web02; pero
parcialmente es mal conservado e ilegible.
El libro está en la biblioteca nacional de
Francia en Paris; fuente: web03]
Codex Peresiano
indicando profecías de los mayas [3]
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y
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-- Códice de Madrid (Tro Cortesiano) |
[consiste en un
libro "Tro" y otro libro "Cortesiano", 112
páginas, con descripciones de la vida
religiosa de los mayas; fuente: web04; el
libro está en el "Museo de América" en
Madrid; fuente: web07].
Codex
Tro-Cortesiano, libro con dibujos y
escritura de los mayas sobre la vida
religiosa [4]
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[Códice Grolier]
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[Según otras
fuentes hay también un cuarto libro original
de los mayas en México; fuente: web05; el
Códice Grolier está en manos privados, pero
solo son 11 páginas con dibujos de dioses, y
probablemente es un códice falso; fuente:
web06]
Codex Grolier,
dibujos de dioses, página 2 [6]
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[Los números de los maya
- con la cifra 0]
Apenas ha sido posible descifrar una pequeñísima parte de
la (p.88)
amarillenta escritura que llena las páginas de los
códices. Sin dificultad mayor se interpretó el sistema
numérico, genial en su sencillez: las cifras se
representaban por medio de rayas con puntos encima. Un
punto correspondía al número 1, tres puntos al número 3;
el 5 se significaba con una raya, el 7 con una raya y dos
puntos encima, y así sucesivamente; el 17, por ejemplo, lo
figuraban tres rayas con dos puntos.
Los mayas conocían también el cero y el valor relativo de
las cifras según su colocación. El sistema era vigesimal,
es decir, lo multiplicaban todo por veinte. Supongamos que
quisieran representar el número 23: en tal caso escribían
tres puntos en el lugar de las unidades y una raya en el
de las veintenas. La raya correspondiente a estas últimas
se distinguía fácilmente de la que representaba los grupos
de 5, ya que las rayas de mayor valor se escribían encima
de las otras, dejando entre ambos órdenes un espacio bien
definido.
[El calendario maya - a
partir de 3113 a.d.C.]
Es difícil imaginar el grado de perfección alcanzado por
el calendario maya. El punto de referencia en su cómputo
del tiempo corresponde a un día determinado del año 3113
antes de nuestra era. Los americanistas afirman que ese
año misterioso nada tiene que ver con la historia real de
los mayas; su valor es meramente "simbólico", algo así
como la metáfora judía "desde la creación del mundo".
¿Cómo puede asegurarse tal cosa rotundamente, siendo a´si
que desconocemos la procedencia de los mayas y los que fue
de ellos a raíz de su desaparición?
[Pirámides "calendarios"]
Mucho se ha escrito sobre el calendario maya. Es un hecho
que funcionaba por ciclos, al parecer sólo repetidos cada
374.000 años. Las obras arquitectónicas se llevaban a cabo
según las etapas del calendario: a cada día del mes
correspondía un escalón, a cada mes una plataforma, y el
día 365, el último del año, se daba principio a la
edificación del templo. Casi se tiene la impresión de que
los mayas del Antiguo Imperio levantaron sus templos no
tanto movidos por celo religioso como por una especie de
imposición ritual del calendario.
[Observatorio astronómico
en Chichén Itzá]
En Chichén Itzá se encontraba su observatorio astronómico:
una edificación circular asentada sobre dos grandiosas
plataformas que penetraban e la selva virgen. Los
astrónomos mayas conocían con toda exactitud la órbita de
la Luna, calculada hasta con cuatro decimales, e incluso
el período planetario de Venus, que les era familiar hasta
una precisión de tres decimales.
[Leyenda de los mayas]
Los dioses primitivos de los mayas vinieron de las
estrellas, se comunicaban con las estrellas y, de acuerdo
con la leyenda, volvieron a las estrellas. En el
"Popol-Vuh", relato mítico de la creación perteneciente a
la tribu maya Quiché, se dice que 400 jóvenes divinos
(p.89)
regresaron a las Pleyades después de luchar y envilecerse
entre los hombres. El dios Cuculcán se identifica
probablemente con el dios Quetzalcóatl de los aztecas:
solía representársele en forma de serpiente plumada y
procedía también de las estrellas. Teniendo en cuenta que
los mayas estaban bien familiarizados con las serpientes,
que formaban parte de su vida ordinaria y a las que veían
reptar por sus campos, es difícil comprender por qué las
representaban VOLANDO.
Los tres manuscritos mayas que aún se conservan suman un
total de 208 folios plegados. Dado el número y variedad de
sus signos, figuras, símbolos, etc., así como las
posibilidades de combinar todos estos elementos, no ha de
sorprendernos que hasta hoy hayan logrado descifrarse tan
pocas cosas. Los dibujos trazados sobre fibra de higuera,
con una fina capa de cal como fondo para hacer resaltar
los colores, se mantienen protegidos actualmente entre dos
placas de vidrio.
El Códice de Dresde contiene 74 páginas de escritura con
cálculos astronómicos y tablas referentes a los recorridos
de la Luna y Venus. Junto a las cifras aparece
continuamente representado en el firmamento un monstruo en
forma de reptil, que de alguna manera está vinculado a la
Luna y al mismo tiempo escupe agua hacia la Tierra. Las
demás figuras llevan complicados artefactos a modo de
máscaras y sombreros o cascos, y sus indumentarias se
asemejan a escafandras. A veces distinguimos en las
ilustraciones a sacerdotes mayas que experimentan con
animales. En torno suyo unos seres de figura indefinida
manejan extraños aparatos (p.90).
Jeroglíficos mayas
El Códice de París fue adquirido por la Biblioteca
Nacional francesa en 1832. Antes había pertenecido a una
colección privada. El material de sus 22 páginas pintadas
de colores y en extremo deterioradas es el mismo que el de
los otros códices. Las técnicas de conservación aplicadas
en el siglo pasado a las hojas plegables del manuscrito
resultaron tan desafortunadas que en la actualidad sólo es
posible ver dos páginas de este precioso tesoro que se ha
fijado con masilla dentro de una vitrina. Gracias a Dios,
existen reproducciones completas del códice, que datan de
1887. Su contenido consiste sobre todo en profecías
relacionadas con el calendario.
El Códice de Madrid se encuentra en el Museo de América de
esta ciudad y consta de 112 páginas con grabados, también
de colores, entre los que abundan las figuras de dioses en
posturas rituales y, a la vez, grotescas. Tanto en su
conjunto como en los detalles dichas (p.90)
imágenes son fascinantes. ¡Qué interpretaciones no se han
dado ya de todas ellas! Un dios que echa humo encima del
glifo de la Tierra, dioses sentados ante tarros de comida,
penitentes que se perforan la lengua, una diosa con cabeza
de serpiente en un telar... Ofrezco las fotos de algunos
fragmentos de estos códices, casi únicamente conocidos por
los especialistas, a fin de que el lector que los
contemple "LIBRE DE PREJUICIOS pueda opinar por si mismo
sobre lo que en ellos se representó REALMENTE. Me atrevo a
creer que el profano en la materia será más imparcial en
sus interpretaciones que el experto en cultura maya
(véanse las ilustraciones en color, 319-330). (p.91)