Erich von Däniken:
El mensaje de los dioses
[40.
La sonda "Pioneer"]
de: Erich von Däniken: El
mensaje de los dioses; Ediciones Martínez Roca S.A. 1976;
Avenida José Antonio, 774, 7.º; Barcelona - 13; ISBN:
84-270-0189-4 tela, 84-270-0193-2 rústica;
presentado por Michael Palomino (2011)
[40. La sonda "Pioneer"]
Mensaje a inteligencias
extraterrestres
Con la sonda PIONEER F (Júpiter 10) fue
lanzado en marzo de 1972 el primer satélite artificial
que habría de abandonar nuestro sistema solar. Ya en
abril de 1973 consiguió la sonda atravesar el peligroso
cinturón de asteroides sin sufrir deterioro, y en la
actualidad empieza a dejar atrás el planeta Júpiter,
alejándose cada vez más en el espacio. Se da así la
posibilidad teórica de que PIONEER F continúe su
viaje espacial durante miles de años y que incluso
llegue a ser localizado e interceptado por seres
extraños a nosotros (p.165).
[La realidad probablemente es otra: La sonda está sin
control y los extraterrestres solo ríen lo que los
hombres han hecho con esa sonda y ya saben mucho sobre
los hombres en la Tierra. Däniken cuenta]:
[La placa de oro en la
sonda]
Para que, de producirse tal eventualidad, la sonda
pudiera suministrar alguna información sobre sí misma -
¿quién?, ¿cuándo?, ¿de dónde? -, los astrofísicos y
exobiólogos americanos Carl Sagan y Frank Drake idearon
un código que grabaron sobre una placa de aluminio
recubierta de oro. Dicha placa contiene informaciones
destinadas a posibles inteligencias desconocidas. ´Sagan
y Drake partieron del supuesto de que a toda
inteligencia extraterrestre debía serle familiar la
estructura del átomo de hidrógeno, así como también el
sistema binario de numeración. Siendo este último el
lenguaje de todos los ordenadores basados en principios
lógicos, parece que sería el más rápido de interpretar.
En el grabado se halla representada esquemáticamente la
propia sonda y el cambio seguido por ésta desde la
Tierra hasta Júpiter. Figura también el dibujo de un
hombre y una mujer desnudos y, detrás de ellos, el Sol.
Abajo, a los pies de la pareja, hay una esquema completo
de nuestro sistema solar. En caso de que la sonda
llegara a toparse con seres inteligentes que conocieran
el sistema binario, no tardarían dichos seres en
descifrar todos los datos expuestos.
Pero, ¿qué habría sucedido si una sonda semajante
hubiera venido a parar, por ejemplo, a manos de una
cultura como al de los incas? Estos nada sabían del
código binario y del átomo de hidrógeno. Los
descubridores habrían llevado la placa dorada (¡pobre
Crespi! ¡en su caso también se trataba solo de aluminio
recubierto de oro!) a su jefe, y éste a su vez al Hijo
del Sol su rev [?]. Nadie habría sido capaz de
interpretar los dibujos y símbolos pero sí que habrían
tomado buena nota de cuándo y como llegó a la tierra ese
mensaje de los dioses. ¡Porque una cosa caída del cielo
tema que venir por fuerza de los dioses! Así pues, los
altos jefes de ese pueblo dieron orden de hacer copias
del mensaje y colocarlas en los templos para honra de
los dioses.
Me pregunto si nuestra Tierra no habrá ya recibido
numerosas comunicaciones de este tipo. ¿Estarán acaso
repartidas por museos y templos? ¿O yacen aún por el
globo en espera de ser descubiertas? "Descubrimientos"
como el de la placa de Cuenca, que mostramos en el
grabado adjunto, me inducen a preguntarme qué puede
significar ese esqueleto con su cráneo rodeado de una
corona de 44 puntos. En el borde de la placa, a mano
derecha, se rompe de repente la simetría. Diez líneas
transversales contienen cada una un número diferente de
pequeños trazos verticales. Para la placa del PIONEER se
ha pensado en un significado, ¿por qué no habría de
tenerlo ésta? (p.166)