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Erich von Däniken: El mensaje de los dioses

37. a partir de 1928: Experimentos con señales de radio - y respuestas por el cosmos - estrella Épsilon








de: Erich von Däniken: El mensaje de los dioses; Ediciones Martínez Roca S.A. 1976; Avenida José Antonio, 774, 7.º; Barcelona - 13; ISBN: 84-270-0189-4 tela, 84-270-0193-2 rústica;

presentado por Michael Palomino (2011)


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[37. a partir de 1928: Experimentos con señales de radio - y respuestas por el cosmos - estrella Épsilon]

Noticias del cosmos

[Experimento de 1928 de señales de radio de diferente longitud de onda - se repiten las señales]

Fuera de  unos pocos iniciados, los hombres ignoran que un satélite artificial lleva 13.000 años vagando por nuestro sistema solar. En diciembre de 1927 llegó a
oídos del profesor Carl Störmer, de Oslo, que los americanos Taylor y Young habían captado señales de radio curiosamente diferidas. Störmer, especialista en ondas electromagnéticas, se puso en contacto con el técnico holandés Van der Pol, que prestaba sus servicios en el centro experimental de la casa Philips en Eindhoven. El 25 de septiembre de 1928 resolvieron ambos iniciar una serie de experimentos: se trataba de enviar al espacio, con 30 segundos de intervalo entre una y otra, señales de radio de diferente longitud de onda. Exactamente tres semanas más tarde, el 11 de octubre, su receptor captó las mismas señales, aunque con intervalos de 3 a 15 segundos. He aquí la duración exacta de las interrupciones por su orden: 8 segundos - 11 - 15 - 8 - 13 - 3 - 8 - 8 - 8 - 12 - 15 - 13 - 8 - 8. Trece días después, el 24 de octubre, se recibieron 48 señales más. El profesor Störmer publicó estos datos en el número 17 de la revista [alemán] científica "Naturwissenschaften" ["Ciencias naturales"], con fecha del 16 de agosto de 1929.


Contactos con inteligencias extraterrestres

[La pregunta: por qué los ecos llegaban a intervalos diferentes?]

No tardaron en surgir teorías para explicar este fenómeno de los intervalos en las señales recibidas por onda corta. Se pensó en radiaciones cósmicas o en la reflexión de la Luna y otros astros. Pero ninguna explicación resultaba satisfactoria. ¿Por qué los ecos llegaban a intervalos diferentes? En 1929 se repitió el fenómeno varias veces: el 14, 15, 18, 19 y 28 de febrero, y luego nuevamente el 4, 9, 11, (p.218)

y 23 de abril. Los ecos en cuestión fueron captados en diversos lugares del globo por grupos independientes. En un período de 15 minutos anotó el profesor Störmer los siguientes intervalos de recepción: 15 segundos - 9 - 4 - 8 - 13 - 8 - 12 - 10 - 9 - 5 - 8 - 7 - 6 - 12 - 14 - 12 - 8 - 12 - 5 - 8 - 12 - 8 - 14 - 14 - 15 - 12 - 7 - 5 - 5 - 13 - 8 - 8 - 8 - 13 - 9 - 10 - 7 - 14 - 6 - 9 - 5 - 9.

[Experimentos con señales de onda corta sigue con mismo resultado]

En mayo de 1929 se encontraban los radiotécnicos franceses J.B. Galle y G. Talon a bordo del "Inconstant" con la misión de investigar los efectos de la curvatura de la Tierra sobre las ondas hertzianas. Su instalación consistía en un emisor de ondas cortas de 500 vatios con una antena de 20 metros de longitud sujeta a un mástil de 8 metros. Comenzaron por emitir diversas señales de onda corta. El consabido eco no se hizo esperar.

Entre las 15.40 y las 16 horas llegaron sus señales con intervalos de 1-32 segundos. Tampoco esta vez pudo darse una explicación al fenómeno. Las mismas observaciones se repitieron en 1934, 1947, 1949 y febrero de 1970.

[Duncan Lunan controla todos los datos recibidos de los años 1920s y 1930s - la estrella Épsilon]

Entre tanto había tomado cartas en el asunto el joven astrónomo escocés Duncan Lunan. Ya en 1960 declaraba el profesor R.N. Bracewell del Instituto Radioastronómico de la universidad de Stanford, EE.UU.:

<Si una inteligencia extraterrestre quisiera entrar en contacto con nosotros, podría hacerlo por el sistema de reproducir nuestras señales de radio y enviárnoslas en forma diferida.>

Duncan Lunan, presidente de la Scottish Association for Technology and Research ["Asociación de Tecnología e Investigaciones de Scotia]", se interesó, como hemos dicho, por estas experiencias. El resultado de las suyas fue más que sorprendente: al anotar la duración de los intervalos y transponerlos por medio de una rejilla cifrada en segundos, las señales recibidas el 11 de octubre de 1928 se concretaban en una descripción "cartográfica", por decirlo así, de la estrella Épsilon y su constelación, el Boyero, distante de la Tierra 103 años luz. Lunan investigó a fondo los datos recogidos durante las décadas 20 y 30. Toda una serie de estrellas podían identificarse sin error. Por el mismo sistema de medición y transposición de los ecos llegaron a obtenerse seis "mapas" diferentes del cielo, siempre con la constelación Épsilon del Boyero ampliada.

Interrogado acerca de este fenómeno, el profesor Bracewell respondió:

[Las señales pueden ser de extraterrestres - telescopios de los hombres no pueden ver nada]

<Los mapas celestes resultantes del análisis de Lunan pueden interpretarse como un posible intento de contacto por parte de seres inteligentes distintos de nosotros. Si a alguien, cuya lengua ignoro, le deseara yo comunicar de dónde vengo, lo mejor que puedo hacer es decírselo con una imagen. Me complace extraordinariamente que la British Interplanetary Society ["Sociedad interplanetaria británica"] esté investigando a fondo este eco. La investigación podría desembocar en algún descubrimiento fulminante. La sonda descrita por Lunan no puede ser vista desde la (p.219)

Tierra ni siquiera con el telescopio más potente. Los telescopios de mayor alcance son incluso incapaces de transmitirnos la imagen de nuestros propios satélites artificiales en órbita alrededor de la Luna.>


[1973: reporte de Duncan Lunan sobre] un satélite artificial de 12.600 años de edad]

En la revista "Spaceflight" ["Vuelo espacial"], 1973, Lunan publicó con el título "Spaceprobe from Epsilon Bootes" ["Prueba espacial de señales de Épsilon"] el resultado de sus trabajos hasta aquella fecha. En su artículo afirma haber llegado a la conclusión de que, desde hace 12.600 años, se mueve en nuestro sistema solar un satélite artificial con un programa completo de datos informativos destinados a la humanidad. Su ordenador está específicamente programado para reaccionar a las ondas de radio provenientes de la Tierra, siempre y cuando su propia posición respecto a nuestro planeta sea favorable a la recepción de dichas ondas. Las señales son registradas automáticamente y devueltas en la misma longitud de onda, pero con intervalos "inteligentemente" dispuestos. Tarde o temprano los destinatarios terrestres acabarán por darse cuenta de lo que sucede. Según Lunan, las informaciones hasta ahora proporcionadas por el desconocido satélite podrían resumirse tal como sigue:


¿Noticias precisas?

[¿Cómo fue posible el viaje de Épsilon a la Tierra? - ¿y el satélite artificial alrededor de la luna?]

El centro de nuestro sistema es la estrella Épsilon del Boyero. Se trata de una estrella doble. Nosotros vivimos en el sexto de sus siete planetas, contando a partir del mayor de los dos soles. Nuestro sexto planeta posee una Luna, el cuarto tiene tres, el primero y tercero tienen una cada uno. Nuestro satélite se encuentra actualmente en órbita alrededor de vuestra luna.

De la mención de la constelación del Boyero se deduce la edad de 12.600 años. No es concebible que una sonda interplanetaria hiciese por sí sola, teledirigida a un punto determinado, un viaje de 103 años luz. Para efectuar este viaje por sus propios medios hubiera tenido que contar un sistema propulsor absolutamente inimaginable. Dadas las dimensiones reducidas del satélite artificial, hemos de descartar [olvidar] esta posibilidad. Ello prescindiendo del [renunciando al] hecho de que, de haberse tratado de una astronave o artefacto gigantesco, lo habrían visto nuestros propios astronautas al acercarse a la Luna. [Pero jamás fue ninguna persona en la luna - es probado].

[Especulación: La lógica sobre el sonda alrededor de la luna: un extraterrestre lo ha puesto]

Si la sonda partió del sistema Épsilon del Boyero y, atravesando (p.220)

diversas zonas de atracción, se dirigió por sí sola hacia nuestro planeta, forzosamente tuvo que viajar durante cientos de miles de años sin otros propulsores que su propia inercia y, por tanto, sin protección alguna contra cualquier influjo gravitatorio o impacto de meteoritos. Una inteligencia extraterrestre que utiliza este medio para comunicarse con otra a una distancia de 103 años luz no podía correr semejante riesgo. Los promotores del proyecto sabían además que, aun en el caso de que la sonda llegara a su destino, para entonces ellos probablemente habrían dejado ya de existir.

Tampoco podían adivinar, cuando miles de años atrás decidieron llevar a la práctica su idea, que el planeta Tierra, que habían seleccionado como punto de destino, daba cobijo a una vida inteligente. Se acepte o no toda una serie de hechos como fruto de varias coincidencias, hay algo que es de todo punto imposible atribuir a la casualidad: la puesta en órbita del satélite artificial alrededor de la Luna. Al penetrar en el ámbito de nuestro sistema solar y durante todo su trayecto, la sonda habría sido atraída por toda clase astros, sobre todo los de mayor masa. Mi explicación de los hechos es la siguiente: el extraño objeto transmisor, una vez en nuestro sistema solar, fue puesto en órbita alrededor de la Luna expresamente por ALGUIEN, y ESE ALGUIEN estuvo aquí, en la Tierra, hace 12.600 años.


Programas informativos a bordo

[Especulación sobre la sonda especulativa alrededor de la luna]

¿Qué más puede decirse? A mi juicio, a bordo de la sonda deben encontrarse programas con información relativa a los más diversos aspectos de la ciencia: aclaraciones sobre paleontología, datos técnicos acerca de los mecanismos de propulsión, respuestas a cuestiones teológicas, mapas celestes para astrónomos, fórmulas genéticas para biólogos y médicos, descubrimientos interesantes en el terreno de la física. Lunan sugiere la posibilidad de entrar en contacto con la sonda por medio del láser. Cuando los ecos láser llegaran a recibirse en el punto de partida con distintos intervalos, hasta los más soñadores acabarían por reconocer que el hombre terrestre no fue ni es la cúspide de la creación (p.221).


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