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Erich von Däniken: Profeta del pasado

Capítulo 4: La historia se repite

[4.8. Técnica: la hipótesis de una guerra atómica - conversación con pictogramas - dibujos rupestres]

Pictogramas
              en el centro termal de Baden-Baden (Alemania) como ejemplo
              de conversación sin palabras
Pictogramas en el centro termal de Baden-Baden (Alemania) como ejemplo de conversación sin palabras

de: Erich von Däniken: Profeta del pasado. ¡Los extraterrestres están en todas partes! Pruebas demoledoras de las más recientes investigaciones; Ediciones Martínez Roca, S.A., Barcelona 1979, ISBN: 84-270-0535-0; In memoriam Rolf R. Bigler, crítico y amistoso compañero de viaje.

presentado por Michael Palomino (2011)

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Texto:

Garuda, el príncipe de los pájaros - De Bali a Singapur con GARUDA - Siva, el Salvador y el Destructor - Tántalo y el secreto traicionado - La lámpara maravillosa de Aladino ilumina los secretos de las partículas elementales - El rayo de los dioses, arma secreta - ¿Un mensaje indescifrable? - La invisibilidad, investigación en curso - Un ejemplo que ojalá permanezca utópico - Los Robinsones sobrevivientes - Los pictogramas, inventados hace una eternidad (p.154)



[4.8. Técnica: la hipótesis de una guerra atómica]

Un ejemplo que ojalá permanezca utópico

Desde hace años me hurga dentro un ejemplo verdaderamente tremendo. Como he anunciado que voy a exponer ideas audaces, puedo por fin quitarme ese peso de encima.

Admitamos por un momento la idea terrible, y que más vale no llegue a realizarse jamás, de que una minoría de locos haya declarado sobre nuestro planeta una guerra de destrucción total.

¿Contra qué objetivos se dirigirían las apocalípticas armas?
¿Contra el Sájara deshabitado? Seguro que no.
¿Contra los inaccesibles macizos montañosos del Himalaya? Apenas lo creo.
¿Contra los desiertos helados de los polos Norte y Sur? ¿Para qué?
¿Contra las aldeas de los pobres indios andinos de Sudamérica? Nunca. (p.172)

¿Contra los atolones del Pacífico, habitados sólo por palmeras? ¿Con qué objeto?
¿Contra las chozas de los negros del África Central, o contra los negros aún más pobres de la llamada República del Malí? No tendría sentido.
¿Contra los retiros de los aborígenes australianos? Jamás.
¿Contra los indios norteamericanos de los desiertos de México y Arizona? Indudablemente, no.
¿Contra los descendientes de los mayas, en las junglas del Yucatán? No creo.
¿Contra los pacíficos campesinos rusos, en las inmensidades de la tundra? No hay motivo para ello.
¿Contra las tribus de la Amazonia? ¿A quién han molestado?

Los blancos de ataque de ambos bandos estarán, sin duda, en los centros de civilización, allí donde viven y trabajan cientos de miles, o mejor dicho millones de personas Esos son los territorios que se querrá hacer desaparecer del mapa.

Sin embargo, nadie crea que los golpes y contragolpes atómicos en masa significarían la contaminación radiactiva de nuestro planeta por los siglos de los siglos. La vida continuará sobre todo en aquellos lugares donde no caigan bombas. Por otra parte, los seres vivos, incluido el hombre, son mucho más adaptables de lo que uno se figura. A ello se suma el que la moderna y la futura evolución de las armas tienden a desarrollar ingenios destructivos de radiación "limpia", esto es, de efectos mortíferos y destructivos limitados a una zona bien definida, y de pronta desaparición. Tanto a los atacantes como a los defensores les interesa contar con esa clase de armas. ¿De qué serviría una victoria sobre un país que no pudiera ser habitado nunca más, ni explotado, ni reactivado? ¿De qué serviría una Europa completamente desertizada por la contaminación radiactiva, inaccesible para el vencedor?


Los robinsones sobrevivientes

Sea como fuere, alguien quedará: grupos humanos del Sájara, del Tibet, del Circulo Polar y de los Andes, de los mares del Sur y del interior de Australia, de África y de los desiertos de México, de la tundra rusa y de las reservas indias del Yucatán y de Amazonia. Pero también sobrevivirán a la catástrofe (p.173)

algunos habitantes de las naciones altamente civilizadas, altamente tecnificadas.

Sean miles o cientos de miles, los que se salven de la conflagración mundial quedarán dispersos sobre la Tierra. Los unos desconocerán la existencia de los otros. Todos esperarán y desearán no haber sido los únicos sobrevivientes, pero no tendrán modo de recibir noticias ni de establecer contactos. Todos y cada uno serán como islas.

Los sobrevivientes hablarán diferentes idiomas y dialectos. ¿Cómo conseguirán entenderse, aun en el supuesto de que consiguieran llegar a comunicarse? La radio, la televisión, el teletipo, todos esos medios técnicos estarían destruidos. Será como regresar a la hora cero. Ninguna fábrica funcionará, ningún supermercado venderá sus artículos. Ningún automóvil circulará por las calles. Ningún avión surcará los cielos. Los nuevos robinsones no podrán recurrir sino a sus propias iniciativas.

Tenemos ahí a ese ingeniero occidental que, seducido por los carteles de una oficina turística, pasó sus vacaciones en el Tibet y allí le sorprendió la gran guerra. Como conocedor de todos los horrores del conflicto nuclear, el hombre sabe que han dejado de existir los medios de comunicación que podían devolverle a su país, y que en todo caso no encontraría a nadie vivo en su casa. ¿Qué haría ese hombre?


[Escenario de idioma de pictogramas]

Arquímedes redivivo

Como posee una completa formación técnica, tiene una ventaja TÉCNICA insuperable sobre los tibetanos. Como el antiguo matemático y mecánico griego Arquímedes (285-212 a.d.C.), podrá redescubrir todos sus principios, podrá inventar de nuevo la palanca y enseñar a los aborígenes cómo un cuerpo sumergido en un líquido experimenta una pérdida de peso igual al volumen de líquido que desaloja. Podrá, como Arquímedes, calcular áreas y volúmenes y pedir un punto de apoyo exterior al mundo. Será admirado por los tibetanos.

Fundándose en su saber, nuestro ingeniero deducirá la existencia de otros grupos de sobrevivientes al holocausto nuclear de la Tierra. En todo caso, necesitará tener la seguridad de lo ocurrido. La curiosidad será su último móvil... como el de los demás grupos que se hayan salvado y que cuenten a individuos (p.174)

con formación técnica entre los suyos. Tarde o temprano, nuestro ingeniero tratará de organizar una expedición.

Lo mismo harán otros grupos, pues todos han de llegar a las mismas conclusiones y sospechar la existencia de otros robinsones como ellos.


El "esperanto" de los sobrevivientes

Antes de la gran migración, será preciso dejar informaciones para el caso de que arriben otros al lugar que nos disponemos a abandonar. ¿En qué idioma tendrán que redactarse tales mensajes? Deben expresar lo siguiente, en los términos más concisos que sea posible:

-- Estamos vivos, y regresaremos.
-- Hay pozos de agua potable.
-- Atención, peligro: hay parásitos peligrosos.
-- Hemos partido en dirección al norte (al sur, al este, al oeste).
-- Nuestro guía es un ingeniero (sacerdote, arquitecto, piloto, etcétera).
-- Atención: tribus aborígenes agresivas cuarenta millas más al norte.
-- Poseemos todos los conocimientos técnicos de antes de la catástrofe.
-- en un desfiladero de la montaña Cónica vive un médico.
-- Estas bayas no son comestibles, sino venenosas. ¡Peligro!
-- Hay pesca comestible en todos los lagos de la región.
-- Zonas contaminadas al norte y al oeste.

Cuando uno vive en situación de emergencia, "comparte" todas las informaciones disponibles con los hermanos de infortunio. Se trata de impartir consejos lo mismo que de anunciar por qué nos hemos ido y adónde, y si acompañan a la expedición mujeres y niños, o individuos inmunes a la radiación (mutantes).

Pero nos queda el problema fundamental: ¿cómo lograr que nos entiendan unos desconocidos?

Los tibetanos no entienden ni una palabra de inglés, y para nuestro ingeniero todas las palabras acaban en "off" cuando le hablan en ruso, mientras el alfabeto cirílico es puro dibujo surrealista para él. ¿Qué hacer? (p.175)

El turismo ha barajado a millones de personas de todos los países que uno consigue recordar. Los torneos deportivos internacionales han servido de vehículo para que trabaran conocimiento entre sí los hombres de cualquier procedencia. ¿No es lógico suponer que habrá en todas partes individuos instruidos y dotados de inteligencia?

Los sajarauis no entenderían una palabra de lo que dicen los naturales de los mares del Sur. ¿Convendrá expresarse en inglés? ¿En ruso? ¿En chino? ¿En español? ¿O en francés, idioma de la diplomacia? ¿O en cualquier otro de los tres mil novecientos idiomas que existen?

Incluso para el hombre moderno, existe un solo lenguaje que sea verdaderamente universal: ¿la IMAGEN!


La imagen: "esperanto" para después de la catástrofe

Eso está demostrado y se puede comprobar a diario. El indio que llega a Francfort consigue orientarse en el barullo del gran aeropuerto, porque encuentra en todas partes imágenes que le muestran lo que necesita: por dónde se va la salida, a la consigna de equipajes, al despacho de Aduanas, al lavabo, a la cabina telefónica, a la parada de taxis. En los establecimientos termales de Baden-Baden, un australiano que no sepa ni una palabra de alemán entenderá a la primera ojeada dónde están los baños, el teatro, la piscina o el médico de urgencias, o las curiosidades locales que es imprescindible haber visto. En las Olimpíadas, esa ocasión mayor de encuentros entre diferentes pueblos, las imágenes permiten a todos saber la situación de los vestuarios, o dónde recabar la ayuda de un intérprete, o el camino por donde se va al velódromo, o los lugares donde se celebran conciertos y otros actos culturales.

¡Todo ello sin recurrir a la palabra hablada o escrita! Gracias a los pictogramas.

Pictogramas del centro termal de
            Baden-Baden en Alemania
Pictogramas del centro termal de Baden-Baden en Alemania (p.177)


De gran actualidad, pero inventados hace milenios

Durante los últimos veinte años se han ideado más de quinientos pictogramas fácilmente comprensibles para todo el mundo, pues incluso un analfabeto - para expresarnos sin miramientos - (p.176)

podría viajar tranquilo y disponiendo de todas las informaciones necesarias. Sólo en el folleto anunciador de sus baños termales, por ejemplo, el ayuntamiento de Baden-Baden presenta más de cien pictogramas utilizados en los rótulos públicos de la ciudad, y que desde hace bastante tiempo han evidenciado ser los guías turísticos más seguros.

Los pictogramas pueden ser más que simples rótulos anunciadores; permiten entender frases completas, en el orden que convenga. Por ejemplo: un racimo de uvas = "vino", un hombre con un castillo al fondo = "este es el camino del castillo", y un hombre apuntando con una escopeta = "coto de caza". La combinación de los tres pictogramas daría una instrucción evidente para cualquier forastero: "Si quiere tomar un vaso de vino (o aunque sean más), sírvase tomar el camino del castillo, donde también podrá cazar (siempre que tenga licencia)".

Un matemático podría decirnos cuántas posibilidades de combinación nos dan quinientos pictogramas. Sin duda nos saldría un número bastante más alto que la probabilidad de ganar dinero jugando a la lotería.

¡Los pictogramas son el lenguaje internacional de nuestra época!

Volvamos a nuestros grupos de los que sobrevivieron a la gran catástrofe. Aunque no hubieran aprendido a entender y trazar pictogramas en la escuela, sin duda su apurada situación les conduciría a inventarlos. Toda persona inteligente sabe que es absurdo servirse del "propio" idioma para dejar un mensaje así. Lo más intuitivo es idear figuras estilizadas y símbolos, y esculpirlos, grabarlos o dibujarlos en las paredes de roca. Símbolos análogos a los que uno mismo entiende o puede observar.


[Los pictogramas antiguos: los dibujos rupestres]

Pictogramas rocosas rupestres en
              Columbia Británica y en California
Pictogramas rocosas rupestres en Columbia Británica y en California (p.177)

El indio White Bear [oso blanco] sabe leer pictogramas

Hace doce años que vagabundeo en continuos viajes por todos los continentes y países. He fotografiado dibujos y relieves rupestres de los indios hopi norteamericanos, de las fantasmales Sete Cidades de Brasil, de Cachemira y de Turquía, de Sudáfrica y del Sájara, de Europa septentrional y del Midi francés [Francia del sur], de California y del norte de Italia, de las costas pacíficas y de Filipinas. He conocido a White Bear, un jefe de los (p.178)

indios hopi,que me condujo a una hondonada oculta de la reserva, que los indios no franquean fácilmente a la curiosidad de los forasteros. Las rocas estaban cubiertas de "pictogramas". Le pregunté a White Bear si entendía aquellos signos, y él replicó que no todos, pero sí la mayor parte de ellos.

Quise saber entonces para quién y con qué objeto habían dejado dichos símbolos sus antepasados.

El anciano indio me explicó que sus antepasados habían emigrado (p.179)

de Sur a Norte - no como dicen los científicos, de Norte a Sur después de pasar por el estrecho de Bering -, y durante esta gran travesía, las tribus se dividieron y reagruparon varias veces. Entonces los grupos adelantados tenían al corriente a sus seguidores por medio de los dibujos en las rocas.

Siendo así, pensé con la rapidez del rayo, ¿por qué hay dibujos de diferentes épocas?

También a esto supo responder White Bear. Varios grupos, lo mismo que los descendientes de los mismos, regresaban a los lugares para consignar sobre la piedra nuevos descubrimientos, así como buenas o malas noticias. Sin duda, para los indios de esa época los dibujos rupestres tenían el mismo valor que tienen hoy, para los chinos del continente, los periódicos murales.


¿Origen único de todas las culturas?

Oswaldo O. Tobisch ha coleccionado unos seis mil dibujos y grabados rupestres y los ha comparado entre sí. Mediante veinte cuadros sinópticos demuestra hasta qué punto son estrechas las vinculaciones entre los grupos de símbolos de Europa, Asia y América. En su estudio, Tobish llega a la conclusión de que NECESARIAMENTE     todas las culturas se han influido entre sí, más aún, de que debe postularse EL MISMO ORIGEN para todos los grafismos rupestres (note 34: Tobisch, Oswald O.: Kult Symbol Schrift; Baden-Baden 1963).

Los indios trazan pictogramas todavía hoy: en las obras de su arte folclórico nunca han dejado de utilizar temas estilizados tradicionales, que son precisamente los mismos de los pictogramas. Los motivos de los dibujos que trazan sobre la arena los indios hopi son "jeroglíficos" de esa especie, e incluso se ven pictogramas en las tapicerías de los indios andinos.

El fenómeno de los millones de dibujos rupestres que hay en todo el mundo, ¿puede explicarse por una catástrofe de dimensiones globales?

¿Se repetiría la historia en la época actual, después de una catástrofe de dimensiones semejantes?

¿Serían los pictogramas trazados sobre la roca el medio elegido por los sobrevivientes de hoy o de mañana, para buscar otra vez el camino del futuro, el contacto con otros robinsones?

¿Acaso viene a nuestro encuentro el pasado, o se nos adelanta? (p.180)

¿Busca la historia presente el "beso mortal" de la historia pasada?

Cuando los sistemas de armamento más modernos son bautizados con nombres mitológicos, cuando redescubrimos una escritura simbólica que sea universalmente comprensible, cuando se advierte con tanta claridad el vértigo que nos atrae hacia el hondo y negro pozo del arcano pretérito, ¿dónde hemos de buscar la CAUSA de todo ello? ¿En la Antigüedad, en la Prehistoria? ¿O en nosotros mismos?

¿Es que nuestra conciencia es un PERPETUUM MOBILE, un ciclo eterno, cuyos caminos llevan del pasado al futuro y del futuro al pasado? ¿Dónde está el origen, dónde la causa, dónde el impulso primario?


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