Erich von Däniken:
El mensaje de los dioses
39. ¿Las plantas comunican con el
espacio?
de: Erich von Däniken: El
mensaje de los dioses; Ediciones Martínez Roca S.A. 1976;
Avenida José Antonio, 774, 7.º; Barcelona - 13; ISBN:
84-270-0189-4 tela, 84-270-0193-2 rústica;
presentado por Michael Palomino (2011)
39. ¿Las plantas comunican con el
espacio?
¿Se comunican las plantas
con el mundo extraterrestre?
Hasta ahora han fracasado todos los intentos de captar
señales procedentes del universo por medio de ondas
electromagnéticas. El Dr. George Lawrence del
Ecola-Institute de San Bernardino, California, ha venido a
dar con un nuevo y fantástico procedimiento para
establecer contacto con inteligencias extraterrestres.
Lawrence se planteó la cuestión de si las plantas, unidas
a un sistema electrónico de control, podrían servir de
intermediarias en una posible comunicación con el universo
exterior. Es cosa sabida que las plantas poseen cualidades
electrodinámicas y que su capacidad de respuesta a los
tests [a las pruebas], reaccionando conforme al patrón
binario de un ordenador (go-no-go), es sensacional. No sin
escepticismo se dedicó Lawrence a observar de cerca las
propiedades semiconductoras, y electromotoras en general,
de las plantas. su programa se escalonaba en las
siguientes preguntas (p.196):
1. ¿Pueden las plantas integrarse en un dispositivo
electrónico de modo que lleguen a transmitirnos datos
útiles?
2. ¿Pueden las plantas ser entrenadas a reaccionar ante
determinados objetos o hechos?
3. ¿Es posible aportar pruebas que confirmen la hipótesis
de que las plantas poseen ciertas capacidades
extraordinarias de percepción?
4. ¿Cuál de las 350.000 especies de plantas es la más
adecuada para estos tests [estas pruebas]?
También en el caso de las plantas la unidad más pequeña es
la célula. Las células reaccionan al calor y al frío, a la
radiación, las lesiones, el contacto físico y la luz. Las
propiedades eléctricas de las células pueden medirse con
microelectrodos. Si hacemos pasar una corriente eléctrica
a través de una planta, su citoplasma se contrae. Lawrence
descubrió que la electricidad actúa como polarizante sobre
esporas y anterozoides. Si una planta (en la foto, la
"mimosa púdica") resulta lesionada, reacciona con un
impulso eléctrico que puede ser medido. Este fenómeno se
conoce por el nombre de NASTIC RESPONSE, algo así como una
reacción de susto", que se da especialmente en las plantas
pequeñas. Las más grandes sólo reaccionan ante una
corriente de mucha mayor intensidad (p.197).
El el jardín lunar de
Farmingdale
[El "efecto Backtster"]
En el jardín lunar instalado junto a Farmingdale, donde
científicos neoyorquinos se dedicaron a investigar las
posibilidades de utilización de plantas y sus aplicaciones
en el espacio, flegaron a registrarse entre ellas
verdaderas "depresiones nerviosas", sentimientos de total
frustración. Lo mismo fue observado en 1969 por el Dr.
Clyde Backster, especialista en detectores de mentiras.
Backster conectó uno de sus aparatos a la hoja de una
planta mientras ésta absorbía agua; para acelerar la
reacción, decidió aproximar a la hoja una cerilla
encendida. En el instante mismo en que CONCIBIÓ SU
PROPÓSITO, sin manifestarlo con ningún signo externo,
apareció en el detector una curva abrupta. La planta debió
adivinar la intención del profesor antes de que éste
pasara a la acción. Al sospechar Backster que, en efecto,
la planta reaccionaba telepáticamente, por así decirlo,
ante determinados pensamientos o acciones humanas,
construyó un aparato mediante el cual unos cuantos
camarones vivos eran sucesivamente sacados del agua fría y
sumergidos en agua muy caliente. Un reloj de alta
precisión, capaz de indicar hasta milésimas de segundo,
registraba sobre un gráfico a él conectado el momento en
que los pequeños animales caían en el agua caliente. En la
mismísima fracción de segundo en que esto sucedía, las
plantas presentes en el local reaccionaban
"dramáticamente", tal como lo traducían las bruscas curvas
surgidas en el gráfico. A este fenómeno, hasta ahora
inexplicado, se le llama "efecto Backster".
[Más experimentos]
El Dr. Lawrence, por su parte, trató de utilizar las
plantas para establecer contacto electromagnético con el
cosmos. En el desierto de Mojave, cerca de Las Vegas, se
hicieron a lo largo de 12 kilómetros de distancia una
serie de experimentos designados por el nombre colectivo
de "Project Cyclops". el 29 de octubre de 1971 los
aparatos conectados con las plantas de aquella región
trazaron todos ellos curvas similares en la misma fracción
de segundo. Las oscilaciones fueron incluso amplificadas y
transmitidas por un magnetófono.
¿Qué pasó allí realmente? ¿Algo ocurrido en el subsuelo
excitó a las plantas? ¿Alguna corriente de lava, algún
temblor de tierra, o quizás influjos magnéticos?
Se trajeron nuevos aparatos, y esta segunda vez las
plantas fueron aisladas dentro de cajas de plomo y jaulas
de Faraday. ¡Idéntico resultado! Durante un largo espacio
de tiempo tanto las curvas como los sonidos registrados se
produjeron de manera sincrónica, como obedeciendo a
estímulos comunes: las plantas parecían comunicarse con
algo. Ahora bien, las plantas no pueden pensar, sólo
pueden reaccionar. Se probaron todas las longitudes
imaginables de ondas electromagnéticas: en el momento en
(p.198)
que se producían las diversas reacciones no se oía nada.
¿Tenía el fenómeno algo que ver con el universo de las
estrellas fijas, con los QUASARS o con radiaciones de
algún tipo, procedentes del cosmos? En una nueva serie de
experiencias quedó demostrado que los estímulos,
cualesquiera que fuesen, provenían efectivamente del
cosmos. Los radioastrónomos, pese a sus gigantescas
antenas, no lograban percibir señal alguna, pero las
plantas continuaban comportándose con extraña "furia" en
ciertos momentos. Con toda evidencia había aquí una
longitud de onda que funcionaba BIOLÓGICAMENTE. Los
científicos pisaban de repente un terreno cuya existencia
no constituía precisamente un misterio, pero cuyas leyes
aún escapaban a todos sus medidas: la telepatía. un
contacto biológico tiene lugar de algún modo desconocido
hasta la fecha, contacto que en todo caso sólo podría
medirse indirectamente, es decir, pasando por la célula.
Oigamos lo que dice sobre todo esto del Dr. George
Lawrence:
Contactos biológicos
"Evidentemente, la comunicación interplanetaria de tipo
biológico no nos aporta nada nuevo. En nuestro mundo
funcionan 215 observatorios astronómicos, pero tenemos
cerca de un millón de otros observatorios que operan a
nivel biológico, aunque los conozcamos por otros nombres:
iglesia, templos, mezquitas. Un sistema biológico (la
humanidad) se comunica (reza) con un Ser Supremo muy
lejano. También en el reino animal la comunicación
biológica está a la orden del día: piénsese en los perros
y gatos que vuelven una y otra vez a su casa guiados por
el instinto. Lo que nos fascina en los experimentos
realizados en el desierto es haber descubierto que estos
contactos biológicos con el cosmos no se hallan vinculados
a la velocidad de la luz.>
Cada día crece la sospecha de que alguien se comunica con
las plantas desde la estrella Épsilon (ε) de la
constelación del Boyero, y que este contacto se realiza a
una velocidad cientos de veces superior a la de la luz.
Por este motivo los radioastrónomos no llegan a registrar
las señales. ¿Por qué utilizar un tambor si tenemos a mano
unos timbales? Tal vez hayamos estado hasta ahora
intentando establecer contactos interplanetarios con
instrumentos equivocados, con una falsa longitud de onda y
un falso espectro. (p.199)
Mitos vistos desde un
ángulo geofísico
Pregunté a Lawrence cuál era su opinión sobre posibles
visitas de extraterrestres y qué dosis de verdad creía que
los mitos podían contener. Me respondió:
<Los indios chemehuevis proceden del desierto de
Mojave, donde llevé a cabo mis experimentos. Pertenecen a
la familia lingüística de los mohaves, cocopas,
halchidhomas, yumas y maricopas. Cierta mitología, que a
la sazón tratamos de verificar, refiere que una "estrella
zumbante" se ocultó bajo tierra, haciendo brotar chorros
de lava que crearon los cráteres Pisgah y Amboy. Con
nuestros métodos geofísicos de medición magnética no
obtuvimos, por desgracia, ningún resultado apreciable al
intentar comprobar la veracidad de la leyenda. en primer
lugar, supusimos que la astronave, si de tal se trataba,
estaba intacta y con el motor en marcha en aquel momento,
de tal suerte que, con nuestros magnetómetros, pensábamos
poder detectar el campo magnético aún existe. Segundo,
partimos también de la premisa de que dicha anormalidad
magnética debía igualmente poderse registrar en las rocas
circundantes y en la arena. Pero no contábamos con un
fenómeno natural que falseó los resultados: la lava, al
solidificarse dentro del campo magnético natural de la
Tierra, da origen a lo que se llama "magnetismo
termorremanente". Las partículas de lava reaccionan como
si fueran trillones de pequeños imanes polarizados. Si la
capa de lava es muy gruesa, el magnetómetro registra
únicamente esa lava, y no el campo magnético mucho más
débil que se encuentra debajo, con sólo una intensidad de
200 gamma o menos. A pesar de todo, creo que somos la
primera organización que ha intentado comprobar
científicamente, por métodos geofísicos, si tras las
antiguas leyendas se esconde alguna realidad demostrable
hoy por medios científicos.
El ejemplo que acabamos de exponer prueba que los medios
actuales son todavía insuficientes cuando se trata de
rastrear las huelas de inteligencias superiores a
nosotros. Si no se llevan a cabo más investigaciones de
este tipo, no es tanto por falta de interés de parte de
los científicos como por una carencia de medios y equipos
adecuados, así en el aspecto técnico como en el
económico.> (p.201)