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Erich von Däniken: Viaje a Kiribati - extraterrestres

5. ¿En la Tierra Prometida?

[5.3. Srinagar - una ciudad con costumbres judíos]

Cachemira, hombres
                        con kipa como los judíos
Cachemira, hombres con kipa como los judíos (p.189)

de: Erich von Däniken: Viaje a Kiribati: 5. ¿En la Tierra Prometida?; Ediciones Martínex Roca, S.A.; Gran Vía, 774, 7º; 08013 Barcelona; ISBN: 84-270-0684-5

presentado por Michael Palomino (2011)


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[5.3. Srinagar - una ciudad con costumbres judíos]

Bibliografía general: Faber-Kaiser, Andreas: Jesucristo vivió y murió en Cachemira; ATE, Barcelona 1976


[Detalles sobre Srinagar: paisaje - no hay higiene - población]

¡Srinagar! No es exagerado llamar a esta ciudad "la Venecia de Asia". La cruzan muchos canales hormigueantes de barcas, góndolas y barcos-vivienda anclados, sobre todo en el lago Bal, con el que limita la ciudad hacia el este.

Srinagar, barcas vivienda en los
              canales
Srinagar, barcas vivienda en los canales (p.160-161)

Däniken comenta la foto:

<Los canales de Srinagar están ocupados por miles de barcas-vivienda. Por sus muchos canales. Srinagar recibe el nombre de "Venecia del Oriente".> (p.161)

Srinagar está sobre los treinta y cuatro grados de latitud norte, o sea más o menos la misma que Gibraltar o Damasco. La temperatura media en verano es de sólo treinta grados, y en invierno de tres a cuatro grados.

El lago Wular desagua en el valle de Cachemira, en las proximidades de Srinagar. ¡Por algo llaman a este valle "el Paraíso en la tierra"! Los antiguos soberanos plantaron allí parques de extraordinaria belleza, de gran extensión y esplendor floral insólito, sobre todo los jardines de Shalimar tan cantados por todos los poetas (p.186).

Allí hay arroyos tranquilos cruzados por puentecillos de madera.

Por hermoso que sea todo esto, no es más que apariencia. Este paraíso turístico no está en orden. La tradición asiática de Cachemira no consigue adaptarse a la era moderna. Aquí arriba, las calles se ahogan en porquería - Srinagar tiene medio millón de habitantes - lo mismo que abajo en los valles. Carecen de la higiene más elemental. El agua, aunque filtrada, sigue teniendo un matiz [color] amarillento [un poco amarillo]. Repugnante.

Como en otros lugares del país, se adivina el despilfarro [botar la riqueza] de la ayuda para el desarrollo. Los medicamentos se estropean [destruyen] por falta de frigoríficos [refrigeradora]. O si los hay, pocas veces funcionan. Rodeados de suciedad desde que nacen, los nativos están inmunizados contra muchas de las bacterias y los virus que prosperan por allí... y que siguen siendo peligrosos para los europeos. Mortales incluso. Si se quiere abrir al turismo estos paisajes maravillosos, según vienen diciendo, todavía queda mucho por hacer.

Srinagar 01, las afueras con arroyos
              abiertos de desagüe
Srinagar 01, las afueras con arroyos abiertos de desagüe (p.160-161)

Däniken comenta la foto:

<Por las afueras de Srinagar corren arroyos que aún hoy sirven de canalizaciones a cielo abierto: pintoresco para la vista, pero desagradable para el olfato.> (p.161)

La población es laboriosa. En los fértiles campos y en muchos pequeños talleres se ve a niños trabajando desde los seis años. ¡Como en la Edad Media!

En una gasolinera me atendió Machmud, un muchacho de doce años. Después de recitar con exactitud todos los servicios, y en vista de que no le demandaba otra cosa sino gasolina, se ofreció a proporcionarme una muchacha.

-- ¿Por qué no te vas a la escuela? - le repliqué.
-- No tengo padres - contestó él -. Y todos hemos de vivir. ¿De veras no quieres mujeres?

Machmud, 12 años
Machmud, 12 años (p.188)

Däniken comenta la foto:

<¿De versas no quiere mujeres?", nos pregunta Machmud, de doce años de edad.> (p.189)

El pequeño alcahuete se mostró un poco decepcionado de que un extranjero rico - allí todos los extranjeros tienen consideración de ricos - hubiese rechazado sus buenos servicios.


Comparaciones

[Costumbres en Cachemira son como los costumbres judíos]

Es asombrosa la semejanza morfológica de los naturales de Cachemira con los israelíes. Tienen la misma talla, los mismos ojos almendrados, las mismas narices. Existe también la costumbre de circuncidar a los muchachos. Como en el antiguo Israel, los muertos son enterrados en dirección este-oeste. Lo mismo que los israelíes (p.187),

en Cachemira los hombres llevan sobre la cabeza su "kipa", una especie de casquete que cubre la parte posterior del cráneo.

Cachemira, hombres con kipa como los
              judíos
Cachemira, hombres con kipa como los judíos (p.189)

Däniken comenta la foto:

<Como los judíos del Antiguo Testamento y de la moderna Israel, los hombres de Cachemira llevan su "kipa".> (p.189)

Durante nuestros viajes por los valles invernales, aunque exentos de nieve, de Cachemira, nos parecía estar recorriendo un paisaje bíblico y vivir entre los protagonistas del Antiguo Testamento. Incluso la lengua del país, el kashmirí, tiene muchos puntos comunes con el antiguo arameo, que era la rama más antigua del grupo semítico occidental y la lengua que hablaban Jesús y sus discípulos (p.189).

Tabla: Palabras similares hebreos y en kashmirí
Hebreo (arameo)
Kashmirí
Significa
akh
akh
solo
ajal
ajal
muerte
awa
awan
ciego
ahad
ahad
uno
hamah
humaham
ruido
loal
lol
amor
qatal
qatal
asesino
qabar
qabar
tumba
de: Erich von Däniken: Viaje a Kiribati. 5. ¿En la Tierra Prometida? Srinagar; Barcelona 1981; p.190

La tradición legendaria de Cachemira

[Según Däniken, Cachemira fue la "tierra prometida"]

Son demasiadas las coincidencias entre lo israelí y lo kashmir, como para atribuirlas a la casualidad.

Una leyenda hondamente arraigada en el pueblo kashmir afirma que el valle de Cachemira era en realidad la "Tierra prometida" que Moisés prometió a los hijos de Israel; además dicho pueblo se considera descendiente directo de una de las tribus israelitas. El contenido de la tradición popular no carece de aspectos sensacionales. Dicen los kashmir que el éxodo de cuarenta años no recorrió Egipto, el desierto del Sinaí y las tierras de Palestina, como dice la Biblia, sino que en realidad, y partiendo de Egipto, incluyó las (actuales) tierras de Jordania, Siria, Persia, Afganistán y Pakistán, para rendir viaje en las mesetas de Cachemira.

Conviene tomar en serio esta versión, pues mirando el mapa tiene mucho más sentido que un vagabundear en masa por los desiertos del Próximo Oriente. Atendiendo a la versión kashmir incluso adquieren más sentido muchas de las luchas y las batallas que hubieron de reñir los israelitas. ¿Qué guerras pudieron declararse durante la travesía del desierto? Allí no había tribus rivales; en cambio, durante la prolongada expedición a Cachemira sí hubiera sido necesario abrirse paso por entre naciones enemigas. Las fronteras que habrían cruzado en tal supuesto se hallaban bajo la jurisdicción de reyes que indudablemente habrían combatido a un pueblo nómada (p.190)

que se desplazaba con sus mujeres y sus niños, sus carros y sus ganados a cuestas.

La leyenda kashmir sigue diciendo que Moisés murió en las mesetas de su país. Siempre según sus tradiciones, en Cachemira predicaron los profetas, y allí mismo estuvo el trono de Salomón. Esta es la razón de que una de las colinas de Srinagar reciba todavía el nombre de "Takht-i-Suleiman" o trono de Salomón, y de que treinta kilómetros al sudoeste de Srinagar, en el monte Booth, se encuentre la tumba de Moisés, monumento que todo kashmir conoce perfectamente. Por el contrario, en Palestina no existe ninguna tumba de Moisés, siendo así que la Biblia dice:

<Y el señor le dijo: He ahí la tierra de la cual juré a Abrahán, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia se la daré. Tú la has visto con tus ojos, mas no entrarás en ella. Y murió allí Moisés, siervo del Señor, en tierra de Moab, habiéndolo dispuesto así el Señor; quien le hizo sepultar en un valle del distrito de Moab enfrente de Fogor, y ningún hombre hasta hoy ha sabido su sepulcro.> (Deuteronomio, 34 y sigs.)

Supongamos que Moisés no hubiera conducido a los israelitas hacia Palestina, sino hacia las tierras altas de Cachemira. La tradición afirma que Moisés actuaba por encargo del "Señor", el mismo Señor que aniquiló el ejército de los egipcios, que precedió a los israelitas bajo la forma de una nube blanca que refulgía en rojo durante la noche. En su migración, el Señor alimentó a los israelitas con el maná celestial, para que las mujeres, los hombres y los niños no sucumbieran en el desierto. Son muchos los desiertos que hay que cruzar en el camino entre Egipto y Cachemira. ¿Podía el Señor estar interesado en conducir a los israelitas hasta Cachemira?


El motín relatado por Enoc

Recordé el motín narrado por el profeta antediluviano Enoc, con la "rebelión" de los doscientos "ángeles" contra su "Señor". En el capítulo sexto de su libro apócrifo (palabra que significa en griego "escrito oculto"), Enoc dice:

<Después de haberse juntado los hijos de los hombres, en aquellos días les nacieron hijas hermosas. Pero cuando las vieron los ángeles del cielo, sintieron deseo de ellas y (p.191)

hablaron entre sí de esta manera: Tomemos mujeres, pues, entre las hijas de los hombres, y procrearemos con ellas. Mas el general de ellos, Semjasa, les dijo: Temo que llevéis a efecto tal acción, pues todo el pecado recaerá sobre mí. Y entonces le replicaron todos diciéndole así: Unámonos en juramento y obliguémonos mutuamente con blasfemias, prometiendo no abandonar esta intención hasta dar por culminada nuestra obra. A lo que se juramentaron todos, y se obligaron entre sí por medio de conjuros blasfemos. Y era su número de doscientos, que bajaron al monte Hermón en los tiempos de Jared. Diéronle por nombre Hermón, porque allí se habían juramentado. Y éstos son los nombres de sus cabecillas: Semjasa su general, y Urakib, Arameel, Akibeel, Tamiel, Ramuel, Danel, Ezeqeel, Saraqujal, Asael, Armers, Batraal, Anani, Zaqebe, Samsaveel, Sartael, Turel, Jomjael, Arasjal... Estos y con ellos todos los demás tomaron mujeres, y cada uno de ellos tomó una, y tuvieron acceso con ellas y fueron impuros con ellas. Enseñáronles las pócimas, las fórmulas de los conjuros y el arte de cortar raíces y de conocer las especies de las plantas curativas.>

(nota 1: Kautsch, Emil: Die Apokryphen und Pseudepigraphen des Alten Testaments [apócrifos y pseudoepigrafos del Antiguo Testamento], tomo II, libro Henoch (Enoc); Tubinga 1900)

Continúa la narración de Enoc describiendo incluso las funciones que desempeñaban tan insólitos ángeles. La conspiración que se describe es, claramente, un motín. No necesito poner en marcha mi fantasía, pues, para considerar que esos doscientos ángeles distaban mucho de ser "ángeles" en el sentido corriente. Ninguna de las características descritas por Enoc responde a las de los ángeles bíblicos, seres siempre benéficos y auxiliadores. Los ángeles de la Biblia no procrean hijos, no seducen a las hijas de la tierra, ni se juramentan con "blasfemias". Los ángeles de Enoc fueron unos amotinados contra el Señor. Una considerable fuerza de doscientos subordinados se rebeló contra su comandante, el cual - como no ignora Enoc - acabaría por desaparecer en el espacio con su nave dejando en tierra a los rebeldes.

¿Qué equipaje les quedaría a los amotinados, qué medios para defender su existencia? Tendrían aún herramientas y algunos medios técnicos, quizá vehículos-oruga, o algún artefacto semejante a un helicóptero, pero nada que les permitiese vencer las distancias interestelares. Pero les quedaba una cosa más importante: ¡sus conocimientos! Algún motivo de peso debieron tener los rebeldes para amotinarse. A lo mejor estaban hartos de la interminable travesía (p.192)

espacial. O quizás el comandante los sometía a una disciplina demasiado severa. También es posible que estuvieran hasta la coronilla de las monótonas tareas de a bordo. ¡Todo esto no pasa de ser una especulación! En todo caso, ahora se hallaban en un planeta habitado por individuos muy semejantes a ellos. Los rebeldes decidieron explotar a estos terrícolas, hacer de ellos sus sirvientes y esclavos, para poder seguir llevando el tren de vida a que estarían acostumbrados.

Los fuera de la ley no permanecieron juntos mucho tiempo. Dividiéndose en varios grupos, s repartieron los utensilios de que disponían y decidieron permanecer en contacto por radio, para comunicarse las novedades. Luego partieron hacia todos los puntos cardinales. Un grupo cruzó el océano hacia América del Sur, el otro hacia Norteamérica, un tercero eligió la zona del Pacífico, y otro el espacio asiático. El reparto de la Tierra no representó ninguna dificultad para ellos. Hicieron exactamente lo mismo que, miles de años más tarde, la tripulación de la "Bounty", la nave inglesa cuyos hombres se amotinaron en 1787 mientras navegaban por el Pacífico. Después de apoderarse del barco, se dispersaron en el Pacífico Sur, cada uno de ellos decidido a convertirse en rey independiente. Algunos consiguieron realizar su sueño, mientras otros perecían a manos de los indígenas.

Así debió ser. y uno de los equipos descritos por Enoc, al sobrevolar Cachemira, debió darse cuenta de la indescriptible belleza del país, así como de su clima ideal. ¡Allí sí que estarían bien! Pero, ¡oh espanto!, hace tres mil años, o cuando fuese, porque no me fío de las dataciones bíblicas, en el valle de Cachemira no vivía nadie: no había seres humanos ni, por consiguiente, espíritus serviciales. Los señores de otros planetas, acostumbrados a la buena vida, no podían imaginar un solo día sin servicios ni siquiera en sus peores pesadillas. Pareciéndoles demasiado largo el sistema de criar una casta de siervos haciendo que se multiplicase una sola pareja, decidieron encaminar al valle de Cachemira una tribu residente en Egipto. Aquél sería, pues, el país donde corrieran la leche y la miel. Dicho y hecho. ¡Los amotinados condujeron a los israelitas de Egipto a la meseta india! Por eso fue necesario poner indicadores visibles en forma de columnas de humo y de fuego. Sin estas señales, no habrían llegado nunca. Marchar a través del desierto es más difícil (p.193)

que recorrer un laberinto. Los "dioses" hubieron de intervenir con su ayuda, en algunos casos decidiendo incluso las batallas, para que los futuros sirvientes llegasen intactos y victoriosos a la meta.

Estas o parecidas ideas iba yo hilvanando durante el largo viaje; pero también pensaba en lo siguiente:

[Tesis de Cachemira sin población hasta llegaron los judíos]

Para llegar a Cachemira hay que cruzar la cordillera de Pir Panjal. El más bajo de los pasos practicables tiene la no desdeñable altitud de 2.510 metros; hoy día se cruza a 2.180 metros por el túnel de Banihal. Esa barrera de montañas es probablemente la causa de que Cachemira estuviese deshabitada hace milenios.

Siguiendo con el hilo de nuestra elucubración, ahora los israelitas tenían su tierra prometida y podían trabajarla para sí mismos y para su "Señor". Entonces, lo mismo que hoy, los israelitas o israelíes eran un pueblo laborioso, disciplinado e inteligente, y sin duda fue por estas cualidades que los amotinados lo eligieron. Con la ayuda necesaria, en poco tiempo crearon templos, palacios, jardines. El valle de Cachemira se convirtió en un paraíso.

Estas especulaciones, ciertamente audaces, no dejan de plantear algún problema. Según los exégetas bíblicos, el rey Salomón (aprox. 965-926 a.d.C.) hizo construir un templo en Jerusalén. Pero, ¿no habíamos quedado en que Salomón, lo mismo que su predecesor David, formaba parte del grupo que fue encaminado a Cachemira? ¿O es que Salomón tan pronto residía en Cachemira como en Palestina? ¡Nadie puede estar al mismo tiempo en dos lugares distintos! ¡Aunque quizá sí, tratándose de Salomón!


Salomón, el rey volador

[¿Fue rey Salomón un dios Salomón con "carro celeste" viajando entre Jerusalén y Srinagar?]

La Kebra Negest es la tradición más antigua del pueblo etíope. En sus capítulos trigésimo, quincuagésimo segundo, quincuagésimo octavo, quincuagésimo noveno y nonagésimo cuarto se extiende ampliamente sobre un "carro celeste" que el rey Salomón heredó de sus predecesores y utilizó a menudo (la historia de este vehículo está detallada ampliamente en [el libro de Däniken] "Profeta del pasado").

<el rey y todos los que secundaban sus órdenes volaron con el carro sin sentir enfermedad ni (p.194)

dolencia, ni hambre ni sed, ni sudor ni fatiga, recorriendo en un día la distancia de noventa jornadas.>

(nota 2: Kebra Negest, tomo 23, apartado 1: Die Herrlichkeit der Könige. Abhandlungen der Philosophisch-Philologischen Klasse der Königlich-Bayerischen Akademie der Wissenschaften [el esplendor de los reyes, investigaciones de la clase de filosofía y filología de la academia científica de Bavaria real])

La distancia entre Jerusalén y Srinagar es de apenas cuatro mil kilómetros. Tal distancia no se recorrería a pie en tres meses. En jornadas de veinte kilómetros se habrían cubierto seiscientos kilómetros en un mes, o sea mil ochocientos kilómetros en tres meses; tengamos en cuenta, además, que los caminos en la tierra suelen ser mucho más largos que las distancias a vuelo de pájaro. Pues esa es la distancia que Salomón, según la Kebra Negest, cubría en una sola jornada con su carro.

Si el rey volador hubiera estado en el aire sólo doce de las veinticuatro horas, resultaría para su vehículo una velocidad de ciento cincuenta kilómetros por hora; suponiendo que volase sólo ocho horas al día, aún nos resultarían doscientos veinticinco kilómetros por hora en promedio, que no es la velocidad de un reactor, pero suficiente para alternar varias veces al mes entre Jerusalén y Srinagar.

Suponiendo que el rey Salomón hiciera escala, aproximadamente, a medio camino entre Cachemira e Israel, tendríamos (quizás) en el actual Irán testimonios de tales aterrizajes. En aquellos tiempos, los vehículos voladores no serían cosa de todos los días, y no sería posible aterrizar y despegar sin llamar la atención de la población.

[Otro monte "trono de Salomón" existe también en Irán - templo con culto del agua y el fuego]

Efectivamente, al noroeste del Irán y a 2.200 metros de altura tenemos la cumbre "Takht-i-Suleiman", "trono de Salomón" lo mismo que en Srinagar. El "trono de Salomón" iraní está coronado por un templo sasánida que se dedicaba al culto del agua y el fuego. ¿El agua y el fuego? Elementos mal avenidos, por cierto. Cuando se encuentran, se produce vapor. ¿Sería una máquina de vapor el vehículo de Salomón? ¿Se conocerían los principios de tal máquina antes de que los redescubriera el francés Denis Papin (1647-1712)? ¿Sería por esa maravilla que se rendía culto al fuego y al agua?

Lo más curioso es que una montaña vecina lleva el nombre de "Zendan-i-Suleiman", lo cual significa "cárcel de Salomón". A lo mejor equivocó la maniobra el piloto y tuvo allí un aterrizaje forzoso.

Dejando de lado nuestras audaces fantasías, limitémonos a recordar que hay sendas montañas de Salomón en Irán y en Srinagar, ambas en su tiempo portadoras de templos dedicados a Salomón (p.195).

En Irán la edificación ya no se conserva, mientras que el templo de Srinagar todavía existe y, varias veces restaurado, funciona. De paso, mi suposición explica por qué Salomón tuvo que contratar arquitectos y constructores del país vecino, el Líbano, para la edificación de su templo; los suyos estaban ocupados en Cachemira.


Hipótesis y algún que otro hecho

[Jesús migró a Cachemira con su madre María]

Que estas hipótesis, que tal vez corten el resuello a alguno de los que me leen, tienen que ver con mis extraterrestres, es evidente. Mucho menos evidente es que tengan algo que ver con Jesús, que vivió mil años más tarde. Antes de tener hechos tangibles, hice girar mi rueca con el hilo de la especulación.

La secta de los esenios del mar Muerto, obedientes a la ley mosaica, sabía que al menos una tribu de los israelíes residía en la lejana Cachemira (nota 3: Stoll, Heinrich A.: Die Höhle am Toten Meer [la cueva en la región del Mar Muerto]; Hanau en el río Main [Meno], 1962). Conocía viejos escritos de la época del reinado de Salomón, y sabía de sus relaciones asiáticas; también es posible que en tiempos de Jesús existieran aún contactos entre los esenios y los emigrantes de Cachemira. He aquí mis suposiciones sobre cómo y por qué pudo Jesús llegar a Cachemira:

-- Jesús fue crucificado a mediodía del viernes. El sábado, séptimo día de la semana, empezaba la medianoche siguiente; era un día de descanso, santificación y renovación espiritual. Los ocupantes romanos tenían la prudencia de acatar ese mandamiento. Por eso, el sábado no debía quedar ningún reo en el lugar del suplicio. Los historiadores han demostrado que, contrariamente a lo que suele creerse, la crucifixión no significaba una muerte inevitable, sino más bien un bárbaro tormento, al que un organismo fuerte y dominado por una férrea voluntad podía sobrevivir, sin embargo.

-- La Biblia relata que un legionario romano dio una lanzada en el costado de Jesús, y que manó sangre y agua. Por tanto, Jesús no había muerto. José y Nicodemo, que habían acudido en compañía de algunas mujeres, entre ellas la madre de Jesús, fueron autorizados a descolgar al Maestro. La soldadesca romana dejó actuar a los hombres creyendo que el supliciado había muerto, y aquéllos cubrieron el cuerpo y trataron las heridas con bálsamo y hierbas... en un lugar secreto, que tal vez sería un monasterio de los esenios (p.196),

entre los cuales había excelentes médicos. Sólo así se entiende el texto bíblico: Cuando las mueres se acercaron al sepulcro, dos jóvenes les preguntaron: "¿Para qué andáis buscando entre los muertos al que está vivo?" (Lucas, 24,1)

-- El evangelista Juan no sabe nada de una ascensión a los cielos, y los relatos de Mateo, Marcos y Lucas son contradictorios. Lo que sí refiere la tradición bíblica, es que después del descendimiento Jesús se dejó ver por sus discípulos, y que el incrédulo Tomás incluso pudo tocar las heridas se sus manos y pies.

-- Los romanos se enteraron de que Jesús vivía, y empezaron a buscarle. Como persona conocida en toda la ciudad, Jesús no podía dejarse ver en público. Lo cual era difícil, pues alrededor de lo que es actualmente Israel todos los países eran territorio dominado por los romanos: al sur, Egipto; al norte, el Líbano y Turquía; al oeste Europa. Sólo quedaba un camino para escapar: ¡hacia el oriente! ¿Actuó entonces de nuevo la quinta columna de los esenios? ¿Aconsejaron ellos la huida a Cachemira, garantizándole a Jesús que allí hallaría correligionarios?

-- Los romanos enviaron al esbirro Saulo, militar especializado en perseguir a los cristianos. Astutamente, Saulo comprendió que Jesús escaparía a la persecución hacia el este, vía Damasco. Pero ante Damasco, Saulo cayó en una emboscada: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" (Hechos de los Apóstoles, 9,4)

En la entrevista subsiguiente, sin duda Jesús logró convencer al agente romano de que su persona ya no era peligrosa y se le podía dejar continuar camino.

-- A partir de este encuentro, Saulo se llamó Paulo y se convirtió en misionero entre paganos, después de haber sido el primer pagano converso por Jesús mismo. Paulo, pues, se dedicó a propagar la doctrina de Jesús, según la cual todos son iguales ante Dios, idea que torcidamente interpretada se convierte en un explosivo programa político. Los viajes misioneros de Paulo fueron acompañados de rebeliones de esclavos, motivo suficiente para que los primeros emperadores de nuestra era lanzasen sangrientas persecuciones contra la nueva religión. Finalmente, el romano Saulo / Paulo fue crucificado cabeza abajo, castigo adecuado para un traidor, que lo era a los ojos de los romanos.

-- Tal vez María, la madre de Jesús, no resistió las fatigas del (p.197)

viaje. ¿Murió quizás a pocos kilómetros al oeste de la actual Rawalpindi, en el Pakistán? Al menos, allí existe aún la capilla "Mai Mari", "último descanso de María".

-- De acuerdo con las opiniones de los hindúes, Jesús continuó viaje hasta llegar a Cachemira, con lo que se libraba de sus perseguidores romanos. Sin duda, fue acogido amigablemente por la comunidad exiliada, regida por las severas reglas de los esenios, se casó y murió a edad avanzada, rodeado del respeto tanto de los hombres sencillos como de los poderosos.

Estas ideas, espigadas de entre las lecturas y los indicios, y plagadas de interrogantes, me movían a buscar rastros tangibles (p.198).


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